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4 de mayo 2022 - 12:06hs

Por Martín Dinatale 

En medio de la pelea interna que se desató entre el presidente argentino Alberto Fernández y el kirchnerismo duro, comenzó a rodar una idea central como posible solución al conflicto que vive el Frente de Todos –que encabeza el gobierno–, que tiene como referencia concreta al Frente Amplio.

Algunos lo llaman la "salida a la uruguaya", y otros funcionarios o dirigentes del oficialismo en Argentina prefieren hablar de la "institucionalización de las diferencias". Es decir, el ordenamiento interno para que las discordias se canalicen por vías formales y no salpique hacia afuera con sus potenciales efectos colaterales.

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Claro que en los diálogos que en las últimas horas cruzaron a referentes del gobierno con legisladores o dirigentes de peso del Frente de Todos imperó una coincidencia general: antes de arribar a cualquier fórmula probable de solución de la grieta interna, será necesaria una reunión a solas entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner para limar asperezas.

¿Podrán el presidente y la vicepresidenta de Argentina sentarse a dialogar para frenar de una vez la tensión interna que sacude al Frente de Todos y evitar una crisis política mayor a la que se desató en las últimas horas?

Nadie se arriesga a evaluar lo que harán Fernández o Kirchner. Dirigentes y funcionarios de ambos bandos consultados por El Cronista coincidieron en sostener que "no hay ánimo" de ninguno de ellos para sentarse a dialogar en estos momentos. Preferirán esperar a que la ola baje. Aunque la ola cada vez crece más y amenaza la estabilidad económica.

La batalla verbal cruzada que el martes protagonizó Fernández con la respuesta al camporista Andrés "Cuervo" Larroque y la arremetida tuitera de Kirchner puso en vilo la legitimidad de su gestión y planteó un escenario imposible para lograr una paz romana con ambos dirigentes sentados a dialogar.

La posible salida de la crisis interna

No obstante, desde la Casa Rosada y en los despachos aledaños al de la vicepresidenta Kirchner, en el Senado comenzó a rodar la idea de poner fin a las pujas internas del Frente de Todos con una salida a la uruguaya: esto sería, emular el esquema de poder que imperó en el Frente Amplio en 15 años con los gobiernos de los expresidentes Tabaré Vázquez y José Mujica, quienes tenían notables diferencias de criterio aunque lograron convivir y llevar adelante el país sin entrar en una crisis interna.

En la práctica, un albertista puro comentó que este esquema de poder debería reinstalar la idea inicial del gobierno de Alberto Fernández, donde se había armado una "mesa nacional" del Frente de Todos con representación de todos los sectores de la coalición de gobierno.

En este esquema de poder se evalúa que una mesa nacional en la que convivan los camporistas, el Frente Renovador, el cristinismo puro y el albertismo junto con referentes de los gobernadores e intendentes del conurbano sería un buen espacio de discusión interna y toma de decisiones que luego serían refrendadas por Alberto Fernández.

El antecedente inmediato que mencionan en el gobierno argentino como ese esquema de poder funcional frentista es el que en los años 90 armó el intendente porteño, el peronista Carlos Grosso, quien sumó a referentes de las distintas vertientes del Partido Justicialista (PJ) para evitar una ruptura en el peronismo y gobernar la ciudad de Buenos Aires.

Pero el mayor y más cercano ejemplo de fórmula de "institucionalización de las diferencias" se percibe hoy desde el poder en el modelo uruguayo que tanto Fernández como Kirchner elogiaron siempre.

Desde este punto de vista, un legislador allegado a Cristina Kirchner comentó a El Cronista que la fórmula de la "institucionalización de las diferencias" como el Frente Amplio debería traducirse también en el debate interno formal, sin que las diferencias afloren en los medios.

Claro que este esquema presenta algunas dudas. Por empezar, las resoluciones de la Mesa Nacional de toma de decisiones debería estar atada a lo que finalmente resuelvan el presidente y la vicepresidenta argentina. Es decir, el riesgo de una nueva disputa de poder está a la vuelta de la esquina.

Además, el problema que se presenta hoy en Argentina es que el gobierno responde al Frente de Todos como coalición oficialista. Pero en su historia el peronismo siempre fue frentista.

En el massismo (sector de Sergio Massa) son más escépticos. No ven una salida inmediata a la crisis interna en la que está sumergido el gobierno y el frente oficialista. "Hoy reina la confusión. Habrá que esperar unas semanas más", dijo a El Cronista un dirigente que tiene oficinas en la Cámara de Diputados junto a Sergio Massa. 

El titular de la cámara baja, aclaran, no hará ninguna gestión por ahora para acercar posiciones entre el presidente y la vice porque entiende que las diferencias las deben resolver ellos solos.

En el Frente Amplio convivieron Vázquez y Mujica. Estaban en el mismo espacio los tupamaros, los socialistas, la Alianza Progresista y el Nuevo Espacio, entre otros. Lograron gobernar 15 años con profundas diferencias internas, pero tomaron medidas para que la economía se fortaleciera, acordaron leyes como el aborto, el matrimonio igualitario y la legalización de la marihuana, entre otras.

Hacia el final de mandato de Mujica surgieron muchas diferencias en el Frente Amplio por el sistema educativo o el incremento de la inseguridad. Esto dio lugar, años después, al triunfo del presidente Luis Lacalle Pou.

En la pasada campaña presidencial, Alberto Fernández se metió de lleno para apoyar a Daniel Martínez, entonces candidato del Frente Amplio. En aquella visita, el mandatario argentino puso como ejemplo la gestión de la izquierda en el país y lanzó una frase que hoy suena como premonitoria: "Tenemos que tratar de copiar los 15 años de desarrollo que lograron con el Frente Amplio", dijo.

La sobrevivencia política del Frente de Todos indicará si pesan más las pujas internas de poder que la gestión del gobierno para sacar a Argentina de la crisis. Y, en este contexto, si el modelo uruguayo que elogia Fernández puede ser un canal válido para evitar una crisis mayor.

El Cronista

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