A24: El oasis independiente de Hollywood donde todos quieren trabajar

"No, Luz de Luna, ustedes son los ganadores". Aquel domingo 26 de febrero una pequeña película independiente festejó el error de Faye Dunaway al anunciar el ganador a Mejor Película de los premios de la Academia. Esa noche, entre los agradecimientos atropellados de los productores y el director de la película, se coló una letra y un número: A24. Para quienes prefieren evadir los tanques más sobrecargados de Hollywood, la mención no fue una sorpresa. Para ellos, espectadores que suelen revolver entre el cine más independiente, A24 es sinónimo de algo más que cine solo para entretener.

Esa letra y ese número corresponden a uno de los estudios estadounidenses más interesantes del momento. Desde 2013, A24 distribuye películas que exploran tópicos tan diferentes, necesarios y estrafalarios como pertinentes. Desde un onceavo piso en la calle 27 sur de Manhattan, la compañía pasó de ser un sueño casi utópico de tres amigos, a producir, distribuir y dar visibilidad a películas que tienen algo que decir, que creen en que su historia merece ser contada por fuera de las grandes majors.

Ya desde su inicio, A24 rehusó aceptar las reglas de juego del mundo del cine mainstream. En lugar de establecer su base de operaciones en Los Ángeles, Daniel Katz, David Fenkel y John Hodges miraron hacia la otra punta del país, a la gran manzana. Los tres habían crecido en una época en la que el cine independiente tenía a Miramax –creada por los hermanos Weinstein y que en ese entonces no formaba parte de Disney– como bandera; buscando un lugar que replicara aquel caldo de cultivo que se gestó en la década de 1990, fundaron su pequeña empresa. Era el 20 de agosto de 2012.

Pronto, el piso de A24 comenzó a llenarse de ideas y proyectos. Algunas estrellas y directores aún no muy consagrados veían a la compañía como un lugar donde las ideas no eran manipuladas por los intereses de las grandes empresas, donde lo importante, de nuevo, era la creatividad y los sentimientos que despertaba el arte.

"A24 es la clase de compañía donde en lugar de preguntarte de que va tu película, te preguntan cómo se siente", explicó el director de Luz de Luna, Barry Jenkins, en un artículo sobre la empresa en la revista GQ.

La piedra fundacional de A24 fue una película bastante rara. Spring Breakers, de Harmony Korine, juntaba a james Franco y las ex niñas Disney Selena Gomez y Vanessa Hudgens en una producción que incluía drogas, trajes de baño, tiros y una de las festividades más convocantes de la costa oeste de Estados Unidos. Aquella película, además, tuvo una campaña para el Oscar para nada discreta: "Presten atención a esta mierda", anunciaban.

Al filme le fue muy bien y permitió que la voz se corriera: en Nueva York había un estudio que bancaba los proyectos alternativos que en Universal, Paramount o empresas similares no tenían lugar.

Así, de un día para el otro, el catálogo de A24 aumentó exponencialmente en nombres, películas y reconocimientos.

A Spring Breakers le siguieron Adoro la fama (de Sofía Coppola), The Spectacular Now, Enemy (de Denis Villeneuve), Under the skin, Locke, Ex Machina, La bruja y muchos otros títulos destacados. Las películas trajeron también loas de la crítica especializada y una atención cada vez más grande hacia la pequeña empresa distribuidora.

Al final, con la victoria de Luz de Luna en 2017, todos debieron aceptar que un nuevo contrincante pequeño pero de peso había entrado al juego.

El Oscar a esa película fue especial por la manera en la que se dio y porque consolidó el camino que el estudio se había planteado desde el inicio. Este año, A24 tiene más oportunidades de demostrar su grandeza. En esta edición, tres de sus películas están entre las nominadas: Lady Bird, El proyecto Florida y The Disaster Artist: Obra maestra. Las tres pasaron o pasarán por las salas uruguayas y se suman a otras producciones del estudio que también se exhibieron por estos lares en 2018, como por ejemplo la reciente El sacrificio de un ciervo sagrado, del griego Yorgos Lanthimos.

Para una compañía que buscó, desde el inicio, sacudir a Hollywood con más calidad y nuevas miradas alternativas, que sea equiparada con estudios que cambiaron la manera de hacer cine –como Miramax o la subdivisión Fox Searchlight– es otra victoria. De alguna manera, el sueño independiente de tres amigos le marcó la cancha a la industria del espectáculo estadounidense desde su costa atlántica y aún planea seguir haciéndolo un rato más. Material le sobra.