Opinión > Análisis / Nelson Fernández

Cuando nadie se anima a decirle al DT que debe hacer cambios

El Frente Amplio confunde lo probable con lo deseable y niega uno de los futuros posibles
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12 de mayo de 2018 a las 05:00
La autocrítica circula por vía subterránea, pero cada vez se escucha más fuerte y claro. No coinciden en cuál debe ser la fórmula de salida, pero comparten la visión de que hay que hacer algo, mover piezas, repensar una estrategia.

Dirigentes frentistas de varios sectores ya no se cuidan en una reunión abierta para decir que se precisa un reposicionamiento del gobierno, que Bonomi debe dejar el Ministerio del Interior, y que incluso ese no debe ser el único cambio de piezas en el tablero.

Emerge la imploración a un plan 2018, pensando en el 2019.

De la misma forma que es fácil encontrar razonamientos de este tipo entre dirigentes del oficialismo, no es sencillo que aparezca uno que se acerque al Prado a decírselo en la cara al presidente.

Hay expresiones de disgusto con la gestión y con la comunicación del gobierno, pero también con el funcionamiento interno del propio partido oficialista. Y afloran las acusaciones cruzadas, como consecuencia previsible de un tenso Plenario sobre la política comercial.

Y también, aunque parezca duro expresarlo así, los dirigentes frentistas que manifiestan preocupación por la baja aprobación de la gestión gubernamental y por el impacto sobre las preferencias electorales, no encuentran un capitán que transmita convicción sobre el rumbo del barco, y certeza sobre una llegada triunfal a puerto.

La encuesta de Opción sumó preocupación en el Frente, porque muestra que persiste la evaluación negativa y que incluso muchos frentistas ven mal al gobierno. En el caso del combate al delito, sólo 12% considera que la gestión es "buena" o "muy buena".

Esta semana, dos vecinos de Tabaré Vázquez del balneario San Luis, reclamaron con angustia ante las cámaras de televisión que se les de protección ante la delincuencia. En móvil en vivo de Canal 10, una mujer se dirigió a Vázquez tuteándolo y reclamando ayuda. Y otro vecino, que se presentó como amigo de Bonomi, hizo lo mismo. La imagen fue dura.

La gente ya no se queja solamente de los asaltantes sino también de la respuesta de las autoridades.

Vázquez afirmó el lunes que no está dispuesto a involucrar militares en el combate al delito y que ni piensa en cambiar a Bonomi. "Constituí un equipo de gobierno para cinco años" dijo el presidente. La ratificación de la política y del ministro es vista como inacción.

Aunque Bonomi no sea responsable del aumento del delito, aunque un cambio de ministro no genere mayor seguridad en sí mismo, los resultados condenan al cambio. Es la tribuna reclamando al DT que no acepte la derrota de su equipo sin al menos intentar cambios, y que la entrada de nuevos players se haga a tiempo para que eso pueda dar resultado.

En el Frente, muchos reconocen la sensación de un "Game Over Bonomi". Es que la campaña electoral se acerca y no se pueden dar ventajas.

Y todo gira sobre la próxima elección, con la inquietud sobre un futuro incierto. Para los políticos, la posibilidad de ver lo que puede pasar más adelante es un complejo desafío.

El filósofo Bertrand de Jouvenel (1903-1987) publicó en 1966 su libro "El arte de prever el futuro político", en el que explora sobre lo que denomina "futuros posibles, probables y deseables".

Los futuros posibles son los que exploran alternativas, que pueden cambiar y están sujetas a hechos imprevistos.

Los futuros probables son el resultado del análisis de tendencias y de extrapolar datos del presente.
Los futuros deseables responden a las expectativas, a la proyección subjetiva de los anhelos, de los temores, deseos e intereses.

Gran parte del oficialismo está confundiendo lo deseable con lo posible y lo probable.

En el futuro deseable carga una subvaloración a los partidos de oposición, confianza en sus fuerzas y esperanza de "gratitud" de gente que haya mejorado su calidad de vida.

El futuro posible se abren dos "futuribles", uno de continuidad con el Frente, y otro de cambio, con la oposición, pero solo lo maneja como "una posibilidad".

La izquierda cree que el futuro probable ("futurable") es el único "futurible" real, y que para perder, debe pasar algo especial. No considera que pueda ser al revés, que la proyección de datos indique que lo probable es su derrota, y que lo "especial" sea lo que puede salvarle; por eso no reacciona con un plan.

Si el gobierno está mal (y eso ya lo reconocen dirigentes del oficialismo), y sigue mal, sin cambios; y si el partido de gobierno está mal (y el Plenario del otro día lo muestra, como así también otros casos de ética o judiciales lo complican) y no soluciona su interna, el "futuro probable" no es una proyección de victoria, sino de derrota.

Y si no asume esa probabilidad, no hará lo necesario para recuperar chance, y entonces, el "futuro deseable", quedará tan solo en un deseo.

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