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Cuevas: "Si la pandemia me agarraba con 25 años, hubiera caminado por las paredes"

En una charla con Referí, Pablo Cuevas, el mejor tenista de la historia celeste, explicó cómo vivió la pandemia, cómo proyecta 2020 y su futuro, contó cuando en 2018 se desanimó, como recuperó el fuego sagrado y de qué forma entiende que puede crecer el tenis en Uruguay
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15 de agosto de 2020 a las 05:03

Acaba de terminar dos horas de actividad en la cárcel de mujeres, a la que Pablo Cuevas llegó junto a su entrenador, con una bolsa de pelotas -que dejó de regalo-, su raqueta y sus ganas de compartir su pasión, en este caso para regalarles a través del deporte la mejor tarde en muchos días, de esos largos días en el encierro privadas de libertad.

La actividad solidaria se mezcla en su agenda deportiva, en una jornada en la que realizó su rutina de entrenamientos para preparar la vuelta al circuito, y es la oportunidad para abordar con Referí cómo transcurrió la vida del mejor tenista uruguayo en la pandemia, qué planes tiene para futuro y, lo más importante, con el valor agregado de un deportista de su trayectoria: ¿de qué forma se puede generar un cambio en la matriz del tenis uruguayo?

¿Dónde se imaginaba a comienzos de año en esta segunda semana de agosto?

Me imaginaba cansado de tantos viajes, porque este año lo arranqué el 25 de diciembre tomando un avión para ir a jugar algo espectacular, la ATP Cup. Después seguía todo el año del calendario. Estaba bien físicamente. También me imaginaba, a esta altura de la temporada, llevar unos 20 torneos jugados. Sin embargo, resultó un año totalmente atípico.

¿En dónde lo encontró el peor momento de la pandemia, cuando se paró el tenis en el mundo?

Venía de la Copa Davis, de Austria. Aterrizaba en Los Ángeles, prendía el teléfono para leer los mensajes de Facu (su entrenador), que no había ido a la Davis pero ya estaba en Los Ángeles, y leo algo de él y de los directores del torneo que decían que se suspendía. La primera sensación que tuve fue: “¡Qué bueno, me vuelvo a casa!”. Porque desde el 25 de diciembre hasta el 10 de marzo no había parado de competir ni una semana. Pensaba, “vuelvo a casa 15 o 20 días, nadie juega y arrancó en 20 días con una energía tremenda”. Cuando tomé dimensión de lo que estamos viviendo aún, fue diferente. Ahora faltan dos semanas para un Grand Slam y tenemos una incertidumbre tremenda, no sabemos si sacar pasajes o qué hacer. Todo cambió muchísimo.

¿Cuál es la hoja de ruta que tiene armada ahora?

Es una que se va modificando un poco con cada noticia que llega. Tenía muchas ganas de arrancar en Madrid, Roma y Roland Garros, pero la cancelación de Madrid me hizo volver a recalcular. De todas formas, me estaba entrenando en cemento, por las dudas, porque para polvo iba a tener más tiempo. Voy a Cincinnati y al US Open y sigo para Europa. No tengo claro cuál será el primero de los torneos que juegue en polvo de ladrillo, pero seguro esté en Roma y Roland Garros.

Siento que puedo mejorar algunos aspectos en la cancha, y puedo darme algunas alegrías, como meterme en alguna segunda semana en Grand Slam, sobre todo en Roland Garros, donde tengo una deuda pendiente.

¿Cómo transcurrió su preparación en todo este tiempo de pandemia?

Llegué a Montevideo el 10 de marzo y cuando el día 13 recomendaron quedarnos en casa estuve dos semanas adentro, sin salir. Luego empecé a entrenar dos días por semana en una cancha privada, como para mantenerme de alguna forma. Allí visualicé que faltaban al menos dos meses para volver a competir, por tanto empecé a jugar con amigos con los que compartía el circuito a los 12 o 14 años, que jugaron al tenis hasta los 16 o 18 años. Esos momentos, que no podría llamar entrenamiento, sirvieron para jugar un rato al tenis, y nunca mejor dicho “a jugar al tenis”. A medida que pasaban las semanas y veía que todos iban comenzando a entrenar en otros lugares del mundo, iba intensificando el tenis. La parte física fue la que menos descuidé, porque entrenaba todos los días en casa, o salía a la calle si precisaba más espacios. Desde hace un mes y medio entreno con normalidad, en gimnasio y en cancha, en el Lawn Tennis, en las canchas rápidas de Solymar. En el gimnasio estoy variando un poco. Lo que me estaría faltando ahora es viajar a jugar en Argentina o que alguno de los chicos (argentinos) pueda venir a entrenar acá para trabajar más duro, para agarrar ritmo de partido, que es lo que me está faltando. En los primeros días, en el regreso a la actividad, seguramente voy a padecer la vuelta.

