Espectáculos y Cultura > estrena este jueves

Los Fabelman: en su película más autobiográfica, Steven Spielberg vuelve a emocionar y renueva la fe en el cine

El director de Tiburón y Amor sin barreras está nominado al Oscar en múltiples categorías con su película más personal; se estrena este jueves
Tiempo de lectura: -'
26 de enero de 2023 a las 05:04

El cine ama las películas sobre el cine. Y ama que “los maestros” dejen por un lado sus obsesiones y se hagan un lugar para, por un instante, explorar su propio vínculo con él.

Es casi inevitable: llega un momento en la carrera de casi todos los grandes realizadores en que el homenaje aparece. Ya sea con reflexiones más solapadas, abordajes intimistas, defensas evidentes o relatos sobre el mito fundacional y su, a veces, exagerada épica bíblica, el autoexamen cruza la historia entera de la industria y ha dejado grandes películas como resultado, desde 8 y ½  a Cantando bajo la lluvia hasta La última película y Había una vez en Hollywood. En ese sentido, en la última década son varios los directores que, con carreras generosas sobre los hombros, se han dedicado a volcar su amor por el cine a sus películas, y de hecho actualmente en cartelera hay dos y hay otra más en camino. Una de las que actualmente se puede ver es Babylon, de Damien Chazelle, que es una bomba atómica de tres horas sobre los excesos del Hollywood de los años 20. La otra es más pequeña. Habla de una familia, de las primeras cámaras, de películas caseras grabadas con amigos, habla de los amores incipientes, de los amores que duelen toda la vida y de los sueños. De ese momento en el que, dentro de una sala a oscuras, un niño se fascina y entiende que ahí adentro se quiere quedar a vivir. En las películas o en el cine. Da igual. A la película la dirige Steven Spielberg y se llama Los Fabelman. Y es su vida. O parte de ella.

El regreso de Spielberg —que se estrena este jueves 26 en cines uruguayos— comienza, como no podía ser de otra forma, con una excursión familiar: es la primera vez que Sam Fabelman —la versión ficcional del director— va al cine con sus padres. Tiene seis años, en la pantalla proyectan El espectáculo más grande del mundo, de Cecil B. DeMille, y luego de la secuencia del choque de un tren, el niño queda traumatizado. Pero para bien.

Tras la experiencia Sam se obsesionará con un tren de juguete y la posibilidad de controlar a su antojo el choque reconstruido en el sótano de su casa. Con la ayuda de su madre (Michelle Williams) lo logrará. En la primera gran escena de las muchas que tiene la película, el pequeño Sam tomará de la mano a la mujer, se sentarán dentro de un armario y juntos verán el resultado de la filmación. El niño, sin embargo, apartará la vista un segundo para fijarse en la expresión de su madre: esa que le produce el efecto mágico del cine. Nunca más va a dejar de perseguirlo. 

Los Fabelman, entonces, abre con este Spielberg niño y salta enseguida a sus años adolescentes, donde Sam (Gabriel LaBelle) está convencido de que filmar es su destino. Junto a sus amigos boy scout rueda películas caseras con más que estimables efectos prácticos y con el correr de los meses aprende y mejora. Y en el medio: su familia. Su padre Burt (Paul Dano) es un informático de proyección que hará de la mudanza familiar una tradición; su madre seguirá ayudándolo, pero lidia con sus propios fantasmas y deseos inconclusos; el tío Bennie (Seth Rogen), un amigo de Burt que es casi un hermano, vive con ellos y tendrá un rol preponderante en la educación sentimental de Sam; sus hermanas, tres, terminan de darle forma —junto a dos cómicas abuelas— al esquema de un drama familiar que dura 150 minutos y podrían ser más. Esto es así porque la zambullida en los primeros veinte años de vida del director es una de las experiencias más estimulantes y entrañables de los últimos meses. Y para alguien como él, que definió a generaciones enteras con sus películas, es un montón. Un montón.

