Legrand se estrenó como conductora de La letra chica el pasado 1° de marzo
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA

Denisse Legrand: "Las redes sociales son hoy la forma más barata que hay para voltear una democracia"

La flamante conductora de La letra chica habla sobre su incorporación al programa, del rol del periodismo, de los riesgos de las redes sociales para la democracia y si imagina un futuro en la política partidaria
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20 de marzo de 2021 a las 05:00

Fue una sorpresa. La llamada llegó la última semana de diciembre de 2020, y Denisse Legrand –que, dice, le cuesta pensar mucho hacia adelante, y por lo tanto, no lo tenía entre sus planes– se encontró con una propuesta que no esperaba. Conducir La Letra Chica, en TV Ciudad, junto a Diego González y Ricardo Piñeyrúa. El último día del año pasado dijo que sí, y de ahí hasta febrero, cuando fue el momento de hacer las pruebas de cámara, conocer al resto del equipo y hacer las fotos oficiales, fue un enorme paréntesis de vacío e incertidumbre. Hasta que, la noticia se hizo pública, y con eso, la tranquilidad empezó a ganar terreno.

“Estaba mucho más tensa en diciembre, antes de aceptar, que ahora”, cuenta Legrand, que lleva ya algunas semanas en este nuevo e inédito rol televisivo. Aunque las cámaras y los estudios no eran ajenos para ella como entrevistada, ni el rol de entrevistadora lejano por su trabajo como periodista, La letra chica es para ella una novedad. “La televisión tiene eso de que genera cotidianeidad con la gente. Una cotidianeidad que de repente muchas veces no tenés ni con tu familia ni con tus amigos, porque los días pasan y la televisión genera que todos los días, pase lo que pase, tengas que estar ahí, y con una determinada entereza. Pero claro, estoy acostumbrada a espacios de muchísima tensión. Y tensión de la de verdad. De la que mezcla tensión, violencia, el recrudecimiento institucional, un montón de cosas. Entonces, cuando llegué al canal, que fue un ámbito súper amigable, confortable, con derechos laborales, sin precarización, fue como ‘pah’”.

La comparación es con el trabajo que desde hace ocho años desarrolla como coordinadora del programa Nada crece a la sombra, que desarrolla iniciativas socioeducativas en cárceles, y que fue el que la convirtió en un rostro conocido. A los 16 años comenzó su militancia, primero en la campaña por la despenalización del aborto. Luego se relacionó con el movimiento social estudiantil, y allí comenzó su involucramiento con las temáticas de seguridad. Primero como coordinadora de la comunicación de la campaña por la regulación del mercado de la marihuana y luego en la de “No a la baja”, contra la baja a 16 años de la edad de imputabilidad penal.

Fue en ese momento que comenzó a trabajar en cárceles y a combinar sus habilidades profesionales con la necesidad de comunicar su trabajo. Legrand, que estudió medicina, cine y gestión cultural (carrera en la que es licenciada), se metió en la comunicación desde la militancia, pero en los últimos años desarrolló también su faceta periodística. Desde 2017 escribe en La Diaria, donde es la editora de la sección Feminismos. Empezó allí como columnista y fue aprendiendo desde adentro el trabajo periodístico. A separar la opinión de la información. “Creo que lo que pasa con la realidad, que es lo rico del periodismo, es que muchas veces habla mucho más por nosotros que lo que nosotros tenemos que decir sobre ella, y esa es otra diferencia con respecto a otras épocas del periodismo. Tenemos que salir un poco de que el foco de la noticia sea la opinión. Tenemos que dejar de creer que nuestras opiniones son el centro de la Tierra, y que somos iluminados que le decimos a los demás lo que tienen que hacer y que todos los que no piensan como nosotros son estúpidos. Tenemos que sacarnos esa idea a la hora de comunicar, porque por suerte la riqueza es que cada vez se piense más y que la gente se cuestione más”, considera.

También integra el plantel del programa radial Justicia Infinita, en Urbana FM, como parte de la tertulia que analiza y comenta noticias. Y ahora sumó a eso su labor en la televisión, en un programa que veía, pero al que nunca había ido. Las dos veces que había sido convocada como invitada, no pudo ir por distintas razones. Como en el dicho, la tercera fue la vencida.

“Recibí mucha aceptación, y mensajes súper lindos. También mucha violencia, porque es lo que pasa cuando una se expone”, dice Legrand sobre su llegada al programa, un ciclo que desde su estreno en 2020 se convirtió en el más visto de su canal, pero que también ha generado críticas y cuestionamientos. De hecho, el día del estreno de su temporada 2021, el edil del Partido Nacional Diego Rodríguez realizó un pedido de informes a la Intendencia de Montevideo por la colocación de una pantalla gigante en la explanada del Palacio Municipal que emitió el programa.

Legrand considera que “hay personas, propuestas y contenidos que dividen per se, más allá del contenido. Y eso es algo que tiene mucho que ver con cómo estamos instalados actualmente como sociedad, y como se está dando la discusión como sociedad. Tiene mucho que ver también con las formas en las que se plantean las redes sociales, no con las formas reales de cotidianeidad. En las redes sociales se exacerba toda la violencia, se exacerban todos los posicionamientos, enfrentamientos y performatividades que no son tales. Porque después las personas nos cruzamos y está todo bien. Eso es un poco lo que generan este tipo de propuestas que están identificadas por la vía de los hechos con algunas cuestiones”.

