Así es la novela con la que Andrea Camilleri se despidió del comisario Montalbano

Pero no solo en el terreno vital, también en el artístico el italiano rompió todos los pronósticos. Tras varias décadas dedicado al mundo del teatro, donde cumplió todos los roles habidos y por haber, dio el salto a la literatura policial cuando ya era un hombre mayor, que rozaba los setenta años. El éxito a nivel mundial le llegó de la mano del Comisario Montalbano, un personaje bastante fuera de los cánones del género, amante de la buena comida, enemigo de las armas, buena persona, más intuitivo que sagaz, caprichoso, obstinado, un hombre con frecuentes altercados con sus superiores y una constante empatía con la suerte de los menos favorecidos y las víctimas.

Pero lo verdaderamente original fue la forma literaria que eligió para plasmar sus historias, una sabrosa mezcla de policial con comedia, agradable a todos los paladares. Todo esto se puede apreciar en El carrusel de las confusiones, la última novela traducida al español de Camilleri, que presenta un caso de secuestros múltiples vinculados con entidades bancarias (y un crimen pasional como telón de fondo), pero que termina siendo un paseo por las emociones gracias a un elenco de personajes excepcionales como el inolvidable agente Catarella, el mujeriego subcomisario Mimí Augello, el eficiente y brillante Fazio, o el siempre malhumorado médico forense Pasquano, que odia y ama al comisario al mismo tiempo.  

Hay que destacar especialmente el comienzo de la novela, que presenta a Montalbano luchando con una mosca que no lo deja dormir en paz. La cacería del insecto se vuelve una pesadilla, que luego se transforma en una metáfora, ya que cuando logra al fin matarla, se da cuenta de que hay otra mosca en su cuarto, lo que despierta la duda interna sobre si ha matado al culpable o al inocente. 

Pasajes tan logrados como el anterior se repiten a lo largo de una novela llena de acción y diálogos punzantes, que sin embargo se permite momentos de reflexión, breves pero intensos. El caso, como tiene su lado económico, le permite despacharse a gusto: “¡Cuántos bancos había en Vigata!. Lo más curioso era que, a medida que el pueblo se volvía más pobre y más miserable, cerraban las fábricas, fracasaban los comercios y el paro se ponía por las nubes, el número de bancos aumentaba. ¿Cómo se explicaba ese misterio?”, escribe.

Como siempre también, por activa y por pasiva, está la mafia siciliana, que en esta novela, como en tantas otras, se comunica con Montalbano por canales poco ortodoxos, enviándole mensajes crípticos para terceros pero no para el comisario, donde asumen o deslindan la responsabilidad por los asesinatos y secuestros que ocurren en el pueblo. En este caso en particular, el cobro del impuesto a los comerciantes por una supuesta protección juega un papel dentro de la trama.

El carrusel de las confusiones tiene de todo como en botica. Mujeres secuestradas que no son violentadas ni se pide rescate y que luego aparecen liberadas en medio de un campo desierto, empresarios poderosos que juegan sucio, un amor muy trágico, una organización que quiere destruir la imagen de los bancos, un incendio artificial de dudosa explicación y hasta una escena impagable donde Montalbano es detenido por los carabinieri por participar en una pelea. La mesa está servida. 

El carrusel de las confusiones