Martha Valfre renunció a la comisión de Interior para aportar ideas al sistema carcelario

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Asesora en seguridad: “Los homicidios son el único delito que no se puede esconder porque ahí está el cadaver"

La especialista en temas de criminalidad renunció al equipo asesor del Ministerio del Interior. Denuncia que en materia de seguridad tenemos un “sistema divorciado” que no estudia, no invierte en técnicos, cobra al grito y ni siquiera puede copiar las experiencias buenas de otros países
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16 de enero de 2023 a las 05:02

Martha Valfre renunció al Grupo Técnico Honorario para Cárceles, un equipo asesor del Ministerio del Interior conocido popularmente como el “GACH de seguridad”, una referencia al Grupo Asesor Científico Honorario que funcionó durante la pandemia.

Directora de la Academia Uruguaya de Investigación Criminal y Ciencias Forenses, Valfre se había sumado al grupo a través de Andrés Capretti, asesor del ministro Luis Alberto Heber. Sin embargo, no es militante del Partido Nacional sino asesora de Cabildo Abierto. Pero en cuestiones de seguridad, sus ideas no siempre parecen las típicas de un cabildante.

En la puerta de su casa una placa indica que es abogada y psicóloga. ¿Su vocación para qué lado se inclina más?
Mi vocación frustrada fue haber sido forense. Pero era muy mala en física y por eso no hice medicina. Estudié primero psicología y desde allí trabajé siempre temas de violencia doméstica. Luego sentí que me faltaba una patita para trabajar mejor y entonces hice Derecho. Hoy me gusta más el derecho que la psicología, pero mi corazoncito sigue siendo la medicina forense.

¿Y la especialización en temas de seguridad cuándo llegó?
En el devenir de mis estudios y actividades. Yo trabajé con Gabriela Fulco, cuando tenía el equipo de atención a víctimas de violencia doméstica... y terminé involucrándome. Me encanta estudiar e investigar, sobre todo lo referente a los homicidios.

¿Qué expectativas tenía cuando llegó al llamado GACH de cárceles?
Muchas. Mi tesis de psicología estuvo vinculada al diagnóstico diferencial entre trastorno antisocial y psicopatía, y cuando me recibí hice una investigación en las cárceles al respecto. El director en aquel momento era Enrique Navas y yo pasé un enero entero yendo al Comcar a aplicar test y entrevistar presos. Ahí me enganché con ese tema.

"¿Te parece que alguien que estuvo (en el módulo 11) en esas condiciones puede venir deseoso de convivir con los que lo mandaron para allí adentro?"

¿Cuál era la realidad en aquel momento?
La mayoría de los presos que entrevisté eran antisociales, no psicópatas. No había tanta droga como hoy. Era más bien gente que venía de hogares vulnerables, sin una figura paterna firme, con historia de deserción del sistema educativo formal o de repeticiones, y con mucha falta de contención familiar.

¿Sirvió de algo aquella investigación?
Yo le entregué un informe a Navas, no sé qué se hizo con él. Yo sugería entonces lo mismo que vengo sugiriendo hoy: clasificar a los presos y armar cárceles, o módulos, o pisos, o como los quieran llamar, por tipos de personalidades, para poder encarar la rehabilitación. Es lo mismo que pido hoy, con el plus de tratamientos para el consumo problemático.

¿Cuando volvió ahora a las cárceles ahora encontró el mismo panorama que había visto en aquella primera experiencia?
Un poquito peor. El promedio de edad bajó. La mayoría de los reclusos hoy tiene entre 18 y 25 años, y tiene un consumo problemático encima. Basta circular por los pasillos de la cárcel y ver las caras. Y eso complica las cosas.

Casi todos, además, son de los mismos barrios.
Así es. Hay una letra de cumbia que dice: "No es sencillo salir ingeniera en casas de cartón y madera". Hay que tener muchas herramientas internas para sobreponerse a tanta adversidad. La gente reclama "más Estado". Yo no sé si esa es la solución, pero sí creo que hay que hacer valer algunas herramientas que ya existen, como la obligatoriedad de terminar el ciclo básico educativo. ¿Por qué no se controla? ¿La forma de retener a los muchachos en el sistema educativo es bajando el nivel? No. En un mundo cada vez más competitivo, no se puede seguir bajando el nivel.

