Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > DOCUMENTAL

Carroceros: el grupo de fanáticos que llega al cine por su obsesión con Esperando la carroza

Los fanáticos más fervorosos de Esperando la carroza protagonizan esta película, en la que muestran sus altos niveles de obsesión
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06 de febrero de 2021 a las 05:02

Están entre nosotros. Son cientos. Miles. Trabajan, estudian, tienen familias, profesiones, casas, autos. Son como usted o como yo. Podría conocer a alguno y no saberlo. A algunos se los detecta de forma más sencilla, quizás tienen algún tatuaje, o usan alguna remera que los delata. Otros no lo demuestran de forma tan notoria, y solo salen a la luz cuando en alguna pantalla cercana aparece la película argentina de 1985, Esperando la carroza. Son los carroceros, y les llegó el momento de salir a la luz.

Con ese nombre se conoce a los fanáticos más fervientes del filme de Alejandro Doria, que se basa en la obra teatral del uruguayo Jacobo Langsner, quien también fue guionista de la película. Hay carroceros de distintos niveles, desde los que simplemente han visto el largometraje unas cuantas veces y pueden recitar de memoria las frases más conocidas del libreto (“Yo hago puchero, ella hace puchero, yo hago ravioles, ella hace ravioles”, “minusválida mental”, “tres empanadas”, “ahí lo tenés al pelotudo”, “¿adónde está mi amiga?”, y demás).

Otros pueden recitar de memoria toda la película, conocen cada pieza del decorado y su ubicación exacta, y hasta peregrinan cada año a las locaciones principales, que se reúnen todas en el barrio porteño de Versalles, un lugar con árboles gruesos en las veredas, casitas bajas y pegadas, que se parecen bastante más a algunos barrios montevideanos que a las zonas céntricas de Buenos Aires.

Sobre esos fans más hardcore trata Carroceros, un documental dirigido por Mariano Frigerio – carrocero reconocido -  y Denise Urfeig, que se convirtió luego del rodaje, por lo que es, en la jerga de estos seguidores, “carronueva”. El documental se estrenó en Argentina este 4 de febrero en la plataforma Cine.ar, y está en gestiones para llegar a los cines uruguayos, con Cinemateca como una de las principales interesadas en su proyección.

La película avanza en dos líneas paralelas. Por un lado, las historias de algunos referentes carroceros, como el responsable de los tours que van por Versalles recapitulando los escenarios en los que se desarrollan las desventuras cotidianas de la familia Musicardi, o dos actores que han creado una exitosa serie de sketches en los que interpretan a Mamá Cora y a Elvira, los personajes de Antonio Gasalla y China Zorrilla en la película.

Por otro, una serie de entrevistas a los actores y a la productora Diana Frey ponen en perspectiva el legado y el impacto en la cultura popular de Esperando la carroza, una película que en su estreno fue aplastada por los críticos (lo mismo le había pasado a la obra en su estreno original en Uruguay) y que con el paso de los años, gracias en buena medida a los VHS, DVDs y más recientemente, a su presencia en plataformas como Netflix o incluso YouTube, la convirtieron en una pieza ineludible del entretenimiento rioplatense, que se pasa entre generaciones y suma nuevos adeptos.

Sobre esa herencia, los detalles de la producción del documental, y los hallazgos que tuvieron, Frigerio y Urfeig conversaron con El Observador.

¿Cómo empieza este proyecto, y cómo deciden que este movimiento de fanáticos tenía que ser un documental?

Denise Urfeig: Nosotros somos amigos y fuimos compañeros de trabajo durante mucho tiempo. Mariano es muy, muy, muy carrocero, y además vive cerca del barrio donde se filmó la película. Entonces surgió primero la idea de hacer algo en el barrio y alrededor de la casa, que es lo que se muestra al principio del documental. Nosotros empezamos yendo al barrio, a ver qué pasaba con esa casa, y todos los vecinos tienen algo para contar. Todos tienen una anécdota, todos se acuerdan muy bien del rodaje. Es un barrio de esos donde no hay recambio, donde vive la misma gente que hace 50 años, y todos tienen alguna anécdota sobre el rodaje. Entonces vos apenas llegás con una cámara, se te acercan. Y te empiezan a contar.

