Hugo Josman y su hermano tienen un bosque de nogales en Puntas de Manga, Montevideo, y desde hace años se enfrentan a una plaga que se come su producción de nueces pecán: las cotorras. Después de luchar durante años contra los daños que generan esas aves y tener pérdidas cercanas al 50% de la cosecha, encontraron una solución, llamar de forma natural a aves rapaces para que cacen a las cotorras, utilizando como carnada cotorras muertas.
Era 2013 cuando en el campo de 10 hectáreas en el que hay cerca de 700 nogales (70 árboles por hectárea) las cotorras empezaron “a venir como en bandadas”.
La producción la comenzó el abuelo materno de los hermanos Josman en la década de los años 70 y ellos siguieron con el trabajo familiar, por eso y por su fuente de trabajo no se quedaron de brazos cruzados al ver que unas aves verdes que se camuflaban entre las hojas se comían sus nueces, incluso antes de maduras.
Ese año hubo “una depredación brutal” de la producción. Hugo tenía una escopeta de un solo caño y comenzó a matar cotorras. Al principio le “daba un poco de cosa”, porque él había tenido una de esas aves de mascota, pero cuando veía las pérdidas en la producción que tanto había trabajado sentía una gran impotencia.
En un año mató “varios cientos”, pero seguían yendo al campo, recordó a El Observador.
Con el tiempo la cantidad de loras fue in crescendo y con ellas el daño a las nueces.
Por tres años las mataron con armas, en lo que fue “una lucha inteligente contra las loras”, dijo. Hasta que en 2016 contrataron un servicio de cetrería para que aves rapaces entrenadas las cazaran, pero no les funcionó. Los nogales son demasiado altos y las cotorras se paraban en las puntas de los árboles para ver a sus atacantes, que volaban más bajo, contó, porque estaban acostumbrados a trabajar en otro tipo de cultivos como de soja, maíz, trigo o frutales bajos, como perales.
Estas aves plagas son muy inteligentes, resaltó Hugo. No solo eligen el horario en el que comer, sino también, tienen “un vigía” que avisa cuando se acerca el peligro, en este caso las aves rapaces o los cazadores, comentó.
Las cotorras aparecen en el bosque de nogales entre abril y junio, en el período de cosecha. Una buena señal para saber si están afectando el cultivo es la presencia de palomas de monte en la base de los árboles. El pico de la cotorra tiene más fuerza que el de la paloma, y mientras ella rompe y come las nueces, la paloma se alimenta del picadillo que sobra, explicó.
En 2016, además de usar la cetrería, mataron 900 loras, pero aún así “permanentemente venían bandadas”.
En 2017 contactaron a un hombre que cazaba cotorras con un alambre con pegamento tendido entre dos cañas (allí las aves se paraban y quedaban pegadas); ese año se agarraron cerca de 1.000 ejemplares.
En 2019 las empezaron a cazar con chumberas de nitro pistón, pero en 2021 conocieron un experimento que sería la gran solución a su problema.
Un investigador de INIA Las Brujas (sede del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria) impulsó un experimento con el que, en una plataforma en altura, colocaba cotorras vivas para atraer aves rapaces. Hugo y su hermano se comunicaron con él para conocer la iniciativa y decidieron probar con una variante, hicieron el experimento pero con cotorras muertas.
Construyeron plataformas con un palo alto y una tabla, donde ponen cotorras muertas. Esas y otras que se dispersan por el campo funcionan a modo de carnada y atraen aves rapaces de forma natural.
Desde que comenzaron con este experimento los hermanos agricultores lograron que caranchos (aves carroñeras que cazan a los pichones en los nidos) y gavilanes, como por ejemplo el gavilán mixto, también conocido como Águila de Harris lleguen a su campo.
“Logramos que las aves rapaces tuvieran un radio de vuelo mucho más acotado sobre nuestro predio, porque saben que acá tienen comida. No se van, entran en pánico. Se ven las bandadas de cientos de loras sobrevolando y pasan muchas horas paradas en las puntas de los nogales sin comer porque están con miedo”, comentó.
Si bien las cotorras siguen “depredando” las cosechas de los Josman, los resultados se ven claramente, porque las pérdidas de nueces que eran de entre 40 y 50% bajaron, con este experimento, a entre 10 y 20%.
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