Meneses, el Balón de Bronce y muchos recuerdos

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Debutó y se retiró muy joven; de una transferencia millonaria a la depresión: la vida del Bombón Meneses

Álvaro "Bombón" Meneses ganó un Balón de Bronce en un Mundial, debutó en Nacional con 17 años y pasó de imaginarse en Inter de Milán a dejar el fútbol con apenas 27 años; ahora dirige a las formativas de Progreso
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20 de agosto de 2022 a las 05:00

Álvaro Meneses dejó el vestuario con seis termos encima. Los futbolistas más grandes del plantel lo mandaron a la cocina a buscar agua caliente para el mate justo cuando empezaba la reunión donde se iban a definir los premios de la temporada. Cuando regresó con los termos cargados, ya no había reunión. 

Con esa anécdota recuerda su primera temporada en el equipo principal de Nacional en el 2000, cuando apenas tenía 17 años. En aquel tiempo en Los Céspedes los jugadores que lideraban el grupo eran Leonardo Romay, Ruben Sosa, Ruben Da Silva, Sergio Martínez, Ojota y Chengue Morales, y eran los que tomaban las decisiones.

Meneses, a quien le decían Bombón, fue ascendido por Hugo De León después de un gran Mundial sub 17 a fines de 1999, en el que fue premiado con el Balón de Bronce. La noticia de 2001 fue su millonario pase a Inter de Milan que nunca se concretó. Su carrera, en cambio, prosiguió en equipos uruguayos y tras una depresión, se retiró con 27 años. 

Meneses con el Balón de Bronce

Trabajó de chofer en la Intendencia de Montevideo y en el sector de la salud, manejando una ambulancia, hasta que regresó al fútbol. Terminó el ciclo básico, hizo el curso de entrenador y desde 2019 dirige en formativas de Progreso.

Nació en Montevideo

Aunque creció en Melo, Meneses nació en Montevideo. Su familia se trasladó a la capital de Cerro Largo antes de que él cumpliera un año. En aquella ciudad nacieron sus hermanos y transcurrió su infancia, aunque durante la etapa del baby fútbol comenzó a viajar asiduamente a la capital. 

“Con 9 o 10 años, un amigo de mi padre y por tanto cercano a mi familia, empezó a traerme a Montevideo a jugar en los equipos de baby fútbol que él dirigía. Se hacía cargo de los pasajes y recuerdo que jugaba un día en Melo Wanderers y al siguiente en el Cádiz Real, de La Teja. Eran otros tiempos, otro país. Así empecé a medirme con otros chiquilines”, contó Meneses a Referí.

Cuando terminó la etapa del baby lo invitaron a una prueba de aspirantes en Nacional. Estaba de vacaciones, en enero y había decenas de chiquilines con el mismo sueño: quedar en el club. “Íbamos rotando, jugando 10 o 15 minutos. Yo fui uno de los afortunados que fui pasando etapas”, recordó. De aquellos primeros años en Nacional recuerda a Daniel Leites y al golero Jimmy Schmidt, quien ya venía de jugar en AUFI con los tricolores, y con los que compartió casi toda la etapa de juveniles . “Ahí comenzó un periplo de formativas hasta llegar al primer equipo”, señaló.

Medallas para la historia

Las pruebas se hacían en Los Céspedes, aunque luego los entrenamientos se desarrollaban en algún cuartel de la zona: “El complejo deportivo era otro, no tenía la cantidad de canchas que tiene actualmente. Eran tres las que había. Como llamador era un buen estímulo para nosotros ir a Los Céspedes, cruzar a alguno de los jugadores del momento; eso llamaba la atención de los padres”.

Meneses tenía 12 o 13 años y le costó salir de su casa tan chico. Se mudó a lo de su tío en Montevideo y también residió en el Parque Central junto a otros jugadores del Interior del país. Pero llegó un momento en el que jugaba poco y extrañaba. Estaba a punto de irse, cuando recibió un llamado que le cambió la vida.

“Me convocaron a una selección Sub 15 y cambió todo, obviamente. Empezar un proceso de selección, con viajes al exterior, motiva de otra manera. Me llegó todo muy rápido y después pasó, como le digo a mi familia: desde ese momento hasta el final de mi carrera pasó como un flash, fue todo muy rápido, tan repentino. Después de la selección ascendí de categoría rápidamente, fui a un Sudamericano, viajes, un Mundial, tan rápido que a veces uno mira para atrás y se sorprende de las cosas que pasaron”, manifestó.

Participó en el Sudamericano Sub 17 de Uruguay, en el Mundial de Nueva Zelanda y fue ascendido al plantel principal de Nacional con 17 años. “En dos o tres años cambió totalmente lo que uno pensaba. Pasas de ser un chico común, aspirante a futbolista, a ser un profesional con todo lo que eso trae, las buenas y malas decisiones, los vaivenes para los que no estaba preparado, viéndolo hoy en retrospectiva”.

