Juan Manuel Escobar, Alex Guillenea y Alan Rodríguez fueron asesinados el 31 de mayo de 2020

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Condenaron a 31 años de prisión a Jonathan Bragundi, el asesino de los tres marinos

La jueza tomó como agravantes que fue un homicidio múltiple, la nocturnidad y el uso de arma de fuego
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27 de junio de 2022 a las 18:06

La jueza María Noel Odriozola condenó a 31 años de prisión a Jonathan Bragundi por homicidio muy especialmente agravado, a quien responsabilizó por el triple homicidio de los marinos Juan Manuel Escobar, Alex Guillenea y Alan Rodríguez, ocurrido el 31 de mayo del 2020, dijeron fuentes de la causa a El Observador. Bragundi era excompañero de las víctimas y había prestado servicio en La Antena, predio militar en la Fortaleza del Cerro de Montevideo, a dónde entró para robarle las armas de reglamento y les disparó letalmente. 

La jueza, que hizo lugar al pedido de la fiscal Mirta Morales, tomó como agravantes que fue un homicidio múltiple, la nocturnidad (el hecho fue cerca de la medianoche) y el uso de arma de fuego.

Además de la condena de 30 años de prisión, la magistrada le aplicó un año de medidas de seguridad eliminativas. Significa que luego de que cumpla la pena, se lo someterá a un examen para evaluar si puede salir en libertad. Si en ese momento consideran que no está apto para salir, puede quedar retenido hasta nueve años más.

La fiscal Morales afirmó que al momento del crimen, Escobar estaba en el dormitorio durmiendo, mientras que Rodríguez y Guillenea estaban en la habitación principal. Bragundi conocía la disposición porque, cuando era marino, había hecho guardia en ese mismo lugar. “Esperó el momento oportuno y sustrajo el arma de Escobar. Se dirigió a la pieza principal y les disparó a ambos. Primero a Rodríguez e inmediatamente después a Guillenea. Cayeron heridos fatalmente delante de sus escritorios”, aseguró la fiscal e indicó que después volvió al dormitorio y con la misma arma le disparó a Escobar, que intentó protegerse sin éxito porque estaba desarmado.  Fue el que más disparos recibió: seis.

Con los tres jóvenes ya muertos, les sacó las otras dos armas y sus cargadores, y se fue caminando. Logró salir por el mismo lugar que entró: agujeros en el alambrado que conocía desde sus tiempos como marino. 

Su objetivo, afirmó Morales, era “obtener dinero a través de la venta”. “La ejecución fue fría y sin miramientos, aprovechó sus conocimientos previos (...) Da muerte a tres personas en segundos”, enfatizó. 

La declaración de Bragundi

En su larga y confusa alocución, el exmarino Bragundi declaró un relato similar al que le había hecho a la semióloga del Ministerio del Interior, María Isabel Ledesma, cuando hicieron la reconstrucción del crimen en la escena de los hechos. Pero muy diferente a lo que había dicho en Fiscalía, donde en su momento reconoció el crimen. 

Comenzó por aclarar que él nunca fue desertor de las Fuerzas Armadas, tal como trascendió en la prensa. “Yo falté tres días y para ser desertor tenés que faltar cinco días. Mi líder de cuadrilla me llama para que me presente un domingo y yo me presento un sábado”, expresó. 

Allí narra un confuso episodio en el que, según él, le terminan pidiendo que se presente el lunes. Entonces le dicen que lo consideraban desertor, habló con el suboficial de cargo y le comenta que fuera al juzgado militar y al ministerio de defensa. 

Acto seguido, la novia lo echó de la casa y fue a pedirle a su  tío para quedarse en su casa, pero estaba muy mal económicamente y prefería no molestarlo, por lo que le pidió dinero a su hermano mayor para viajar a Treinta y Tres.  Luego de eso,  contó varias situaciones de su cotidianeidad, hasta que vuelve a Montevideo y conoce circunstancialmente a una mujer de nacionalidad italiana, que era vecina de la pareja en cuya casa después lo detienen. 

Varios entredichos después, él vuelve a la casa de la pareja y le piden que, sobre las 11 de la noche del 30 de mayo, vaya al almacén “a comprar piedras de azufre y un par de cosas para la comida”.

“Voy doblando a la esquina y viene un auto blanco, me pareció que era un Gol, y me pregunta una dirección. Le contesto. Cuando doy un paso parar seguir, esa misma persona me saca una Glock y bajan dos, me meten en la parte de atrás del auto, me preguntaron dónde estaban las armas. Me dijeron que los tenía que llevar a la Fortaleza del Cerro porque si no iban a matar a mi familia. Esa persona hizo una videollamada y estaban en la puerta de la casa de la tía”, manifestó. 

Después dijo que eran cinco las personas que iban en el auto y que le pedía ir a donde “guardaban todas las armas”, según él, siempre a punta de pistola. 

“Me hicieron golpearle la puerta, (ellos) me preguntan: ‘¿Qué hace Bragundi? Le hice señas con los ojos hacia la derecha de que tenía alguien atrás y entraron”, sostuvo.  Bragundi sostiene la versión de que lo “obligaron” a dispararle solamente a un marino, Escobar. 

Luego de todo ese episodio, de acuerdo a su relato, lo liberan y concurre a la casa de su tía y constata que estaba todo bien. Cuando se levanta el 31 de mañana en la casa de esta pareja amiga de esta mujer italiana, ve que “habían comprado un montón de cosas”. 

Según él, no denunció lo sucedido a la policía porque él está en “conocimiento de la corrupción que hay, (y que los policías) le entregan armas y chalecos a las bandas criminales que están ahí en el Cerro”. 

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