Aquella primera experiencia en las cárceles terminó en un informe que no se aplicó. ¿Qué pasó con esta segunda experiencia?
Trabajamos, hicimos informes y recomendaciones. El que más recepción tuvo fue el de las medidas alternativas. Sugerimos que, así como hay una dirección que controla la privación de libertad, tiene que haber otra que controle las medidas alternativas. La Oficina se Supervisión de Libertad Asistida (OSLA) ya quedó chica y la mayoría de sus técnicos están concentrados en la zona metropolitana, pero Uruguay es también Artigas, Rivera, Paysandú... Sugerimos que tenía que tener 300 funcionarios, mayoritariamente técnicos. Nos dijeron que solo podían ser 150, por un tema de recursos. Lo entiendo. Pero en lugar de técnicos, tomaron mayoritariamente policías. Y no la hicieron dirección, sino subdirección. O sea que quien gestiona la privación de libertad también gestiona las medidas alternativas, que no son lo mismo.

¿No se entiende la necesidad de contar con técnicos, con gente capacitada?
La sensación que me queda es que hay una disyuntiva: seguridad versus supervisión en libertad. Creo que prima el "bajemos los números", porque eso es lo más importante y lo otro es una “línea secundaria”. Y es un error. Porque cuando tú estás mandando una persona presa, nunca jamás podés olvidarte que un día va a volver a estar entre nosotros. Y si te voy a mandar preso por equis razón, mi interés no es que vuelvas resentido por cómo te trataron, o tecnificado para hacer cosas peores.

¿Es así como vuelven?
Tú has visto las cárceles. ¿Te parece que alguien que estuvo en esas condiciones puede venir deseoso de convivir con los que lo mandaron para allí adentro? Es difícil. Del módulo 11 del Comcar no puede salir nadie rehabilitado. Allí no rehabilitás a nadie. Lo que hay allí son caniles. Y a mí no me gusta poner a la gente en caniles. 

"La persona que comete un delito debería ser evaluada. ¿Está en condiciones de asumir una medida alternativa? ¿O está en un nivel de consumo problemático tal que no puede proyectarse más allá de su consumo? Entonces podemos saber qué hacer con esa persona (...) Hoy tenemos un sistema divorciado. ¿No podemos correr las banderas políticas, al menos en este tema? ¿Qué han hecho otros países?" 

¿Cómo deberían ser las cárceles?
Hay que construir cárceles o módulos nuevos, que como máximo reciban a 500 personas, a las que hay que clasificar bien. Pero lo que se puede construir no se condice con la cantidad de gente que ingresa a las cárceles cada mes, cada semana. Estamos corriendo de atrás. Por eso son necesarias también las medidas alternativas.

Mucha gente equipara esas medidas al volver sin castigo para sus casas.
No es así. Es mandarlos a una prisión domiciliaria o a una tarea de rehabilitación, que en cualquiera de los dos casos debe ser supervisada. El problema es que si vos tenés poca gente para hacer esos seguimientos, obviamente termina pasando lo que la gente dice.

La gente no asume que los presos van a volver algún día. ¿Por qué?
La sociedad está muy polarizada. La gente pide cárcel, cárcel, cárcel, porque quiere seguridad, seguridad, seguridad. ¿La tenemos? No. Vivimos todos detrás de rejas. El Poder Legislativo responde a la voluntad de los votantes y si la gente pide presos, presos, presos, se sacan leyes en ese sentido. Pero cobrar al grito nos sale carísimo.

¿Qué deberíamos hacer?
La persona que comete un delito debería ser evaluada. ¿Está en condiciones de asumir una medida alternativa? ¿O está en un nivel de consumo problemático tal que no puede proyectarse más allá de su consumo? Entonces podemos saber qué hacer con esa persona. Se necesita ese estudio previo.

Y se necesitan técnicos para hacer eso.
Por supuesto. Por eso nuestra recomendación. Hoy tenemos un sistema divorciado. ¿No podemos correr las banderas políticas, al menos en este tema? ¿Qué han hecho otros países? ¿No podemos copiar las buenas experiencias?

