El máximo logro del Cr. Damiani: la Copa Libertadores de América de 1987

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A 100 años del nacimiento de José Pedro Damiani: una figura que hizo historia

Se cumple el centenario del nacimiento del Cr. José Pedro Damiani, un personaje que hizo boxeo, básquetbol, fue golero, tuvo una murga, un stud, fue político, presidió a Sporting y a Peñarol con el que ganó un quinquenio y la Libertadores
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09 de octubre de 2021 a las 05:04

Tenía apenas 7 años cuando murió su papá que se llamaba como él, José Pedro Damiani y también era contador. Amelia Martínez, su madre, se hizo cargo de la casa, de su hermano mayor, Marcos Juan y de la menor, Amelia en la casa que compartían en Maldonado e Ibicuy, hoy Gutiérrez Ruiz.

La familia Damiani había llegado a Uruguay proveniente de Génova, Italia, y comenzaba a echar raíces.

Este domingo 10 se cumplen 100 años del nacimiento del Cr. José Pedro Damiani, uno de los presidentes que hizo historia en Peñarol.

Todo un documento: la invitación para el casamiento de los padres del Cr. José Pedro Damiani, quienes como se aprecia, se casaron en junio de 1917

Se crió con el sonido de las lonjas de fondo y el 30 de julio de 1930, un miércoles de tarde, con solo 8 años, aprovechó una avalancha de gente y se coló con unos amigos en la final del Mundial que Uruguay le ganó 4-2 a Argentina. De allí se fue a festejar por 18 de Julio y llegó a casa muy entrada la noche.

“Recibió la paliza más grande de su vida”, recuerda su hijo Juan Pedro a Referí.

El 13 de abril de 1950 se casó con Gladys Sobrero. En aquella época se estilaba estar muchos años de novio previo al casamiento y ellos estuvieron ocho. No era supersticioso y se quiso casar un 13. El gran problema surgió tres meses después cuando se jugó el Mundial de Brasil –en el que Uruguay se consagraría campeón–, y pese a que Gladys no quería que viajara lo hizo igual.

El Cr. Damiani el día de su comunión

“Yo no había nacido, pero me contaron que tuvo un lío bárbaro con mamá”, dice Juan Pedro con una sonrisa.

El tema es que el contador estuvo en las dos finales de la Copa del Mundo que ganó Uruguay en 1930 y en 1950.

El legado que dejó al día de hoy son 21 nietos y 39 bisnietos, más sus cinco hijos: Verónica, Magela, Patricia, Gabriela y Juan Pedro, quien recuerda a las risas que como había tenido cuatro hijas mujeres, cuando nació él, de nombre le puso “Juan Por Fin” y así lo anotó. Al otro día tuvo que ir a cambiarlo por el de Juan Pedro porque su esposa “casi lo mata”. Este domingo, esos hijos y nietos con sus parejas, llegarán a 95 personas que se reunirán en la casa de Juan Pedro para celebrar una especie de homenaje por el centenario “del patriarca”.

Damiani el día de su casamiento con su esposa Gladys Sobrero

En Peñarol simplemente con nombrar al contador, no hace falta, incluso al día de hoy, 14 años después de su muerte, aclarar el apellido.

Su hija Verónica se suma a la charla con Referí. “Papá nunca nos dejó dormir fuera de casa. Íbamos a colegio de monjas y teníamos que viajar por retiros espirituales. Entonces una de las hermanas me pidió el teléfono para tratar de convencerlo. Él la atendió y le dijo: ‘En el colegio manda usted, en casa mando yo’, y no nos dejó ir”, cuenta.

Gladys Sobrero, la esposa del Cr. Damiani, junto a sus cuatro hijas y sobre su falda, Juan Pedro Damiani, el menor de los hermanos

Tanto ella como Juan Pedro recuerdan que en su velorio vieron a mucha gente que no conocían. Uno se acercó a saludar y agradecerles porque el contador lo había mandado a operar al exterior, otro le dijo que le compró una pierna ortopédica, y así hubo varios casos.

Verónica dice que un día su padre llamó a su hermana Magela y le preguntó si Nacho, hijo de ella –su nieto–, tenía un traje. La respuesta fue negativa, entonces el contador se lo compró. Quería que a su velorio fueran todos sus nietos de saco y corbata.

A las 3 de la mañana de la noche del velorio, fue Juan Ramón Carrasco a saludar y entre otros que estuvieron, se hizo presente el entonces presidente de Nacional, Ricardo Alarcón.

“Papá era un ser muy especial. Era un verdadero patriarca, el que marcaba la cancha en la familia. Con su muerte, se apagó la luz. Fue un ser privilegiado que dejó huella. ‘Yo les doy el apellido y ustedes tienen que sacarle lustre’, nos dijo”, dice Verónica.

Siendo aún un niño, su hermano Marcos Juan le dijo que los Reyes Magos no existían. Entonces se fue a una juguetería a cuidar juguetes, una especie de trabajo, y por su esfuerzo, le terminaron regalando un juguete. Ya sabía negociar.