Y así, ellos mismos nos fueron contando de este grupo de fanáticos que iban a la casa, se sacaban fotos, hacían estos tours. Los empezamos a buscar a través de las redes sociales, hay un grupo de Facebook que tiene más de 20.000 personas, que se llama Asociación de Enfermitos de Diálogos de Esperando la carroza, los fuimos conociendo, y ahí nuestro foco cambió enseguida.

Nos dimos cuenta de que era mucho más interesante documentarlos a ellos, porque es un fenómeno único, que no pasa con otra película argentina, que no conocíamos, incluso Mariano, aun siendo tan fanático. No sabíamos que estaban tan organizados. Fuimos a los encuentros, y de ahí fue creciendo. Por otro lado, también queríamos homenajear a la película, por lo que los actores no podían faltar. Los buscamos a ellos y a Diana Frey, que es la productora de Esperando la carroza, y con todo ese grupo se terminó de armar el documental y el homenaje, tanto a la película como a sus fanáticos. 

¿Cómo fue meterse en profundidad en un fenómeno que para una película de este tipo es casi inédito?

Mariano Frigerio: Yo lo comparo siempre con Star Wars, me parece que hay una similitud en el fanatismo de la gente que los sigue, y además, en la interacción con la película. No es que simplemente la ven, sino que se encuentran, se disfrazan, se aprenden los diálogos, van a los lugares donde se filmó, hay una interacción que ellos tienen que sigue vigente y que suma. Todos los años se suma más gente y más cosas. Nosotros fuimos por primera vez al encuentro carrocero, que se hace en diciembre, por el aniversario del grupo, y después sumaron un encuentro a mitad de año, por el estreno de la película, y en ese encuentro sumaron la proyección de la película, y sumaron a una chica que hace merchandising, tazas, remeras. Como que todos los años van sumando cosas y más personas. 

DU: Y ahora nos pasó con la difusión del documental, que nos damos cuenta todavía más. Me vuelvo a sorprender del furor de la gente que se va sumando, los que nos escriben porque se enteraron y querían participar, gente del exterior. 

¿Qué tiene Esperando la carroza que genera esto?

MF: Cuando arrancamos el documental ya teníamos la premisa de que la película es lo que es, y yo creo que Diana Frey lo explica en el documental: es una pintura nuestra, me gusta decir que es rioplatense, porque la película es re argentina y re uruguaya, Langsner es uruguayo, China Zorrilla, que es el emblema de la película, es uruguaya, y los actores Juan Manuel Tenuta y su hija, Andrea, que hacen de Sergio y Matildita, son uruguayos. Todos nosotros la vemos y vemos identificados a nuestros padres, a los tíos, a la familia. También hay algo en relación a la dictadura, que los dos países lo tienen muy fresco y lo viven en paralelo: la película sale en los 80, cuando era todo muy reciente, y la traen, a través de Antonio Musicardi, el personaje de Luis Brandoni, que durante toda la película va tirando cosas sobre la dictadura.

Uno de los momentos más divertidos y particulares de la película es cuando organizan un casting de carroceros. ¿Cómo apareció esa idea?

DU: Eso no estaba en el guion original. Cuando nos empezamos a dar cuenta de que eran tantos, nosotros ya teníamos a los protagonistas definidos, porque eran personas muy importantes para los carroceros: el guía del tour, el administrador del grupo, el creador de otro de los grupos, que se llama Esperando la carroza remasterizada; Enzo y Mariana, los actores que imitan a los personajes y son como los artistas y los famosos de ese grupo. Pero eran tantos que nos surgían que dijimos, "bueno, mostremos a la mayor cantidad posible, porque son muchos y son geniales. Que vengan y muestren su talento, porque tienen un talento". Y la verdad es que me encantó ese día, la pasamos muy bien, nos costó mucho elegir las partes porque fue toda una jornada en la que todo servía, y en la que tuvimos un momento muy emotivo además.

MF: Y además nos pasaba eso, suponíamos que había gente que estaba por fuera de los grupos de las redes sociales. Teníamos la experiencia nuestra, de que le contábamos a gente lo que estábamos haciendo y nos decían que eran carroceros sin saber que se llamaban así, y sin saber de la existencia de los grupos de Facebook. Entonces lanzamos la convocatoria a ver cuanta gente se sumaba. 

