Copa América > GRUPO C
Chile confirmó que es candidato: le ganó 2-1 a Ecuador
Chile sigue siendo Chile. El de la última década, el de la base de la mejor generación de su historia, el que rompió una sequía centenaria sin títulos en las vitrinas. El vigente bicampeón de América. Y como tal un equipo tan digno de respeto como de admiración.
Puede sonar raro en un país donde en plena Copa América 2015, la brigada del chiste fácil se encargó de burlarse de los chilenos por su falta de copas. Pero sí, lo de Chile es para aplaudir. ¿Por qué? Porque sus conquistas se han basado en una forma de sentir el juego audaz, ofensiva, protagónica, vistosa y porque a pesar de los años y los cambios de entrenadores la filosofía de juego ha permanecido intacta.
Y así llegó la roja a jugar la Copa América de Brasil.
El equipo salvó el debut con ráfagas de buen juego, con nuevas valencias incorporadas al estilo –el juego aéreo–, y con mucha contundencia cada vez que se activaron los circuitos de juego.
Y contra Ecuador repitió sus básicas.
Una postura defensiva, amplitud de campo para jugar la pelota, presión agresiva en la primera línea para recuperar, mucha dinámica, mucha intensidad y variantes para llegar al gol.
¿A qué juega Chile? A apropiarse de la pelota, a hacerla circular, a abrir la cancha y a conectar a sus delanteros para desestabilizar a la defensa rival.
¿Cómo lo hace? Con dos centrales que se paran bien lejos del arco y con un mediocampo que funciona como un triángulo.
Erick Pulgar es el 5. Un 1,87 m que maneja mucho menos el juego como lo hacía Marcelo Díaz, pero que se hunde entre los zagueros para sostener el equilibrio cuando la máquina ofensiva roja se lanza al ataque. Pasa seguro y va muy bien de arriba: le hizo un gol a Japón y ante Ecuador forzó a Alexander Domínguez a una gran atajada.
Los laterales abren la cancha y se plantan en campo rival en la misma línea que los volantes interiores: Charles Aranguiz y Arturo Vidal. Eso le permite a los trasandinos tener calles de llegada por afuera y por adentro donde Aranguiz y Vidal son buenos pasadores y se ofrecen siempre al juego asociado.
Los tres puntas (José Pedro Fuenzalida, Eduardo Vargas y Alexis Sánchez) tiene como primera misión presionar a la defensa rival. Y cuando juegan de espaldas al arco combinan con el fútbol que les llega y son hábiles para generar espacios. Vargas es un jugador de cuidar por su capacidad goleadora (12 goles en tres Copas América) y Sánchez, jugando de izquierda a derecha, es una amenaza constante por su intacta pegada.
Aranguiz está muy fino. Cada vez que llega al fondo de la cancha asiste y hay gol. Pasó contra Japón (gol de cabeza de Sánchez) y pasó contra Ecuador (gol de sobrepique también de Sánchez).
El primero ante Ecuador fue de Fuenzalida, a la salida de un córner. Le quedó un rebote y la empalmó de volea.
Ecuador se quedó en veremos. Mejoró mucho la imagen que dejó ante Uruguay, pero no fue lo suficientemente aguerrido para presionar la salida rival ni lo suficientemente consistente para neutralizar el ataque de Chile. Tuvo su mejor momento en el partido después del empate de penal de Enner Valencia (le ganaron la espalda a Medel, un detalle a tener en cuenta). Pero les sigue faltando juego a pesar de las variantes ensayadas.
Los posibles cruces
Chile se perfila para ganar el grupo. Le basta con un triunfo o un empate ante Uruguay, aunque la celeste si hay algo que sabe es neutralizar el buen juego de la roja y, además, hacerle daño con el balón parado o el potencial de sus delanteros. El que salga segundo jugará contra Colombia que le ganó 2-0 a Argentina y 1-0 a Catar. Y si hay tercero en el grupo (solo clasifican dos de los mejores terceros) el rival será el ganador del grupo A que puede ser Brasil si este sábado le gana a Chile.