El ejercicio de autorevisionismo le sienta bien al rey midas de Hollywood. Sus primeros años de vida estuvieron marcados por la cámara, la crianza judía en barrios y ciudades predominantemente católicos y la figura de su madre, que tomó decisiones bastante rupturistas para la época y definió la formación emocional para un Spielberg que estaba por lanzarse al mundo. Ese es el vínculo que funciona como corazón de la película. La interpretación de Michelle Williams —nominada al Oscar por este trabajo— es sublime y la piedra angular que hace que todo funcione. 

De todas formas, si Los Fabelman está atravesada por la idea de la familia es para, en algún punto cruzarla con la pulsión por el arte. La tensión está representada en la figura de un misterioso tío abuelo —Judd Hirsch, otro nominado al Oscar, en este caso por una aparición de apenas cinco minutos— que se aparece una tarde en la casa de Sam y le deja unas cuantas lecciones para el futuro. La conversación entre ambos en el dormitorio del primero, a los gritos y alocada, es otro gran momento. También por una figura mítica del séptimo arte que aparece sobre el final —interpretado por el director David Lynch— y a su manera le deja otra enseñanza que se le graba a fuego. Ambos son mentores para su pasión. Ambos generan oleadas que alcanzan al hombre que Spielberg es hoy, quien, con esta película, en algún punto pretende repetir la historia, estirar el legado. Así lo pidió en el podcast The Director's Cut:

"La mejor que puede pasar con esta película es que haya un grupo de chicos que después de verla se ponga a filmar películas en su casa con sus padres, porque eso es lo que yo hice, eso es lo que todos nosotros hicimos."

La disputa entre la demanda emocional del clan Fabelman —que por momentos es muy corriente y por otro bastante sui generis— y los sueños de cine de Sam decantará en que, a los porrazos, el muchacho aprenderá que el talento que tiene puede tener muchas aristas, que el cine es poderoso y que debe aprender a manejarlo. Queda en evidencia, más tarde, en dos escenas puntuales y maravillosas: una más triste, en la que le muestra a su madre una película reveladora sobre un secreto que ella oculta, y que funciona como un reverso a aquel primer momento fermental entre madre e hijo en el armario, y otra más lúdica y graciosa, que sucede en el baile de fin de año del liceo, donde una película de playa logra doblegar el abuso y pone de rodillas al matón de turno.

Así, en el tren de películas sobre el cine, Los Fabelman aparece como una de las expresiones más contenidas e íntimas, pero acaso una de las más reveladoras, genuinas y emocionales. Lo es porque funciona como un hechizo sobre el hechizo, un acto de magia de parte de un maestro que abre su corazón y el libro de su vida para reflexionar hasta qué punto siente el golpe transformador del arte al que ha dedicado su vida. Lo es también porque esa transformación está y estuvo en los detalles más pequeños, en esos destellos que terminan pintando el fresco de su existencia: el fogón de un campamento familiar, el momento en que un agujero en el negativo se convierte en un disparo, el brillo en los ojos de su madre cuando su primera proyección se termina, un horizonte corregido, sobre el final, en un último guiño a aquel muchacho apasionado por la imagen en movimiento y los relatos que a los 76 años, por suerte para todos, todavía está allí. Haciendo películas como esta. 

Supernominado

Los Fabelmans tiene siete nominaciones al Oscar 2023 y es una de las más candidateadas. Figura en varias de las categorías principales: mejor película, dirección, actriz, actor de reparto, guion original, banda sonora —John Williams, por supuesto— y diseño de producción.
Con esta película, Spielberg se convirtió en la única persona en estar nominada a mejor dirección en seis décadas diferentes. En total, tiene ocho nominaciones en la categoría, de las que ganó dos: por la Lista de Schindler (1994) y Rescatando al soldado Ryan (1999). En total, 13 de sus películas han estado nominadas a la categoría mayor; ganó solo La lista de Schindler.

 

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...