Nacional > OPINIÓN - D. GASPARRÉ

¿Y si nos vamos todos del Mercosur?

Lo que le convendría a los países fundadores es irse del Mercosur, un extremo que muestra la inviabilidad de cambiar su proteccionismo.
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09 de enero de 2018 a las 05:00
Se escuchan con aburrida frecuencia quejas contra la alianza comercial subregional. La mayoría desemboca en un raro pedido: que los socios autoricen a Uruguay a negociar tratados individuales por su cuenta, abandonando la férrea cláusula que obliga a una acción conjunta en tales casos. Los argumentos para defender la idea son casi todos válidos. Pero la propuesta en sí es absurda.

Cansa repetir que se trata de una unión aduanera, es decir un esquema proteccionista cuyo objetivo es blindar a sus miembros de la competencia externa, mediante aranceles y trabas paraarancelarias, con múltiples acuerdos internos específicos, que cambian según van cambiando las conveniencias económicas y hasta políticas de sus miembros, o de sus lobistas.

Permitir que alguno de sus socios negocie libremente con el resto del mundo rompe la unanimidad del bloqueo a la competencia y afecta los intereses sectoriales que estas uniones protegen desde su génesis. No se trata de argumentos, se trata de la esencia misma del tratado. Para hacer una comparación tal vez injusta, sería como formar parte de una mafia y pedirle al capo permiso para negociar individualmente con otro padrone. (El único miembro que tiene ciertos permisos desde el origen es Paraguay, que goza de una suerte de ceguera reglamentaria, un Mercogris, si se permite el término).

La tácita aceptación de ese concepto es lo que lleva a muchos sectores a plantear la posibilidad de abandonar el Mercosur, para lo que ya hay precisos –y divergentes– cálculos del costo de tal Charruexit, y múltiples análisis de las conveniencias y contrapartidas de esa decisión.

En opinión de esta columna, ése sería el camino acertado: la salida. El Mercosur sólo sirve hoy para defender a ciertos sectores como el automotor, un gigantesco monopolio en el que empresas internacionales y otras cuasilocales han creado un feudo en el que pueden vender autos ganando el doble de lo que ganan en sus países de origen y los estados obtienen ingresos impositivos que caen sobre las espaldas de sus contribuyentes.

Un sistema que se une al de los monopolios importadores en otros rubros, que garantizan altos precios que indignan cuando se comparan con Chile, o con cualquier otro país extrazona o sea normal.
Tampoco sirve por eso la alianza aduanera para negociar por medio del toma y daca, ya que la variante de dejar de comprar a quienes ponen trabas a las exportaciones del grupo, como ocurre con la Unión Europea, está también vedada por los intereses sectoriales.

El Mercosur no ha logrado ni logrará los objetivos que justificarían su existencia: generar un aumento importante de flujo de comercio internacional que baje los precios al consumidor, incremente su bienestar y sus opciones y cree una necesidad de servicios conexos que aumenten el empleo y potencien el crecimiento. Esto es exactamente lo que está pasando en el resto del mundo. Aún la horrible Unión Europea es más efectiva en estos aspectos.

La pregunta de fondo, más que los cálculos y evaluaciones de costos, es para qué se saldría de este acuerdo. ¿Para seguir como hasta hoy, con el PIT-CNT oponiéndose a toda apertura, en un tácito acuerdo con quienes usan el bloque regional para gozar de un mercado cautivo de altos márgenes sin competencia? ¿Un Mercouruguayunilateral con acuerdos en donde supuestamente todos le quieren comprar y nadie quiere venderle?

Debe aceptarse que la actual alianza regional es perfecta para quienes creen que la industria debe ser protegida por mil años,para que genere puestos de trabajo y actividad, aún con sus ineficiencias y con sus precios ridículos. Salir de ella es salir de la protección, tanto empresarial como laboral. Inaceptable para quienes lucran con la cerrazón.

Estas ideas aplican igualmente para Argentina. El Mercosur tampoco le sirve a su población. No le abarata el costo de los bienes, no le mejora su calidad de vida, no impulsa los servicios, no le da alternativas que le permitan aumentar su output, la convierte en un país más pastoril que nunca, dependiente y medieval.

Esto que es más evidente en los dos países del Plata, también es cierto para Brasil y Paraguay, aunque la conveniencia de sectores específicos con alto poder de cabildeo lo haga ver diferente. Brasil es una gran potencia industrial a costa de encarecer la vida a toda la subregión, incluyendo su propia sociedad. Paraguay crece y progresa cuando se aparta a escondidas del cepo mercosureño y comercia libremente, en blanco o en negro. Como ocurrió con las "exportaciones" de soja y ganado durante la veda exportadora del kirchnerismo.

Lo que le convendría a los cuatro países fundadores, o más bien a la sociedad de cada uno de ellos, es irse del Mercosur, un extremo que muestra la inviabilidad de cambiar su proteccionismo. Lo que no es bueno para Uruguay, no es bueno para nadie. Porque habrás dos bibliotecas sobre la apertura comercial, sobre todo argumental, pero no hay dos juegos de estadísticas. Y las series históricas muestran claramente abrumadores resultados a favor de la apertura, sobre todo en la lucha contra la pobreza.

A esta altura del comentario, habrá quienes sostengan como suele ocurrir, que Uruguay no es proteccionista. Entonces, la empecinada obstrucción del gremialismo, que se opone a todo tratado de libre comercio como si fuera el demonio mismo, ¿es sólo ideológica?

"Uruguay es diferente", se escucha. Como si esa frase no la pronunciasen otros 50 países en el mundo. "Necesitamos más mercado interno", continúa el argumento. "Lo que hace falta son 500 mil inmigrantes". Seguramente porque cada uno de ellos va a venir con cuarenta mil dólares bajo el brazo para comprarse un auto y así generar una gran demanda.

Los inmigrantes ricos no emigran hoy a Uruguay o Argentina. (Ni hacen falta tantos jardineros, sanitarios, albañiles y mucamas.) Para quienes creen en el infantilismo permanente de la sociedad, salirse del Mercosur jamás será una opción aceptable. Afuera está el enemigo. Y, sobre los inmigrantes, recuérdese que Uruguay ya tiene medio millón de desocupados, no necesita importarlos.

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