¿Lo mismo que está padeciendo lo sufren todos los tenistas?

En cierta forma sí, pero los argentinos son ocho que están habilitados y que entrenan entre ellos, en un nivel parejo. En Europa, en una de las academias cerca de Monte Carlo, hicieron muchos torneos y varios estaban jugando. En Estados Unidos tenían bastante libertad y entrenaban entre ellos. Seguramente estoy en las mismas condiciones de los países que tienen uno o dos jugadores. Al principio, a los argentinos les llevaba una ventaja bárbara porque ellos estaban encerrados y yo podía entrenar, pero volvieron a entrenar y tienen esos detalles finos de partido que yo no tengo. De todas formas, estoy preparando físicamente y no corro riesgo de lesionarme porque me siento bien entrenando. Lo único que me falta es que no estoy preciso, pero estoy en condiciones de salir a jugar.

¿En algún momento de todo este proceso de la pandemia pensó que se podía terminar la carrera?

No, al contrario. Esto me vino bárbaro. A los dos o tres meses aún no estaba con ganas de salir a competir. Llevo 15 años en el circuito y en todo ese tiempo no había podido estar 15 días en mi casa, y todo esto me vino bien. De pronto, si esta pandemia me agarraba con 25 años, hubiese caminado por las paredes si tenía que estar encerrado en mi casa, pero ahora no porque me vino muy bien para estar en mi casa, ver a gente a la que no veía, visitar a amigos o hacer un programa que nunca se da. Por ejemplo, ir a pescar, algo que hice bastante en Salto o en el campo de algún amigo por el río Negro. También algún amigo, que trabajaba menos, me pudo seguir ese ritmo. Eso me dio energía para salir con ganas a competir.

La vuelta al circuito podrá ser con una persona.

Te dejan viajar con una persona y en el hotel te dan hasta dos habitaciones, pero en el último protocolo que mandaron informaron que al club se puede ir con una sola persona.

¿Qué implica eso?

Ser más estratégico para definir con quién voy a viajar. Si viajo con entrenador o kinesiólogo. Si el kinesiólogo se tiene que quedar desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde en el hotel es aburrido estar encerrado y no poder tener contacto con tu jugador que está en el club.No lo podés ver competir. Es raro. Estamos ilusionados con que puedan habilitar una persona más. En las primeras semanas no está en los planes viajar con la familia, sino con lo mínimo indispensable del equipo.

Hace algunos años dijo que quería ir con su familia.

Eso se viene cumpliendo. Ahora se va a interrumpir, justo en el momento que más compartimos, porque hace siete meses las vengo viendo, porque me acompañaron desde diciembre. En caso de salir, tendría que dejarlas cinco o seis semanas, algo que no es nada. Iremos viendo cómo evoluciona, pero hoy no es el mejor momento para viajar de un lugar a otro con toda la familia.

¿En algún momento se le apagó el fuego del tenis?

