Bruce Lee vive en la serie Warrior y demuestra que sigue siendo el rey

Cuando era todavía un niño, su familia regresó a Hong Kong. A los 16 años,comenzó sus estudios de Wing Chun, bajo la enseñanza del también legendario maestro Yip Man, demostrando de inmediato una enorme capacidad. A los 18 regresó a EEUU para asistir a la universidad, pero no abandonó nunca sus estudios de artes marciales; él comenzó a enseñar distintas variantes de lo aprendido en China hasta conformar su particular estilo llamado Jeet Kune Do en 1967. 

Fueron años turbulentos para Lee. No resultó ser el mejor estudiante y se vio involucrado en un gran número de peleas. Muchos conflictos surgieron del recelo de la comunidad de artes marciales china ante el hecho de que Lee incluía a alumnos caucásicos en sus enseñanzas, lo que muchos consideraron una traición (este asunto se continuaría toda su vida hasta ser una de las teorías principales responsables de su muerte). 

Entra un Avispón Verde

Desde su llegada a Hollywood, Lee ansió una carrera cinematográfica pero lo desalentaron algunos tempranos tropezones. Sin embargo, llegó a filmar el piloto de una serie –Number One Son– y, aunque nunca llegaría a exhibirse, permitió que productores lo conocieran y le ofrecieran el papel que lo lanzó a la fama: Kato, el sidekick del nuevo superhéroe El Avispón Verde. La serie era una oportunísima subida al carro de la popularidad de Batman –la serie con Adam West y Burt Ward– y presentaba con pocas variedades lo mismo: un millonario que decidía combatir al crimen con su inteligencia y habilidades de pelea. Pero la variedad del Avispón Verde pronto se confirmó en el velocísimo, letal y espectacularmente carismático chino que se robaba a las patadas cada escena. 

Aunque la serie duró tan solo 26 episodios, su popularidad fue inmensa y Lee vio finalmente cimentado su camino al estrellato. Entre 1967 y 1971 interpretó una variedad de roles secundarios y se encargó de la coreografía de peleas de muchas películas, ganándose un nombre y respeto. Pero el ansiado rol protagónico se le resistía, por lo que regresó a Hong Kong y allí estrenó en 1971 The Big Boss. Y el resto fue historia. 

Profeta en su tierra

The Big Boss, Fist of Fury, Way of Dragon... uno tras otro los filmes se continuaban y los éxitos se sucedían. La popularidad y leyenda de Lee eran inmensas. Completó todavía dos películas más –sin duda sus más populares– Game of Death y Enter The Dragon (considerada por muchos su obra maestra) para morir repentinamente seis días después del estreno de esta última, al parecer víctima de una mala combinación de medicamento. Muchos recordaron las amenazas de la comunidad de artes marciales de qué algo ocurriría si seguía enseñando –y ahora mostrando– sus secretos a los caucásicos. 

Solo faltaba una muerte misteriosa y a temprana edad –32 años– para terminar de volverlo una leyenda. Había muerto el hombre y nacido el mito.

La espina clavada en el costado

Una de los principales motivos que llevaron a Bruce Lee a regresar frustrado a Hong Kong fue Warrior, la serie que hoy concita esta nota. En 1971 propuso a productores televisivos su idea: un inmigrante chino llegaba a San Francisco a fines del siglo XIX y, gracias a su conocimiento de las artes marciales, se gana un lugar de importancia entre las bandas locales (chinas, irlandesas, etcétera). La serie no prosperó pero Lee descubrió azorado que, pocos meses después, esos mismos productores presentaban Kung Fu –mítica serie protagonizada por David Carradine– en la que tomaron su idea pero con un protagonista caucásico y no se dignaron siquiera a reconocerlo como ideólogo de todo el asunto. 

Casi 50 años después y con la producción de Shannon Lee, hija de la leyenda, el director de cine Justin Lin (factótum detrás de Rápido y Furioso) y el escritor y productor Jonathan Tropper (el creador de la sangrienta Banshee), hacen justicia. Warrior se estrenó este mes y ha demostrado ser un estupendo aggiornamiento a las ideas –y la leyenda misma– de Bruce Lee. 

Andrew Koji es Ah Sahm, un inmigrante chino que llega a San Francisco en 1880 junto a cientos de compatriotas. EEUU acababa de dejar atrás la Guerra de Secesión y San Francisco es una olla hirviendo de tensión racial, política y violencia. Sahm no busca hacer la América como sus compatriotas, sino que llega con motivos propios y privados, pero no logra evitar ser reclutado como soldado por una de las bandas Tong locales (ya que demuestra casi que bajado del barco sus habilidades). 

Su historia es la principal de la serie, pero no la única. Está también Ah Toy (Olivia Cheng), la madama de uno de los principales prostíbulos que, además, es una hábil asesina; Young Jun (Jason Tobin), un ascendente gángster local; “Big Bill” O´Hara y Richard Lee (Kieran Bew y Tom Weston Jones), dos policías asignados a Chinatown; y el alcalde Samuel Blake (Christian McKay).

Con una producción impecable, una gran adaptación de época, un cóctel de sexo, violencia, poder y muchas artes marciales, Warrior se presenta no solo como un gran entretenimiento sino como la demostración de que el espíritu de Bruce Lee permanece, se distingue, se filtra, entre cada golpe seco, cada frase mordaz, cada mirada torcida, cada sonrisa a medias. Bruce Lee vive en Warrior y demuestra que a la hora de ver patadas, piñas y porrazos, sigue siendo El Rey.