DU: Habrán sido entre 70 y 100 personas.

MF: De hecho nosotros queríamos que entraran de a uno y hablar con cada uno. En un momento nos dimos cuenta de que estábamos desbordados y los hicimos pasar en grupos, y que cada uno hiciera lo que pudiera. 

DU: Entraban de a cuatro, y algunos no se conocían entre ellos, algunos eran familiares o amigos, pero la mayoría eran los que estaban en la puerta, y ahí se conocían.

Al momento de convocar a los actores y a la productora, ¿Cómo fue la recepción? ¿Los cansa un poco hablar de Esperando la carroza o estaban dispuestos?

MF: Ninguno de los actores está hastiado de la película y ninguno se negó a participar. Al único que no pudimos tener fue a Darío Grandinetti, por una cuestión de agenda, hablamos con él y estuvo siempre con la mejor disposición, pero tenía que viajar y no pudimos. El resto accedieron y estaban muy contentos. Para ellos hay algo de sorpresa también, pero también, por ejemplo, en el caso de Brandoni, hay cosas del rodaje que las tenía totalmente olvidadas, porque ellos hicieron miles de cosas más, entonces, un rodaje de hace 35 años se le confundía, y había anécdotas que se le mezclaban con otras películas de Doria, porque los carroceros siempre pretendemos que los actores sean carroceros, y no lo son. Les gusta la película, la quieren, les gusta mucho el fenómeno, se sienten como muy orgullosos de haber estado en algo así, pero no son carroceros. 

¿Durante el proceso del documental pensaban en las entrevistas que no podían ser, como a China Zorrilla o a Alejandro Doria, que ya habían muerto?

DU: Si, lo pensamos, porque por ejemplo cuando se murió China nosotros ya estábamos en el proyecto, recién arrancando, y fue triste. Pero de alguna manera está en la película. 

MF: Yo lo pienso todo el tiempo. Me da cosa sobre todo por Doria y por Langsner, que cuando hicieron la película se las criticaron, les dijeron que era un griterío y que era una mierda, o que era teatro leído, y a mí lo que me da pena, más allá de tenerlos en Carroceros, es que no hayan podido ver que ganaron. Que al final, dijeron muchas giladas, y 35 años después, la gente se la sabe de memoria. Eso me da pena, como una justicia poética. 

La película tiene un tono de reivindicación hacia Esperando la carroza, también.

MF: Si, a full. Nosotros siempre pensamos en homenajearla, pero también teníamos claro que nuestra dirección y nuestro eje eran los carroceros, y hablar sobre ellos. Era muy tentador en el momento del montaje poner más, sobre todo a los actores contando recuerdos o perlas del rodaje, pero no queríamos desviarnos. Pero sí, para nosotros siempre fue reivindicativa, para nosotros es la mejor película argentina, y encima, tiene fanáticos. 

¿Cuál fue para ustedes el mayor hallazgo al hacer este trabajo?

DU: Para mí el fenómeno fue un hallazgo. Se sabe que hay fanáticos, se sabe que es una película de culto, pero no se sabe del fenómeno. Ahora los están llamando para notas a ellos, los están descubriendo a ellos también. Y para mi entre los carroceros el gran hallazgo es Mariana, la actriz que hace los sketches de Los Musicardi, que para mí es impresionante lo que hace. 

MF: Realmente Mariana nos parece que tiene la cocarda de la carrocera. 

¿Haber hecho Carroceros les cambió la relación con la película?

MF: La quiero un poco más, obvio, pero no sé si me cambió tanto la relación con la película. Sí me hizo verla cien mil veces más. Ya la había visto un montón de veces, pero mismo cuando estábamos haciendo el guion, o en el proceso de edición la revisaba, a veces para ver solo una frase.

DU: A mí sin duda, porque antes no era carrocera, y ahora lo soy. Carronueva, como le dicen ellos. Me re cambió, la quiero, le tengo pila de cariño y pasó a ser mi película favorita. A mí me cambió por completo. 


 

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