En el segundo semestre de 2018, cuando venía peleando contra las ganas. Por un poco de todo, por la cantidad de años en el circuito, porque mis hijas estaban cada vez más grandes, estaban más vulnerables y te dicen: “¿Cuándo volvés?”, “¡No quiero que te vayas!”. Me había lesionado un hueso del pie, el escafoide. Ya había pasado por muchas lesiones y sabía lo que implicaba eso, muchas horas de rehabilitación. Sería desgastante. Había perdido el entusiasmo. Siempre iba bastante temprano a los torneos y me preparaba los últimos días en cada ciudad. Sin embargo, un día, en un caso puntual que tenía un torneo en Perú, viajaba un jueves, llegué al aeropuerto y cuando estaba en el mostrador haciendo el check-in le pregunto  si tenían el mismo vuelo para el domingo. Me respondió afirmativamente, le pedí que lo cambiara y volví a mi casa. Eso fue cuando recién me recuperaba de la lesión. Cuando me vieron regresar, en casa no entendían nada. Obviamente terminé yendo a Perú y recogiendo el resultado que me merecía, me volví en el primer o segundo partido. Finalmente, ese año me tomé unas vacaciones más largas, volví a darme cuenta que si bien estaba cansado, el lugar que tenía era de privilegio y al año siguiente, en 2019, le puse muchas ganas, arranqué temprano el año, me fue bien y en este 2020 volví a hacer lo mismo, a empezar a seleccionar mejor el calendario para darme un poco más de respiro. Eso me hizo recuperar las ganas.

¿Sigue con ganas de Copa Davis?

Sí, después de caer al Grupo 3, estamos en Grupo 1. Siempre es tentador estar ahí, al lado de los playoffs. No está claro si jugaremos en marzo o setiembre, como locales contra Holanda que es un equipo duro, pero estamos a un pasito de los playoffs.

En el ranking estoy algo más lejos del objetivo que tuve en algún momento, pero no debo martirizarme tanto y disfrutar un poco más. A través de eso puede llegar a venir alguna sorpresa o alguna alegría más.

¿Le puso un límite a su carrera?

Me gustaría mantener energía que tengo. Es difícil disfrutar en un deporte que es a resultado. También me gustaría no hacerme tanta mala sangre por una derrota, eso no quiere decir dar todo dentro de la cancha, sino animarme a todo lo que debo hacer, ser agresivo, no guardarme nada, y si perdí, que pueda decir: “¿Hice todo lo que debía hacer? Sí, lo hice, bien entonces no me martirizo y trataré dormir tranquilo al apoyar la cabeza en la almohada”. Ese es el primer objetivo. El segundo, vendrá acompañado del primero, meterme dentro de los 45 del ranking para poder jugar los Master 1.000 sin tener que pasar por la clasificación. Eso te permite elegir y seleccionar mejor el calendario, y no estar hasta último momento para saber si puedo entrar o no. Ese escenario te da más aire.

¿Tiene en la agenda Tokio 2020 (2021)?

Está ahí, pero para el tenista no es como para otros deportistas. Tengo demasiados torneos antes de Tokio. Los Juegos Olímpicos son algo espectacular. Ya lo viví una vez, está en el horizonte y no es algo que lo tengo así presente, para lo que me estoy preparando particularmente. Me estoy preparando para todo lo demás y Tokio vendría solo, entonces.

Después de lo que vivió y conoció en el mundo, ¿cómo cambiaría el tenis uruguayo? ¿Desde qué lugar, como exjugador, puede ser un revulsivo para generar una transformación profunda?

No sería bueno sentirme o mirarme así ahora porque me estaría dando por retirado, y creo que por suerte todavía tengo para darme unas alegrías con la raqueta en la mano y dentro de la cancha como jugador. Después, por todo lo que me ha dado el tenis, sin dudas que me veo colaborando con el tenis uruguayo. Aún no tengo decidido desde que lugar. Me gustaría avanzar en algo de todo eso que estás comentando. Después veré desde qué lugar quiero hacerlo. Para cambiar un poco esto y que no salga un tenista cada 15 años, hay que cambiar unas cuantas cosas, tener paciencia y pensar a largo plazo. Habría que pensar, por ejemplo, desde incentivo a los jugadores para hacer un circuito nacional más atractivo. Esto es importante: el tenis es un deporte individual y compite con los deportes grupales. Tener un buen circuito nacional, como había en mi época, es un motor y lo hace atractivo como deporte. En el tenis necesitás que haya varios que jueguen a la par tuya, sino se te hace muy difícil y no te queda otra que ir a entrenar a Argentina, que fue lo que me pasó a mí y que por ahora es el camino que creo que tienen que tomar todos los chicos si quieren apuntar a ser jugadores profesionales. ¿Por qué? Porque necesitás un grupo de cuatro o cinco jugadores con los que competir día a día, sino, la pelota del otro lado viene diferente. Este no es un deporte por tiempo en el que sabés que tenés que correr los 100 metros en equis registro. Acá si el otro no te tira bien la pelota, no sabés dónde estás parado. Esa es la ventaja que tenés en Argentina, donde en cualquier academia el número 1 de 12 años juega contra el 25 y sale un partido parejo, y hay que ver si le gana. El número 1 de Uruguay juega contra el número 25, le gana y el número 25 se va llorando a la casa y no quiere jugar más porque se llevó una paliza tremenda. Eso es lo que impide que el 1 crezca y que muchos no quieran venir a jugar. Eso es lo primero que hay que lograr. ¿Cómo se logra? Tratando de incentivar a profesores, clubes, que los padres empiecen a ver eso. El incentivo nace desde la casa.