Habano eran los de antes, el Cr. José Pedro Damiani con un enorme cigarro, disfrutando el tiempo libre con sus hijos

Ya de chico comenzó a trabajar mientras hacía el liceo nocturno. Su tío Juan Martínez le consiguió un lugar en el Banco Aldave y Martínez, aunque sus primeros pasos en el trabajo fueron en la agencia marítima Houlder Brothers. Era su gran mentor y luego de su muerte, cuenta Juan Pedro que utilizó corbata negra durante 20 años en señal de luto y respeto.

Juan Pedro también dice que en 1949 se recibió de contador luego de que antes de cada examen visitara, religiosamente, la iglesia del Cordón y de que llevara siempre una estampita de Santa Rita. “Era muy religioso”, explica.

Le gustaba el deporte y lo practicó. Hizo boxeo un tiempo, jugó como golero en la Liga Universitaria y en la Reserva de Racing y al básquetbol en Sporting, el club de sus amores, y luego en Defensor, con el que alternó en Primera.

Juan Pedro Damiani, de niño, acompañado por sus hermanas y su padre, José Pedro Damiani en el hipódromo

Incluso llegó a tener un gimnasio de boxeo que se llamaba Wilson Boxing Club en Propios y Arechavaleta.

Una de las costumbres que adquirió tras la muerte de su madre Amelia, fue ir todos los domingos a visitar su tumba al cementerio del Buceo. Con el paso de los años, se hizo tradición hacerlo con sus propios nietos.

Una de sus pasiones era apostar por los caballos, pero en esta foto se lo ve montando uno, algo no muy usual

“Papá recogía a todos los nietos y se iban primero al cementerio a comprar flores de la época del año en la que estuviera. Luego se iban al Parque Rodó y le abrían los juegos para él a las 11 de la mañana. Después todos iban al quiosco El Paquín, en Pocitos, y cada nieto tenía un minuto para elegir un juguete. Y todo terminaba en su casa con el almuerzo en familia”, explica Verónica.

De a poco se fue acercando al mundo del deporte. Primero con el básquetbol y el boxeo. Fue presidente de su amado Sporting y viajó a ocho Juegos Olímpicos como delegado.

Sporting campeón intercontinental tras vencer a Real Madrid en 1965; José Pedro Damiani era el presidente y se lo ve en la fotografía del equipo

Con Sporting hizo historia porque fue el primero que trajo extranjeros. El panameño Pedro “Mago” Rivas era un fenómeno y lo trajo al club. Luego también lo hizo con Canela, el técnico que venía de ser campeón del mundo. En 1967, fue decisivo con sus contactos con la FIBA para conseguir los votos y que Uruguay fuera sede del Mundial.

Juan Pedro y Verónica recuerdan que, con Sporting, logró ganarle nada menos que a Real Madrid, una potencia también en básquetbol. Le ganaron la final de la Copa Intercontinental en 1965.

Así fue conociendo personajes del mundo como, Raimundo Saporta, el encargado de la parte de básquetbol de los merengues, de quien se hizo muy amigo, y este le presentó al presidente Santiago Bernabéu, con el que mantuvo una fecunda relación.

El Cr. José Pedro Damiani en el Hipódromo de Maroñas con su pequeño hijo de entonces, Juan Pedro Damiani

“Yo era chico, pero recuerdo un almuerzo con mi viejo y Santiago Bernabéu en Madrid. Las conexiones que tenía en el mundo por sus constantes viajes, eran increíbles. También conocí, por nombrar solo a uno más, a David Rockefeller en un viaje a Nueva York”, dice Juan Pedro.

Vivió miles de anécdotas en sus ocho Juegos Olímpicos como delegado. En 1952 y 1956, fue como delegado del básquetbol a Helsinki y Melbourne, respectivamente, y allí Uruguay obtuvo las dos medallas de bronce que hasta hoy acuña este deporte.

Verónica era la hija mayor del contador y cuando él no estaba, acompañaba mucho a su mamá. Recuerda que cuando él se fue a esos dos primeros Juegos Olímpicos, iba con ella a la casa de un radioaficionado llamado (Román) Mir, quien vivía frente al club Náutico de Carrasco y Punta Gorda y desde allí hablaban con él.

José Pedro Damiani, junto a Juan Pedro Damiani y el arquero de entonces de Peñarol, Ladislao Mazurkiewicz

En esta historia no puede faltar la otra parte. Gladys, su esposa a quien recuerdan sus hijos.

“Mamá era un ser extraordinario”, cuenta Juan Pedro. Y Verónica agrega: “Fue una gran hacedora, condujo toda la familia en silencio. La adoraba todo el mundo

En 1964, fue a los Juegos de Tokio como delegado de boxeo con el único participante que tuvo Uruguay que fue Washington “Cuerito” Rodríguez. Y Cuerito cumplió y se trajo un nuevo bronce.

Entonces aquí se mezcla otra de las pasiones de Damiani: los caballos. Su stud sigue siendo el más antiguo en la actualidad y se llama Sporting Club.

Varios nietos acompañan a José Pedro Damiani en uno de sus cumpleaños

Para que Cuerito tuviera el reconocimiento que merecía a la vuelta de su participación, el contador le puso a uno de sus mejores caballos el nombre “Dale Cuero”.