¿Qué han hecho?
Estudian a cada preso. ¿La persona delinquió para consumir una droga? Si es así, se le da un tratamiento. Demos recursos para que las pericias que se hacen sean serias y los diagnósticos confiables. Si la persona está bien evaluada, sabés quién es rehabilitable y trabajás con él en ese sentido. 

El diputado Gustavo Zubía suele decir que hablar de rehabilitación es propio de "Frutillitas".
Seré una “frutillita”. Está claro que no todos son rehabilitables, pero un porcentaje sí. Y vale la pena, porque nos beneficia a todos. Si la gente no lo quiere mirar desde el lado humanista, que lo vea del lado egoísta. Si de 14.500 presos podemos rehabilitar a 4.500 yo estaría contenta y me quedaría mucho más tranquila, porque son 4.500 que salieron del delito.

"Hay varios errores (en quitarle importancia a homicidios entre narcos). Yo no quiero que Uruguay sea una Ciudad Juárez. No quiero acostumbrarme a ver que apareció uno con un tiro en la cabeza, quemado y maniatado. Nadie sabe si no va a terminar herido en una balacera cruzada. Y en esos barrios vive mucha gente que no es delincuente"

¿Y el eslogan de Cabildo Abierto "se acabó el recreo" no iba en línea con el reclamo de cárcel, cárcel cárcel?
Yo soy técnica, no política. Y como tal no creo en la cárcel a mansalva. Puede ser para algunos delitos, como los sexuales. Pero no creo que si vos robaste un celular para poder venderlo y comprar paste base, tengas que ir cinco años preso. Porque quizás si en lugar de eso te pongo en un plan de rehabilitación y te enseño un oficio, te pueda transformar en una persona útil.

Las cifras de robos y rapiñas caen, pero los homicidios suben. ¿Estamos más seguros como dice el gobierno?
Depende lo que sea seguridad. Los números son los números, y no los discuto. Pero las cifras de denuncias a mí no me dicen nada, porque la gente ya no denuncia. Y los homicidios son el único delito que no se puede esconder, porque allí está el cadáver.

Existe una tendencia a restarle importancia a los homicidios originados en disputas o venganzas de narcos.
En eso hay varios errores. Yo no quiero que Uruguay sea una Ciudad Juárez. No quiero acostumbrarme a ver que apareció uno con un tiro en la cabeza, quemado y maniatado. Nadie sabe si no va a terminar herido en una balacera cruzada. Y en esos barrios vive mucha gente que no es delincuente. Pero insisto: hay que atacar la demanda de droga, no la oferta. Y la demanda la sacás con tratamientos, que hoy en Uruguay no estamos dando. El Fonasa no los costea. 

¿En las cárceles hoy no hay experiencias educativas?
Sí, hay, pero no son suficientes. Una de las ideas que yo tenía era hacer convenios con el IPA o con Magisterio, para dar clases dentro de las cárceles. Lo tomo del ejemplo de lo que vi en Estados Unidos, donde llegan un paso más: hay clases universitarias en la cárcel. En Uruguay hoy tenemos cárceles enteras con apenas un solo maestro.

"Hay que atacar la demanda de droga, no la oferta. Y la demanda la sacás con tratamientos, que hoy en Uruguay no estamos dando. El Fonasa no los costea"


Usted dijo que todo el Comcar tiene apenas un solo psiquiatra.
Sí. Había otros dos que renunciaron. Hoy queda uno o quedaba, porque estaba por jubilarse. Iba dos veces por semana y veía a 70 personas, en una cárcel que tiene 4.600 presos y un 85% de ellos con problemas de consumo. ¿A quiénes atendía? ¿Existen los estudios que determinan quién de verdad necesita atención? Con un solo psiquiatra, más que médico debería ser vidente.

¿No se puede actuar con un poco de creatividad y realizar un convenio con algún actor privado o universitario que logre mejorar esa situación?
A mí se me ocurría que la Junta Nacional de la Droga pudiera financiar el salario de un psiquiatra para que fuera atractivo trabajar en el Comcar. Es importante. Porque si no ponemos técnicos, vamos a seguir poniendo curitas en fracturas.
 

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