Uno de los planteles de Nacional que integró

Juveniles y traviesos

Aún así, guarda con cariño aquella época de juvenil: “Se formó un grupo muy unido y todavía seguimos en contacto. Jugamos el Sudamericano en Centenario y no pudimos jugar la final porque perdimos con Paraguay, pero era una generación de muy buenos futbolistas, como el Pollo Olivera, Horacio Peralta, Mario Leguizamón, Martín Silva que sigue activo, Williams Martínez, Sergio Leal, Pablo Munhoz… Una generación también de grandes personas y amigos. Hicimos un proceso largo, de muchas enseñanzas, aprendimos a amar el fútbol, dirigidos por el cuerpo técnico que integraban Víctor Púa, el profe Franco, Balbi y Claudio Listur. Aprovechamos el envión de la selección que fue vicecampeona Sub 20 en Malasia, un contagio futbolístico  que marcaron aquellos muchachos y que siguió para abajo, la Sub 20 que jugó en Nigeria, nosotros en Nueva Zelanda, fue un estilo futbolístico definido”.

Un plantel donde abundaban las travesuras: “Eramos adolescentes, de distintos lugares, un grupo diverso en nuestras formas de vivir y con picardías, travesuras, como todo adolescente”, admitió.

La selección entrenaba y concentraba en el estadio Charrúa. El Complejo Celeste no existía. Tampoco tenían la difusión de ahora. “Al Mundial de Nueva Zelanda fue una sola radio, más alguna cosa que publicaban los diarios. Eso cambió un montón y los chicos lo tienen que aprovechar; también están más expuestos. Algunas de las cosas que nosotros hicimos en aquel entonces hoy serían un escándalo”.
Luego del Mundial, los jugadores tuvieron unos días libres. Meneses, que entonces integraba el  plantel de Cuarta división en Nacional, viajó a Melo. Un día sonó el teléfono de su casa y le informaron que tenía que presentarse a hacer la pretemporada con el equipo principal. 
Un momento que no se olvidó jamás. La emoción y la alegría perduran con el recuerdo. “Ahí empecé a conocer lo que era el fútbol profesional, con un plantel de mucha jerarquía, era un momento difícil también, un ambiente complicado. Hugo De León tomó la decisión de subir un par de juveniles y entre ellos estaba yo; después quedé integrando el plantel principal en el año 2000”.

Tricampeón uruguayo con Nacional

“Como anécdota, me acuerdo patente de la primera reunión que me tocó participar sobre la división de premios del campeonato. No estábamos acostumbrados. Se reúnen los grandes dentro del vestuario y yo, que era el chiquito de ahí, el botija. Lo único que escuché fue ‘traé los termos con agua caliente’. Del vestuario a la cocina hay unos cuantos metros y me dieron cinco o seis termos y cuando volví la reunión ya estaba resuelta. Había terminado. Con el tiempo entendí que era el respeto a los mayores que estaban en ese momento, que pelearon por los premios, lo decidieron ellos, después en la segunda reunión me dejaron escuchar y en la tercera me preguntaron qué opinaba. Era otro fútbol, uno escuchaba a los que manejaban realmente el vestuario”.

El supuesto pase a Inter

Meneses fue tricampeón Uruguayo con Nacional en 2000, 2001 y 2002, y compartió planteles con jugadores de la jerarquía de Ruben Sosa, Manteca Martínez, Polilla Da Silva, Daniel Fonseca, Fabián O’Neill, Chengue Morales, Varela, Ojota Morales, Lembo, Damián Rodríguez:

“Fueron los que me formaron como futbolista y como persona”, reconoció.

En 2001, durante el Campeonato Sudamericano Sub 20 que se desarrollaba en Ecuador, surgió la información del pase de Meneses a Inter de Milán. La noticia era que el Grupo Casal, representante del zaguero, había cerrado la negociación en US$ 4 millones. “Esa es otra parte de la historia, donde empieza a jugar lo futbolístico y lo extra futbolístico”, contó el exjugador. 

La selección juvenil quedó eliminada en primera fase y se empezó a hablar de la transferencia. “Se publicó en muchos lugares que se había firmado un preacuerdo; yo me enteré en el transcurso del torneo, que sí, que no. A uno le llega la información y te llena de alegría. Al final nunca se concretó, por diferentes motivos que no se cuales son. Ni siquiera tuve la posibilidad de preguntar si era verdad al grupo que me representaba, nunca tuve una comunicación real directa de que eso fue así”, expresó Meneses.

Recibió felicitaciones y la alegría de mucha gente, y él también se ilusionó: “Uno empieza a pensar y soñar con cosas maravillosas, pero no llegó a concretarse. Nunca tuve una reunión real, nunca hablé con ninguno. Con Casal no tenía prácticamente trato, nos habremos visto una o dos veces, nada más. De ese tema jamás una reunión. Nos quedaremos con la duda”, expresó.

