Cuando la "derecha" se juramentó en el diario de la expresión "progresista"

Se dice que el Siglo XX comenzó en Venezuela con el deceso del militar andino.

El diario fue fundado por Henrique Otero Vizcarrondo y su hijo Miguel Otero Silva, uno de los nombres más ilustres de las letras venezolanas con obras como Lope de Aguirre, príncipe de la libertad (1979), Cuando quiero llorar no lloro (1970), con versión cinematográfica, y Casas Muertas (1955) y Oficina No.1 (1961), en las que se refleja la mudanza de aquel país rural a otro marcado por la explotación petrolera, que deja atrás casas vacías y pueblos sin vida.

Humorista, poeta, escritor y periodista, Otero Silva fue también una figura de la política. Integrante de la denominada Generación del 28, rebelión estudiantil contra la tiranía de Gómez en la que coincidió, entre otros, con Rómulo Betancourt, quien luego sería dos veces presidente de Venezuela.

Vinculado al Partido Comunista de Venezuela (PCV), una fuerza siempre minoritaria pero con peso en la opinión y el pensamiento, Otero Silva se hizo acreedor en 1979, lejos aún del glasnot y la perestroika, del premio Lenin de la Paz, la réplica socialista del Nobel de la Paz. Su nombre siempre se barajó como el de un probable candidato de la unidad de la dispersa izquierda venezolana que salía del estruendoso fracaso guerrillero de los años 60, aunque nunca cuajó esa opción.

Su diario, innovador desde su nacimiento, con caracteres tipográficos más grandes a los usuales, organizado por secciones temáticas, marca el surgimiento del periodismo moderno en Venezuela y, con el paso del tiempo, que implicó superar la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (derrocado en la emblemática fecha del 23 de enero de 1958) y celebrar el advenimiento de la democracia venezolana, El Nacional se convirtió en el primer medio escrito del país.

Los más destacados intelectuales y pensadores escribían en sus páginas, figuras de la literatura latinoamericana como Pablo Neruda y Miguel Ángel Asturias, entre otras, se fotografiaron alguna vez junto a Otero Silva en los pasillos del diario, antes ubicado en el centro de la ciudad, ahora en el este en una zona comercial e industrial.

El Nacional fue dirigido por algunos de los personajes más destacados de la vida política y cultural de Venezuela, como Arturo Uslar Pietri, cuya trayectoria como escritor lo llevó a obtener el Príncipe de Asturias de las Letras (1990) y el Rómulo Gallegos de Novela (1991). Uslar Pietri era una figura moderada de la tibia derecha venezolana que congenió sin traumas con un diario que en el camino supo expresar la diversidad del país.

En la sede de ese diario, en fin, se juramentó el líder de las fuerzas opositoras presentadas por el chavismo, y también por su continuación, Nicolás Maduro, como "derecha fascista, apátrida". Es tiempo de fakenews.

El diario que cobijó tradicionalmente a los pensadores, artistas y periodistas críticos del sistema político, sirvió ahora, en correspondencia con su trayectoria, de sede de urgencia de la Asamblea Nacional, único poder público ligitimado en las últimas elecciones reconocidas por los sectores en pugna.