En el primer mes que lleva como presidente del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), Pablo Abdala marcó algunas prioridades que vienen de la mano de dos grandes preocupaciones. Por un lado, la falta de capacidad del organismo para cumplir con órdenes de la Justicia. Por el otro, la mala convivencia entre los adolescentes de varios centros de 24 horas, especialmente en los que se denominan “de ingreso” al sistema, causada entre otros motivos porque allí también son derivados jóvenes que egresaron del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (Inisa) con perfiles muy diferentes a otros que ya están viviendo en esos lugares.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá