Las lluvias afectan también a la soja que está pronta para cosechar, pero imposibilitan cumplir esa tarea

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De la inundación a la prevención

Adaptarse, amortiguar, tener capacidad de producir en la adversidad: ese es uno de los principales desafíos
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23 de abril de 2016 a las 12:24
Ser ecologista ya no es una ideología. Es una necesidad. Si queremos dejarles un planeta habitable a las generaciones siguientes tener una actitud de restablecer equilibrios perdidos es simplemente sentido común. Es urgente frenar el calentamiento del planeta. Eso mismo se ha estado firmando esta semana en Naciones Unidas. Y tras este abril debe quedar claro que el cambio del clima también golpea aquí. Varios cambios culturales tal vez se vayan procesando.

La agronomía productivista será cada vez más complementada por una centrada en restaurar los sistemas agroecológicos: la producción debe tender a una óptima calidad de aguas, aire, suelos y sobre todo a sacar carbono de la atmósfera, la tarea urgente de la humanidad. Como fue dicho en el congreso de Hereford, el concepto de salud tiende a unificarse: el de los seres humanos, el de los ríos, el del planeta entero. La aceleración a la hora de enfrentar estos temas no es solo uruguaya. La temperatura del planeta ha acelerado su ascenso en los últimos meses. Se ha disparado en Río Grande del Sur que ha enfrentado una ola de calor sin precedentes para abril. Lo ha hecho en el polo Norte, que se ha estado derritiendo aun en pleno invierno. Es difícil a veces explicar que significa un grado más de temperatura. Pero es tan grave como que nuestra fiebre se dispare y en materia de clima son fenómenos inerciales que demorarán mucho en detenerse. Los últimos 11 meses terminados en marzo marcaron sucesivos récords de temperatura y marzo ya quedó más de un grado Celsius por encima de la temperatura previa a la era industrial. Gavin Schmidt, director del Instituto de Estudios Espaciales de la Nasa, estima que la temperatura global este año será entre 1,1 y 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales, algo que no estaba para nada previsto en esa magnitud. Y los meteorólogos advierten que tras cruzar los 2 grados los riesgos y problemas se disparan. Algo que parecía estaba a varias décadas de distancia está instalado. Podrá argumentarse que estos episodios no necesariamente son una consecuencia del cambio atmosférico. Pero temperaturas por encima de lo normal significan más inestabilidad. La conjunción de un El Niño fuerte con temperaturas muy altas es seguramente una situación de alto riesgo. También es de alto riesgo La Niña, que ya tiene más de 50% de chance de llegar en el próximo verano. Con temperaturas por encima de lo normal en verano y sequía el impacto sería nuevamente grave. Adaptarse, amortiguar, tener capacidad de producir en la adversidad. De eso se trata. Y aun así, cuando llueve como está lloviendo en este mes, no hay solución disponible.

Hay que desarrollar un sistema de seguros que tenga más opciones de las actualmente disponibles, especialmente en arroz y ganadería. Los fenómenos atmosféricos extremos ya están siendocada vez más frecuentes. Desde Rocha a Salto pueden atestiguar de situaciones graves muy frecuentes en los últimos tiempos.

Pensando en las soluciones de fondo habrá que generar protocolos de buenas prácticas para cada actividad, incluso en las normativas urbanas. Precisamos ciudades más verdes. En algunos lugares del hemisferio Norte ya se exige en los techos de los edificios la existencia de paneles solares o plantas. Más secuestro de carbono en los campos, más protección a los montes naturales que previenen desbordes, más cuidado con las urbanizaciones que pueden agravar inundaciones, más paneles solares y un largo abanico de acciones enmarcadas dentro de una lógica de preservar los equilibrios que la ecología tiene.Que es, por otra parte, lo que pedirán los consumidores a los que exportamos los alimentos. Además de un salto en la conciencia ambiental se precisa un sector agropecuario sólido y un Estado con cuentas equilibradas capaz de soportar los cimbronazos de los años adversos. Y eso es algo en lo que también esta inundación debería generar un cambio cultural.
La capacidad de enfrentar situaciones atmosféricas extremas tiene otras aristas que deberán considerarse de ahora en adelante.

El déficit fiscal elevado genera vulnerabilidad, limita las posibilidades del Estado de ser el "escudo de los débiles" y limita las posibilidades de asistencia en la inversión en la recuperación de los sistemas productivos. La del equilibrio fiscal es la cultura de la prevención y vuelve a tener ahora una oportunidad. Es muy diferente enfrentar una catástrofe disponiendo de dos puntos del producto bruto para destinar a las zonas y personas afectadas. Si el déficit fiscal fuese estable en el entorno del 1% habría espacio para hacer un afloje circunstancial a la disciplina y actuar tanto con sensibilidad social como con lógica keynesiana desde el punto de vista económico.

El alto precio de la energía es una grave vulnerabilidad porque se lleva la capacidad de ahorro de los productores sin dejar nada a cambio.

El margen de los cereales en la zafra anterior fue casi empate, tanto en trigo como en arroz, a pesar de rendimientos récord en ambos cultivos. Y más allá del precio disminuido de los productos, el gran desbalance de costos que lleva a la paradoja del alto rendimiento sin ganancias está fundamentalmente en los costos diferencialmente altos de la energía en todas sus manifestaciones: eléctrica o combustibles líquidos, y sus derivados el alto costo de los fletes.

Es urgente mejorar la capacidad de salida de los productos uruguayos y a pesar del cambio de gobierno en Argentina la situación no mejora.

Es fundamental el calado de los canales de llegada a los puertos de Uruguay. Otro de los efectos del envión de agua ha sido dañar los canales por donde sale la producción uruguaya. Y mientras el canal de Martín García sigue como asignatura pendiente, la salida de la producción se encarece por los desvíos y la menor carga que pueden llevar los barcos. El golpe de las lluvias al resultado de la zafra agrícola arranca en las chacras pero sigue en la logística de los embarques que opera en la práctica como un impuesto a la exportación al ser un sobrecosto.

Ahora lo fundamental es que no ocurra una sequía en el verano. Que el próximo problema atmosférico grave se demore. Pero si ese fuese el caso cabe preguntarse si nos encontrará más cuidadosos del ambiente, saneados fiscalmente, abiertos al mundo y con precios plenamente competitivos en energía.

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