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Boric recordó al presidente Salvador Allende a 49 años del golpe de Augusto Pinochet

El presidente encabezó en La Moneda un acto en memoria de Allende quien, ante los bombardeos en la casa de gobierno se parapetó con un fusil y cuando vio que el golpe de Estado iba a triunfar no dudó en quitarse la vida tras hablar por radio y dar su condena al levantamiento militar encabezado por el jefe del Ejército Augusto Pinochet
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11 de septiembre de 2022 a las 16:10

El domingo por la mañana, Gabriel Boric encabezó el acto oficial en el Palacio de La Moneda -sede presidencial chilena- de conmemoración del último día de gobierno del presidente Salvador Allende, derrocado el 11 de setiembre de 1973 por un complot militar encabezado por el entonces jefe del Ejército Augusto Pinochet, quien se convirtió en el dictador que gobernó los destinos del país hasta marzo de 1990 mediante la fuerza, la persecución de adversarios y provocando la desaparición, la muerte y el exilio forzado de miles de chilenos y chilenas.

El 20 de agosto de 1990, la comisión pública que recibió e investigó nuevas denuncias de violaciones a los derechos humanos cometidas por agentes del Estado en la dictadura de Pinochet entregó un informe de 60 páginas al entonces presidente Sebastián Piñera. Esa investigación incorporó otras 9.800 víctimas y 30 casos de personas desaparecidas o ejecutadas, las cuales se agregan a las que ya habían sido calificadas con anterioridad. Durante la dictadura, entre setiembre de 1973 y marzo de 1990, 3.065 personas fueron muertas  o ingresaron a la categoría de detenidos desaparecidos. El total de víctimas de personas que sufrieron cárcel y/o torturas ascendió a 40.000. A ello se suma los cientos de miles que se exiliaron en otros países.

Boric hizo énfasis en que su gobierno oyó las urnas que dieron un revés al proyecto de Constitución de la Convención Constituyente y afirmó que su gobierno contestará “con más democracia y más diálogo” a cualquier intento de torcer el camino constitucional.

A continuación, la última aparición radial de Salvador Allende en Radio Magallanes, desde su despacho en La Moneda, atrincherado mientras la aviación atacaba el palacio presidencial y la infantería avanzaba por las calles aledañas:

"Esta Será Seguramente la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación.

“Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron… soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha autodesignado, más el señor Mendoza, general rastrero… que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de Carabineros.

“Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.

“Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

“Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

“Seguramente Radio Magallanes será callada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores.

“El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

“Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

“¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”

Éstas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición".

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