Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > CONSUMO

Chau Game of Thrones, chau televisión

Es un formato obsoleto para mi generación y las que siguen
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18 de abril de 2019 a las 05:00

Devastado por lo que ocurra, feliz por haber llegado al final, triste por saber que ya no volverá, furioso por la muerte de algún personaje querido, decepcionado por algún giro predecible. Son todas emociones potenciales que se desplegarán cuando la pantalla se ponga negra y unas pequeñas letras blancas anuncien que se terminó Game of Thrones. Para siempre. Me hundiré en el sillón, levantaré la mano derecha, y apretaré el botón rojo que apaga la tele. Y ese acto cotidiano tendrá el peso de la despedida definitiva de una forma de consumo.

Game of Thrones no será el último gran programa de la televisión lineal, esa que lo obliga a uno a sentarse determinado día a determinada hora para develar por primera vez el siguiente episodio de la historia, como plantearon algunos medios como BBC o Vulture en las últimas semanas, previas al estreno de la temporada final de la serie de HBO. Como nota el crítico Todd VanDerWeff,en el portal Vox, ya vendrán otras series que se convertirán en fenómenos.

Lo que sí generó y genera Game of Thrones es la sensación de “todos estamos viendo lo mismo al mismo tiempo”; es notorio con las avalanchas de posteos en redes sociales que aparecen en simultáneo a los episodios o inmediatamente después del final. De pronto, todos –un todos muy relativo, quizás sea mejor decir todos los que el algoritmo de Twitter o Instagram me muestra– estamos en ese gran living virtual frente a la pantalla mirando a los mismos dragones, caballeros, reinas y bastardos como pocas.

Cada vez son menos los acontecimientos televisivos que logran eso: un partido de fútbol, una entrega de premios o algún programa puntual. MasterChef lo conquistó a escala uruguaya en sus primeras temporadas (y en menor medida en las siguientes) y los feeds quedaron tomados por platos, delantales y jurados cada noche de lunes.

Game of Thrones cayó justo en el medio, entre la época de la consolidación de las redes sociales, el avance masivo del streaming y la época de las grandes series televisivas como Breaking Bad, Mad Men y Lost. El día que estrenó Game of Thrones en HBO me senté en el living de casa con mi madre porque habíamos visto un avance en el mismo canal. No había otra opción para verla. HBO GO no existía. No había mucha competencia. Si alguien nos decían “Netflix”, contestábamos “¿Qué?”; todavía faltaban dos años para que empezara a aparecer, tímidamente, en el radar.

Ocho años después sentimos que todos estamos tomados por la locomotora GoT aunque muchos se hayan sumado tardíamente y hayan tenido que devorar las primeras temporadas en una maratón vía streaming. La cuestión es que ahora estamos todos en el mismo punto, desde el que la sigue desde el primer día hasta el que se puso a tiro para esta conclusión. Entonces ahora sí, cada domingo hasta el próximo mes, desde las 22 horas, Poniente es nuestro universo.

¿Pero después qué?

El final de Game of Thrones coincide con un momento bisagra en mi vida: la independencia, que tan difícil se hace para el millennial criollo. Mi primer hogar tendrá televisión, pero será una especie de monitor secundario: su uso será el de ver la serie o película que mi computadora esté reproduciendo en streaming en ese momento.

Las fronteras de los formatos son difusas, y aún más para las generaciones menores, porque en un mismo dispositivo (sea computadora o celular), está la televisión, la radio, los diarios, los podcasts, el cine. No necesito sentarme a ver nada porque se accede a todo en el momento que quiera, con una simple búsqueda.

Entonces, ¿para qué instalar cable si por el mismo dinero accedo a tres suscripciones a servicios que me ofrecen miles de opciones para ver cuando lo necesite? El cine retiene la espectacularidad y la experiencia, pero la televisión se ve más perjudicada por el streaming y la avalancha de contenido que acarreó.

El gran ausente es el deporte, ya que para ver las señales internacionales el cable sigue siendo necesario (aunque más no sea para acceder a las aplicaciones que permiten verlos por streaming), aunque el fútbol y el básquetbol uruguayo, así como otros torneos, están disponibles por streaming.

La televisión abierta uruguaya tiene algunos programas divertidos y atractivos, sobre todo aquellos que recurren a formatos extranjeros. Y si, por alguna razón, siento el impulso irresistible de verlos en lugar de una película o una serie, los canales pueden verse online, aunque allí también mantengan sus pausas eternas y sus horarios impuntuales de comienzo.

En este país conservador en sus hábitos de consumo y envejecido en su población no llama la atención que el cable siga siendo importante en el mercado, que cada vez que desaparezca un canal los consumidores se indignen, y que la televisión abierta siga teniendo una fuerza respetable. ¿Pero cómo reaccionarán estos medios a medida que el cambio generacional se profundice y los jóvenes, adolescentes y niños de hoy se conviertan en la mayoría de consumidores del mañana, y rechacen en su mayoría el formato hasta ahora tradicional y un poco vetusto de consumo lineal?

Todavía tienen unos años para pensarlo. Mientras el on demand gana terreno, el streaming ofrece menús cada vez más ambiciosos y personalizados, nuevas plataformas (como YouTube Premium, que apunta a un público más juvenil que consume prácticamente todo por esa plataforma de videos) llegan a Uruguay. 

Con Game of Thrones, entonces, concluye una era. Quizás haya más fenómenos, pero será difícil llegar a sus cotas (ver recuadro debajo). Todos buscan su propio sucesor. Amazon con su serie de El Señor de los Anillos; Netflix con la de Las Crónicas de Narnia; Disney con sus producciones de Star Wars; y Marvel en su propia plataforma. Apple, por ahora, es un misterio porque solo mostró nombres y poco más más, pero se especula con su propio servicio de streaming también. Pero la simultaneidad de estrenos, y la pérdida de fronteras hace que la competencia sea extrema y atomiza a los públicos. Hay cosas muy vistas y que impactan la cultura pop, desde Stranger Things hasta La casa de papel.

Pero ahí no estamos todos en pie de igualdad. Porque ya no podemos preguntar sobre un suceso puntual del último episodio, porque se corre el riesgo de que la respuesta sea “todavía no llegué a ese capítulo, gracias por el spoiler”.

Las cifras récord
Con 16,9 millones de espectadores solo en Estados Unidos en el final de la temporada pasada, Game of Thrones batió el récord de HBO, superando a Los Soprano y Sex and The City como la serie más vista del canal.
El presupuesto de cada episodio de la temporada final es de US$ 15 millones; es, hasta ahora, la serie más cara de la historia
Los potenciales sucesores

HBO: en mayo empieza a rodarse el primer episodio de la precuela de Game of Thrones, mientras que durante 2019 se estrenarán Watchmen, basada en un célebre cómic de superhéroes, y His dark materials, basada en una saga literaria de fantasía, que buscan replicar ese éxito.

Amazon: Con el título de “la serie más cara de la historia, US$ 200 millones por temporada”, la plataforma creará una serie basada en El Señor de los Anillos (aunque no en los libros que ya fueron llevados al cine). Aún no tiene elenco, ni guionistas, ni directores anunciados.

Netflix: con un presupuesto anual de US$ 10.000 millones para contenidos originales, la plataforma prosigue su constante despliegue de estrenos masivos.
Disney: en noviembre de 2019 estrenará su servicio de streaming propio –a Uruguay llegará en 2020– y tendrá series de Pixar, Star Wars y los superhéroes de Marvel, de las cuales ya ha anunciado un puñado.

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