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A 50 años de su llegada, cómo fueron las primeras importaciones de semen de Uruguay

Para la primera importación de semen fue necesario realizar un trámite que duró dos años y contar con la firma del ministro de Economía
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13 de enero de 2020 a las 05:00

La ganadería ha tenido una evolución más que positiva en Uruguay, país que se ha convertido en un proveedor de la mejor genética, en razas de carne y leche, en todo el mundo. La clave es que desde hace medio siglo trabaja fuertemente en la importación de semen para mejorar los rodeos, probando y comparando la calidad y mejorando la producción en cada raza. En noviembre de 2019 se cumplieron 50 años desde que Uruguay recibió por primera vez semen de toros Holando, Jersey, Hereford y Aberdeen Angus.

En 1964 nacían en Uruguay los primeros terneros de semen importado, proveniente de Gran Bretaña, una donación de la corona británica a los criadores de Jersey del país. Y algunos años más tarde, en 1969, se realizó la primera importación de semen por una empresa comercial.

El negocio fue concretado por Carnation Farms, de Estados Unidos, y el importador fue Carnation del Uruguay Ltda, de Hugo Larrosa, un negocio que incluyó algo menos de 300 dosis y tuvo un costo de US$ 3.000 aproximadamente.

Hoy Uruguay importa cerca de 500 mil dosis anuales. El valor promedio de cada dosis es de US$ 8 a US$ 10 –el semen sexado cuesta en el eje de los US$ 20–. Es decir que, anualmente, los productores uruguayos invierten cerca de US$ 5 millones en semen importado.

En diálogo con El Observador, Hugo Larrosa –exdirector de Carnation del Uruguay– contó que en 1962 vendió una dosis de semen a US$ 200. Por su parte, Daniel Rodriguez Higgs, también pionero en la importación de semen, narró que la dosis “más cara” que subastó fue de un toro americano por US$ 600. “Éramos unos chorros”, comentó, entre risas, Rodríguez Higgs.

La primera importación fue en 1969, y en 1974 los grandes campeones de la Expo Prado de las cuatro razas que estrenaron los envíos –Holando, Jersey, Hereford y Angus– fueron todos hijos de las primeras dosis. “La primera generación de animales importados fueron al Prado y se ganaron todo”, recordó Larrosa.

Los trámites para la primera compra, que tardó dos años en concretarse, fueron “brutales”. Para cerrar el negocio no solo fue necesario crear protocolos sanitarios, sino que en aquel momento había un estricto control de cambio y “no cualquiera” podía importar y, mucho menos, enviar dólares al exterior. Además, la primera importación debió ser firmada por César Charlone, el ministro de Economía de aquella época.

¿Cómo Uruguay mejoraba su genética previo a la importación?

Antes de que Uruguay importara semen los productores, instituciones agropecuarias o cooperativas traían directamente a los toros. Los importadores contaron que, en 1946, Conaprole trajo un toro, que fue campeón mundial, que costó más de US$ 50 mil, lo que valía una estancia entera en aquel momento.

En esa época se trabajaba con semen fresco y la cooperativa lo llevó a un campo ubicado en la intersección de la ruta 11 y la 8. Una vez allí, el tambero debía trasladar a sus vaquillonas a ese predio para sacarle el semen fresco al animal e inseminar los vientres.

Por su parte, la dirección de Agronomía –un antiguo departamento del MGAP– también importó terneros de Estados Unidos para prestárselos a diferentes productores. Con el tiempo ese método se dejó de utilizar dado los problemas sanitarios que generaba la práctica.

Una vez concretadas las importaciones se comenzó –en 1970– a trabajar en las capacitaciones en inseminación artificial, a modo también de difundir e incentivar el uso de esta tecnología. Las empresas involucradas en este negocio no solo se ocuparon de importar semen, sino que también fueron las grandes difusoras de la técnica de inseminación que, prácticamente, no estaba desarrollada en el país.

Sin embargo, en mayo de 1971 el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) restringió la importación de semen para uso exclusivo en animales de pedigrí, delegando en la Asociación Rural del Uruguay (ARU) la emisión de los permisos de importación. La institución los otorgaba en proporción a los vientres de pedigrí que poseía el productor interesado, que era de tres dosis por vientres de pedigrí inscripto. Esta actitud de la ARU, según los importadores, enlenteció el progreso genético y agregó “muchos costos” al precio del semen.

Miguel Algorta, Hugo Larrosa, Daniel Rodríguez y Juan Pablo Barreto.

La fundación de la Cámara de Importadores de Semen fue en 1978 de la mano de Miguel Hugo Larrosa, Luis Cuenca, Julios García Lagos y Daniel Rodríguez Higgs. Al tiempo, impulsados por la presión de los criadores de Angus, Jersey y Holando, la Cámara y Conaprole lograron aperturas parciales a las restricciones y se autorizaron las compras para ganado seleccionado.

Finalmente, en 1992, el MGAP –gracias a un decreto emitido por el presidente Luis Alberto Lacalle– liberó totalmente las importaciones y, según recuerdan los operadores, desde ese momento el mejoramiento de la genética en todas las razas “fue explosivo”.

Las empresas involucradas en este negocio fueron las grandes gestoras en lograr la sanidad del rodeo uruguayo, dado que las condiciones sanitarias impuestas por el MGAP siempre fueron respetadas al pie de la letra. De hecho, en todos estos años nunca se produjo ningún incidente sanitario provocado por semen importado legalmente en el país.

 “La importación de semen permitió democratizar la genética y hoy, tanto el que tiene 3.000 vacas como el que tiene dos, puede usar al mejor toro de cualquier lugar del mundo”, señaló Larrosa.

La llegada de los termos

Los termos se inventaron en 1953 y con ellos, en vez de congelar en hielo seco a más de 70° bajo cero, se podía congelar el semen 196°. De esta manera, los viajes se volvieron más confiables y el producto comenzó a tener más duración.

Cuando los termos llegaron a Uruguay, los importadores tenían 12 horas para llegar al campo para inseminar a las vacas. Con el termo bajo el brazo, se tomaban la Onda o la Cita para concretar el trabajo.

“La vaca da 12 horas de ventaja entre que está en celo y se la puede inseminar. Llamábamos con el teléfono a manija a los productores y teníamos tiempo de la tarde a la mañana para inseminar esa vaca”, agregó el importador.  

Fueron los japoneses quienes dieron la llave de la congelación de semen al mundo. La primera importación de semen vino envasada en una ampolla de vidrio, pero las importaciones ilegales se traían en una "pastilla" y “había que cerrar los ojos” para ver qué surgía de aquella práctica.  

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