El problema en Uruguay es a partir de los 10 o 12 años, y ni hablar cuando llegan a los 14 o 15. También tenemos que lograr que los padres entiendan que ser el número uno del mundo no es el único objetivo sino que existe la posibilidad de recibir los valores del tenis que podés aplicar en cualquier otra actividad, la posibilidad de ganarte una beca de 100% en EEUU, poder terminar con 22 años una carrera universitaria entrenando tres horas diarias, entonces quedás contento porque tenés un título y seguís compitiendo. Estudiantes, le diste una alegría a tus padres, vos sumaste conocimiento, conociste a un montón de gente, abrís tu cabeza, te recibiste. Esa es una posibilidad que en Uruguay está muy poco explotada, que entiendo estaría buenísimo desarrollar. Hay mucho para trabajar en ese aspecto. Cuando deje de competir veré desde qué lugar puedo aportar. Por ahora, en mi plan, cuando deje será tomarme un año sabático, luego veremos dónde podemos ayudar a encauzar el tenis.

La experiencia con los reclusos

Pablo Cuevas realizó el viernes 7 de agosto una visita a la cárcel de mujeres, donde se inauguró una cancha de tenis en el patio del penal, que fue pintado por quienes están presas. Habló con un grupo 30 personas allí detenidas, dio una clínica, entrenó con ellas y le cambió la rutina con dos horas de actividad física y tenis.
“Fue mi segunda vez participando en una actividad de estas características en una cárcel, y de alguna forma ya estaba preparado para esa experiencia. Las dos veces me fui con una linda sensación, porque si bien el tenis es un deporte que se puede considerar de elite, me recibieron de la mejor forma y luego de interactuar un poco ves la cara de felicidad de ellos”, dijo.
Para llegar a la cancha de tenis, que está en el patio, al tenista le mostraron un gimnasio semiabierto, que ellas mismas armaron.
A estas experiencias en la cárcel llegó a través del preparador físico Daniel Grau. “Me contó lo que está haciendo. La primera, antes de compartir el tenis en una cárcel, fui al Cotolengo Don Orione, luego estuve en el penal del Libertad y ahora en la cárcel de mujeres. Daniel me transmite esa pasión que le pone a lo que hace. La primera vez, sin saber a dónde iba, fui más en ese plan: ‘Dale, te acompaño y te banco en eso que hacés porque me encanta la pasión que le ponés’”.
Sobre sus experiencias, dijo a Referí: “En Libertad me encontré con una experiencia muy fuerte. Cuando me estaba integrando y veía lo que pasaba allí adentro, me puse a hablar con 30 personas y yo me preguntaba si me estarían escuchando o no, porque veía una distancia con ellos. A medida que la charla fue avanzando cada vez nos sentimos más cerca, empezaron a hacer preguntas y sobre el final, uno de ellos se acerca, me da un abrazo y me hace un primer comentario: ‘¡Ah, loco, pensé que eras un cheto bárbaro y al final sos como nosotros!’. Cuando se terminó la jornada me preguntaron cuándo volvía porque 'estuvo buenísimo', decían. Esas experiencias, en las que podés dejarle un momento en el que se distraen con el deporte, te brindan mucho”.
Al finalizar la actividad, a Cuevas le obsequiaron una matera que realizaron en la cárcel.
Y un bolso elaborado por ellas mismas.

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