Lo recuerda Verónica: “Papá le quiso hacer un homenaje a Cuerito Rodríguez y quería que la gente reconociera su esfuerzo. Le puso ‘Dale Cuero’ a uno de sus mejores especímenes y cada vez que corría y venía peleando por ganar la carrera el público gritaba “¡Dale Cuero! ¡Dale Cuero!’ y así ganó muchas competencias”.

Damiani, a su vez, fue el impulsor de la llegada del Panathlon Club a Uruguay. Se trata de una entidad internacional al servicio del deporte que se encarga de defender los principios del mismo. También fue su presidente.

Pero en su historia variopinta, el contador asimismo incursionó en carnaval y tuvo en “Don Timoteo” a su murga, como dice Juan Pedro.

El Cr. Damiani saludando al entonces intendente de Montevideo, Tabaré Vázquez

También ocupó cargos en la política del país. Fue candidato a la Intendencia Municipal de Montevideo por la Unión Colorada y Batllista apoyando a Jorge Pacheco Areco cuando se dio el retorno de la democracia en las elecciones nacionales de 1984.

“Fue el que obtuvo más votos, pero perdió por la ley de lemas y entonces ganó Aquiles Lanza”, comenta Juan Pedro.

Igualmente, el presidente electo de entonces, Julio María Sanguinetti, lo nombró vicepresidente del Banco República, lugar que ocupó durante una década.

José Pedro Damiani en familia, junto a su esposa y sus cinco hijos

Asimismo, fue presidente de la Cámara de Comercio Uruguayo Argentina.

Aquel tío Juan Martínez, su mentor, el que tanto lo marcó en su vida y que le consiguió trabajo en el banco de la familia, sería fundamental para que el contador a lo largo de su carrera, se transformara en un banquero muy reconocido que tuvo bancos en Argentina y Panamá.

Peñarol, su vida

La vieja casona de la sede de Peñarol que quedaba en la calle Maldonado, estaba a una cuadra y media de su casa, y así fue cómo comenzó a frecuentarla y a conocer al club por dentro.

En la década de los años de 1960 estaba Gastón Guelfi como presidente y ya había aparecido otro gran dirigente como Washington Cataldi. El contador se lanzó a la arena política del club y consiguió su puesto en el consejo directivo.

El máximo logro del Cr. Damiani: la Copa Libertadores de América de 1987

Desde su lugar, ayudó mucho a Peñarol como tesorero. En 1973 junto a Guelfi, “tuvo mucho que ver con la llegada de Fernando Morena al club, y también con su repatriación desde España en 1981”, recuerda Juan Pedro.

Y agrega respecto a Guelfi: “Eran muy amigos con el viejo. El día que firmaron lo de Morena, Guelfi lo llevó en su Peugeot 404 blanco hasta el aeropuerto. Y esa misma noche, Guelfi murió. Fue un golpe muy duro para mi viejo”.

Pese a que no pertenecían al mismo grupo político dentro de Peñarol, también se llevaba muy bien con Cataldi al que Juan Pedro dice que “lo trataba de usted”.

El Loro Quiquenio que hizo famoso el Cr. José Pedro Damiani en 1997 cuando ganaron el segundo quinquenio con Peñarol

Con el paso de los años y en 1987 logró la presidencia por primera vez.

Y así comenzó a gestar su historia en el club. Primero ganó la Copa Libertadores de América de aquel año. Luego, en 1993 contrató a Gregorio Pérez y este le pidió a un futbolista. “Contrátelo contador. Este jugador va a cambiar la historia”, cuenta Juan Pedro que le dijo Gregorio. Hablaba de Pablo Bengoechea y Damiani lo trajo. Y juntos ganaron el segundo quinquenio de Peñarol.

El legado que dejó José Pedro Damiani junto a su esposa Gladys: una familia inmensa que este domingo celebrará su centenario

A propuesta de Cataldi, fue nombrado presidente honorario del club.

A su vez, fue condecorado por la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) con la Orden del Mérito del Fútbol Sudamericano.

En febrero de 1960, le escribió una carta a su hijo Juan Pedro para que se la entregaran cuando él ya hubiera fallecido. Su hermana Verónica esperó que también dejara de existir su madre, en 2011, y allí se la dio.

Juan Pedro Damiani en su estudio con el cuadro de su padre, el Cr. José Pedro Damiani, detrás

Referí tuvo acceso a ella en la que le cuenta a su hijo de forma muy íntima y escrita con su propia máquina de escribir de entonces, cómo abordar la vida con una prosa excelente.

Su habano, su vaso de whisky al que siempre llamaba “té con hielo” y sus frases para el recuerdo, son parte de su copyright.

Y una anécdota que lo pinta de cuerpo entero la contó Juan Pedro a Referí. “Un día se fue a bajar de un tranvía y se cayó al piso. Un hombre pasaba por ahí y le preguntó: ‘¿Se cayó?’. Y mi viejo le contestó: ‘No, no, siempre bajo así’”.  

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