El fútbol de verdad

A fines de 2003 salió de Nacional y en 2004 arregló con Fénix, dirigido por Antonio Alzamendi. “Ahí conocí el fútbol verdad. Cuando uno se forma en un equipo grande todo le parece poco, pero cuando ve la realidad de otros clubes, empieza a valorar lo que tenía. Estuve dos años en Fénix y coseché un montón de amigos; le tengo un cariño increíble porque me ayudó a conocer otra parte del fútbol uruguayo. Me tocó de todo con Fénix, jugar la Libertadores y el descenso. Pero siempre me apoyaron y cumplieron”.

Con la camiseta de Fénix y otros recuerdos

Su carrera continuó en Cerro, en River Plate y luego, producto de algunas lesiones, “empezó a decrecer”, admitió. Su último club profesional fue Cerro Largo, donde tuvo la oportunidad de jugar en el estadio Ubilla de la ciudad donde creció. “Estuve un año y tomé la decisión, no sé si buena o mala, de cortar con la carrera profesional”. Tenía 27 años y “empezó otra vida”, dijo.

“A veces la vida y los momentos emocionales te llevan a tomar decisiones y en aquel momento  a nivel personal sentía que no estaba bien, que no podía continuar. Yo venía enojado con el fútbol y decidí. En 2010 fui a México a hacer una prueba en un club, estuve un mes y pico, no se dio y cuando volví dije 'no juego más'. Dejé totalmente”, contó.

El bajón anímico en Cerro Largo fue en partido porque sentía que podía jugar más de lo que jugó efectivamente. “Empezaron los bajones, me sentí grande en ese momento; uno a veces siente que eso ya no es para uno y me tocó. Con mi familia y mi señora tomamos la decisión; no quería jugar más y me apoyó”.

Empezaron otros problemas. “Vivir desde otro lado, insertarme en la vida cotidiana porque cuando estás en el fútbol  vivís en una burbuja, más allá de la humildad de los equipos donde juegues. Los fines de semana estás concentrado, dormís en hoteles. Ahora empezaba a vivir de otra forma, a cumplir otra rutina”, explicó. 

Durante tres años trabajó como chofer en la Intendencia y de una ambulancia. “Comparado con lo de antes, pasás a ser invisible, más allá de que alguno te reconozca en la calle”. Hasta que un amigo lo llamó para jugar en Basáñez, en la divisional C, y así regresó a las canchas de fútbol.

La carrera

Meneses transcurrió su etapa de juvenil en Nacional. Debutó en Primera división con 17 años y permaneció tres temporadas en el equipo principal. Luego jugó en Fénix, Cerro, River Plate, Tacuarembó, Cerro Largo y Basáñez en el amateurismo. Participó de todo el proceso de selecciones juveniles de fines de 1990 liderado por Víctor Púa.

Prepararse para el triunfo

La carrera del futbolista no es fácil. Meneses expresó que “por las edades que tocan las cosas no hay una preparación adecuada, ni para lo bueno ni para lo malo. Yo siempre hablo con los chiquilines, que hay prepararse no tanto para el fracaso, sino para el triunfo, porque hay que encontrarse de repente con US$ 10 millones, si uno no tiene la preparación. Aparecen cosas que uno no está acostumbrado, cosas que marean, negocios que marean, gente que uno no conoce y se acerca, hay que estar preparado para lo que trae el fútbol”,  señaló. Hasta para firmar un contrato, porque “la letra chica te puede perjudicar como ha pasado históricamente. Tenés que prepararte y decir ‘me va a ir bien’ y tener una larga carrera y que no se me trunque por una mala decisión o firma”, expresó el entrenador. 

El lugar de la casa donde descansa el Balón de Bronce

Terminó el ciclo básico de adulto

La convocatoria a las selecciones juveniles y el debut en Primera división no le permitió terminar el liceo.”En aquel momento no existían los planes que existen hoy, no es una excusa pero es una realidad. Después lo retomé cuando empecé la carrera de entrenador, que exigía tener ciclo básico completo. Lo pude terminar de grande, hice el curso de entrenador y seguí un año más cursando el liceo nocturno de adulto, con ganas de seguir mejorando. Cuando terminé la carrera, antes de la pandemia, estaba poniéndome a tiro con eso”, contó Meneses, cuya familia se compone de su esposa Cecilia y su hija Sara. En 2014, cuando formaba parte del plantel de Basáñez, comenzó a dirigir en juveniles. Eso lo impulsó a hacer el curso de técnico y desde 2019 trabaja en Progreso.

El ascenso a Primera División

Si bien fue ascendido al plantel de Primera división de Nacional cuando aún tenía 17 años, no fue una etapa fácil para él: “Cuando un chico asciende a esa edad, con todo lo que trae a nivel familiar, obtener logros tan rápido, es complicado.  No tiene solamente una parte linda”, reconoció.

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