La última encuesta divulgada antes de las elecciones de Brasil del próximo domingo mostró que la tendencia que se venía dando en las últimas semanas se mantiene. El ultraderechista Jair Bolsonaro lidera las intenciones de voto y su único seguidor cercano es Fernando Haddad, el sucesor del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que fue impedido de presentarse en esta elección. Para una casi segura segunda vuelta, ya que ninguno logrará más del 50% de los votos en la primera, algunas encuestas manejan un empate técnico entre ambos candidatos. En este caso será clave la postura que adopte el resto de los candidatos
Este domingo 7 de octubre los brasileños eligirán, además del presidente, a los gobernadores, diputados, dos tercios de los senadores y representantes en las asambleas regionales. La segunda vuelta está prevista para el 28 de octubre.
Bolsonaro tiene, a esta altura sin dudas, su presencia asegurada en la segunda vuelta, y con al menos diez puntos de ventaja sobre Haddad. Las encuestas llegaron a darlo ganador en varios escenarios de balotaje; en la última semana de septiembre registró un retroceso pero un sondeo Ibope del lunes mostró que repuntó y que en una eventual segunda vuelta, gana o empata con la mayoría de sus eventuales adversarios. Si Bolsonaro fuera electo, sería la primera vez que un presidente de extrema derecha, apólogo de la dictadura (1964-85) y de sus métodos de tortura, llegara al poder en Brasil.
Tras la invalidación de la candidatura del expresidente Luis Inácio Lula da Silva, encarcelado por corrupción, su delfín Fernando Haddad, exalcalde de Sao Paulo, escaló rápidamente en los sondeos hasta situarse en segundo lugar. Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), parece tener, al igual que Bolsonaro, su presencia asegurada en la segunda vuelta. La semana pasada una encuesta lo dio como ganador fuera del margen de error, pero el sondeo Ibope del lunes los muestra en igualdad de intención de voto. Si Haddad fuera electo, el PT ganaría su quinta presidencial consecutiva, tras las elecciones de Lula (2002, 2006) y de Dilma Rousseff (2010, 2014). El mandatario saliente, Michel Temer (PMDB, centroderecha), llegó al poder como vicepresidente de Rousseff, destituida en 2016 por el Congreso.
Lula, con casi 40% de las intenciones de voto, fue finalmente apartado de la carrera electoral tras meses de idas y vueltas político-judiciales. Esa incertidumbre explica en gran medida que estas elecciones se hayan convertido en las menos previsibles de las últimas décadas en Brasil.
Bolsonaro, por su lado, rozó la muerte tras ser apuñalado en un acto a inicios de septiembre. El ataque lo sacó de la campaña en las calles.
Limitado. Además de Lula, impugnado por su situación judicial, decenas de políticos acusados de corrupción deberían mantenerse al frente del país, según los analistas. Los caciques regionales, y en muchos casos sus hijos, serán con toda probabilidad reelectos.
La gigantesca investigación Lava Jato, sobre un sistema de sobornos en Petrobras, sentó en el banquillo o puso tras las rejas a decenas de empresarios de primer plano y a responsables de casi todos los partidos políticos, pero no llegó a revolucionar la práctica de la política en Brasil.
Los operadores de mercado apostaban por candidatos centristas, que no llegaron a despegar en los sondeos. Ante la polarización, vienen dando señales de preferir a Bolsonaro sobre Haddad. El líder de la ultraderecha, que admite ser totalmente lego en economía, anunció que de llegar al poder nombraría al frente de un poderoso ministerio de Hacienda a Paulo Guedes, un ultraliberal.
La recuperación de la economía, después de dos años de recesión (2015 y 2016) y otros dos de débil crecimiento. En el centro de las discusiones está una reforma de las jubilaciones, cuestionada por el PT aunque admitida por candidatos incluso de centroizquierda, para tratar de reducir los déficits del Estado.
Otro reto: poner fin a la escalada de violencia que cada año deja más de 60.000 muertos. La seguridad, junto a la salud, la educación y la vivienda -sectores con magros presupuestos- figuran entre las mayores preocupaciones de los electores.
Basado en AFP
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