Con el objetivo de bajar la tasa de reincidencia de los presos, el gobierno inauguró este miércoles en la cárcel de Santiago Vázquez –exComcar– el primer centro de Pre Egreso del sistema carcelario. El edificio de 850 metros cuadrados –construido íntegramente por reclusos– tiene capacidad para alojar a 84 internos que estén a poco tiempo de recuperar la libertad: no menos de 10 meses y no más de un año y medio.
La idea es que los reclusos que empiecen a pensar en su mañana tengan un período de adaptación a la vida en sociedad, en que puedan trabajar, estudiar, limpiar y cocinar, y que lo hagan en un marco de convivencia en el que no estén las rejas y el ritmo de vida penitenciario, aunque sí haya reglas claras. "Los que ingresan a este pabellón tienen que cumplir con un conjunto de normas; si no, tarjeta amarilla y después roja, y si no roja directa, en función de la violación de un estatuto, porque de lo contrario el marco de disciplina que se pretende tener no sirve al resto, y el ejemplo termina siendo malo y equivocado", sostuvo el ministro del Interior Jorge Larrañaga en una rueda rueda de prensa.
El comisionado parlamentario para las cárceles, Juan Miguel Petit, destacó a El Observador el nuevo "diseño técnico" detrás de este proyecto, que se diferencia de las chacras que también tiene el Instituto Nacional de Rehabilitación en el interior del país, en donde los presos trabajan en los cultivos, participan en talleres y disponen de cierta libertad ambulatoria.
El programa del centro de Pre Egreso "es otra cosa". "Tiene unas cuantas innovaciones, en el sentido de la organización comunitaria, de un régimen de casi cogestión con una convivencia que implica el acceso a actividades comunes y un régimen de vida próximo a la libertad", explicó Petit. "Es muy interesante, es una señal en favor de seguir aumentando la intervención técnica" en la vida de los presos, dijo.
Además de la presencia del ministro del Interior, la inauguración contó con la participación del titular de Desarrollo Social, Martín Lema. Ambos recorrieron las instalaciones y saludaron a los 10 primeros presos que estrenaron el centro.
La iniciativa forma parte del Plan de Dignidad Carcelaria presentado por Larrañaga el año pasado y que responde, en concreto, a la realidad constatada en uno de los últimos censos elaborados por el Mides. El estudio determinó que el 54% de las personas que viven en la calle tienen antecedentes penales. Pero también tiene como causa otra que realidad que es histórica, y que fue la destacada por el ministro del Interior en su discurso durante la ceremonia de inauguración sobre que más de seis de cada diez presos vuelven a cometer delitos una vez que son libres.
"Van a prepararse para para ese día después, para que cuando estos muchachos que están acá salgan, no vuelvan. No vuelvan", dijo Larrañaga. "Y para empezar a cortar ese círculo de reincidencia maligno y tremendo del 65% que es extremadamente grave, y de una cantidad de personas que habiendo recuperado la libertad, terminan en situación de calle", agregó.
Como había explicado a El Observador en setiembre de 2020 Santiago González –director de Convivencia de la cartera de seguridad y asesor ministerial en asuntos carcelarios– lo que también se busca con este proyecto es crear "una comunidad donde se intentará agregar la mayor cantidad de contenidos posibles, educativos, de trabajo y valores". "Hay que hacer algo distinto a ver si logramos que un grupo mayor que el actual no logre reincidir", dijo el jerarca por entonces.
En coordinación con el centro penitenciario, ya funciona desde hace meses una oficina del Mides –razón por la cual fue invitado Lema a la inauguración–. El director de Gestión Territorial del Mides, Alejandro Sciarra, había dicho a El Observador a fines de octubre pasado que los primeros días se dedicaron a recorrer todos los módulos, conocer a los funcionarios y a los privados de libertad, para luego comenzar con las entrevistas con los reclusos, para ayudarles a encontrar su “proyecto de vida”.
En ese sentido, a Petit también le parece "una muy buena señal" el aporte que hace el Mides en este lugar ya que "es necesario que se piense en una nueva dimensión de las políticas sociales para llegar a formas que a veces son más complejas que la pobreza, como la exclusión social con mecanismos ilegales y violentos de violencia para los cuales las políticas sociales tradicionales son débiles", dijo el comisionado parlamentario.
En los hechos, la tarea de apoyo del Mides, explicaba Sciarra, es hacer el seguimiento de los vínculos sanos de los internos e indagar si pueden recuperarlos una vez que egresen de la cárcel. También, saber si la familia estará cuando salgan los reclusos, si quiere que acogerlos o si los "echarán al otro día”. “Implica preparar el terreno para la vuelta”, puntualizó el jerarca.
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