Los mineros del carbón terminan el turno final antes del cierre de la mina de carbón de Kellingley en Yorkshire, norte de Inglaterra

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Con el cierre de la última mina, culminó una era de la historia británica

Fueron el centro de la Revolución Industrial e inspiraron a los intelectuales comunistas
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19 de diciembre de 2015 a las 05:00
Los mejores mineros británicos trabajan en Kellingley", asegura orgullosamente un cartel a la entrada del lugar. Los mejores, y también los últimos de una industria que marcó profundamente la historia económica y social del Reino Unido.

Ayer acabó un capítulo de la historia británica cuando los mineros del último turno abandonaron la mina de Kellingley, la única de carbón que quedaba en todo el Reino Unido, antes de su cierre definitivo.

Abandonaron el pozo a paso acelerado y cabizbajos un poco antes de la una del mediodía, poniendo punto final a 50 años de servicio de esta mina.

"Me gustaría dar las gracias a mis colegas por su trabajo difícil y su dedicación en tiempos complicados. Como ellos, yo pensaba acabar mi carrera aquí, pero no será posible", dijo el director de la mina, Shaun McLoughlin.

"Es un día triste para todos los que estamos apegados a esta mina. Pero estoy orgulloso de decir que hemos hecho el trabajo de manera profesional y segura", agregó.

Las caras tiznadas, las entradas y salidas de los pozos, la chimenea humeante, y el baile de camiones y carretillas cargadas de carbón, serán pronto un recuerdo lejano en el Reino Unido (y en Europa), ante el empuje de las importaciones de Rusia y Colombia, principalmente, y la impopularidad del carbón en tiempos de lucha contra el cambio climático.

El Reino Unido logró su producción de carbón más alta en 1913, 292 millones de toneladas en 1913; a finales de la década de 1950 había 1.330 minas, pero ahora ya no queda ninguna.
Estos lugares estuvieron íntimamente ligados a la historia económica y social del Reino Unido: alimentaron la Revolución Industrial, contribuyeron a la construcción del Imperio británico, alumbraron el movimiento sindical e inspiraron el marxismo.

"Estoy apenado, como todo el mundo. Es el fin de una época. Esta semana seremos historia, la última mina profunda de Inglaterra. Nuestro país se construyó sobre el carbón, la Revolución Industrial", lamentó Tony Carter, de 52 años, uno de los 450 mineros que aún descendía cada día bajo tierra en busca de la hulla.

"Mi padre era minero. La mayoría de la gente tenía padres mineros, es nuestro patrimonio. Es una vergüenza" que cierre la mina, añadió Carter.

Los mineros se convirtieron en un símbolo de resistencia para la izquierda con sus 12 meses de huelga en 1984-1985 contra el cierre de sitios de la primera ministra conservadora Margaret Thatcher, una pugna de la que salió victoriosa y que cambió el rostro del Reino Unido.

La industria se recuperó un poco, pero continuó con su declive, dejando las antiguas zonas mineras con un problema de desempleo crónico.

Antes, las condiciones laborales en las minas y las fábricas habían inspirado los escritos de Friedrich Engels y Karl Marx, los fundadores del marxismo. En su momento de apogeo, las minas daban trabajo a 1,2 millones de personas en el país, en los años 1920. Pero ya en 2014, con el consumo de carbón a mínimos históricos, quedaban 4.000 trabajadores.

Para Keith Poulson, del Sindicato Nacional de Mineros (NUM), la desaparición es motivo de tristeza y frustración.

Tiempos modernos

Este antiguo minero considera la situación absurda, teniendo en cuenta que la mina está rodeada de tres centrales eléctricas a unos pocos kilómetros, entre ellas la de Drax, la principal central a carbón del Reino Unido, que satisface del 7 al 8% de las necesidades eléctricas del país.

"Abastecemos Drax con carbón de esta mina. Disponemos de 20 años o más de reservas de carbón listas para ser suministradas a Drax, pero, por alguna razón, ya no necesitamos carbón británico", argumentó. Y sin embargo, "Drax quemará carbón en los próximos diez años, quizás más", explica Poulson.

El problema es que en tiempos de acuerdos internacionales contra el cambio climático y transición energética, el carbón, cuya combustión genera muchos gases de efecto invernadero, se ha vuelto impopular.

El gobierno británico anunció en noviembre que quería cerrar antes de 2025 las centrales a carbón más contaminantes. Así, de las tres centrales de carbón cerca de Kellingley, sólo la de Drax continuará en funcionamiento después de 2016. Las importaciones más baratas del extranjero, sobre todo de Rusia y Colombia, y el incremento del impuesto al carbón decidido en abril, hicieron el resto.

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