A las redes sociales, de todas formas, las mira con cuidado. Las reconoce como una herramienta de potencial deterioro de la democracia, y por eso, señala, los medios de comunicación tienen que estar fortalecidos. “No comulgo mucho con esos discursos de ‘este es un facho porque trabaja en El País, este es un cómplice porque trabaja en El Observador, y este es una foca porque trabaja en La Diaria’. Eso lo que me parece que hace al final es atacar a los trabajadores, y atacar también a la credibilidad de los medios de comunicación. Creo que las redes sociales, aunque no nos estemos dando cuenta, y aunque tengan un alcance chiquitito, minúsculo, en lo que es la vida, tienen una capacidad muy grande en el seteo de agenda, y por lo tanto, una capacidad grande y peligrosa para el deterioro de la democracia. Sin dudas, las redes sociales son la forma más barata que hay hoy en día para voltear una democracia. Porque lo que hay de fondo ahí, cuando se ataca lo que se vota o lo que no se vota, es atacar algo muy legítimo: votar, elegir es legítimo. Es potente. Así votes en blanco, anulado, o al partido que te guste. Cuando se monta alrededor una estrategia antidemocrática, que se ataca a las personas porque piensan, por lo que piensan y por lo que votan, está difícil. Lo que está en juego es algo más grande que nosotros mismos, y a alguien le sirve que toda esta construcción se haga, y que los medios bajen sus niveles de confianza y credibilidad”.

Tenés una estrategia en las redes sociales que es bastante diferente a lo habitual: le contestás a cada uno de los que te insulta o te ataca. ¿Por qué ese encare?

Para mí es una estrategia pedagógica. No me genera un desgaste emocional. Por supuesto que me lleva tiempo, porque todo lo pedagógico lleva tiempo. Hay quienes dicen que lo mejor es no contestar, pero no nos damos cuenta del rol que tienen los trolls y los anónimos a la hora de construir realidad. No solo a la hora de construir ideas falsas, que existen, sino a la hora de atacar personas. Entonces, si yo que de alguna manera tengo una legitimidad, un lugar público de privilegio, y tengo herramientas para intentar ir contra eso de alguna manera, siento que es como una responsabilidad no avalar que se diga cualquier cosa. Quiero que alguien que está leyendo eso, vea que las grandes verdades que plantean como absolutos no son ciertas. Y si no son ciertas, se contrarrestan con información y con datos. Tenemos que dejar esta lógica del vale todo. Obviamente que cuidándose y eligiendo las batallas que dar. Eso es algo que también estoy aprendiendo en el último tiempo. Pero también entiendo que hay jugadas comunicacionales que son fundamentales, y atrás de esa pelota hay que correr y sacarla de la zona de peligro. 

Denisse Legrand es coordinadora desde hace ocho años del programa Nada crece a la sombra

Imagino también que estar acostumbrada a una violencia más real, como la que se ve en la cárcel, minimiza lo que ves en las redes.

Si, claro. Cuando estás acostumbrado a trabajar en ámbitos de tensión y de absoluta violencia, donde la realidad está relacionada directamente con la muerte, con los accidentes graves, y con situaciones realmente complejas, todo se relativiza y toma otro valor. Y por eso parte del objetivo político de los últimos años tuvo que ver no solo con hacer, sino con comunicar lo que hacíamos en las cárceles. Eso no fue azaroso, no es que nosotros pensamos "vamos a sacarnos una foto porque somos recopados y lo que hacemos está buenísimo". Nosotros tenemos un objetivo político que es visibilizar una realidad, visibilizar una imagen que no siempre es la que se ve, y aportarle contenido político a una discusión histórica que necesitamos tener sobre seguridad. Entonces claro, a veces en el mismo día por ahí estás apoyando la gestión en una amenaza de muerte en una cárcel, y contestándole a un pelotudo en redes sociales, hay una cosa que pasa a ser un ejercicio pedagógico sin mucho insumo personal, y lo otro es en lo que realmente está la tensión, las necesidades y los debates verdaderos, los que necesitamos dar. Y creo que pasa también, que parte de la molestia con mi exposición en La letra y en los últimos tiempos a nivel público, tiene un poco que ver con eso. No solo con el componente de género y generacional, con ser mujer joven, sino también con haber posicionado determinados temas y tener una posición política, que no es política partidaria, porque la posición política va mucho más allá de lo partidario, y lo político partidario es cómplice de todos lados de estos discursos. Y cuando además a la política le sumas un contenido de género, generacional y estético, tenés el combo completo para que se generen situaciones de tensión, que, de nuevo, después en la realidad no son tales.

En La letra chica del 9 de marzo, empezaste el programa con un editorial, en el que hablaste de la situación que se dio con un móvil de Subrayado en las movilizaciones del 8M, y el debate que se generó sobre el lugar del periodismo. ¿Qué te motivó a hacerlo?

El valor de que haya personas sensibilizadas con determinados temas hace al valor de la comunicación. Que hayan estado Blanca Rodríguez y Magdalena Correa al frente de esa situación significó que se resolviera de determinada forma, que se pudiera cubrir la marcha y la situación, que es el evento político más grande en lo que va del año, y el movimiento social más grande del mundo en este momento, con mucha responsabilidad. Creo que en todos los medios de comunicación hay cada vez más personas que lo toman desde este lugar, mujeres y varones. Y cada uno construye en el lugar en el que está, de la mejor manera que puede. Así como las acciones que van cambiando la historia tienen repercusiones, tienen reacciones. Hay reaccionarios que están contra eso, que pierden su lugar de absoluta legitimidad, que se ven cuestionados en ese lugar, y por eso creo que hay que hablar. Es muy sensato lo que planteó Blanca Rodríguez después. Creo que también es sano que existan los distintos tipos de periodismo, y que al final también todo este nuevo sistema de consumo de los medios, que tiene que ver con las suscripciones y con otro tipo de formas de mercado, también hace que todos los periodismos tengan lugar y que haya algunos periodismos que cada vez pierden más lugar, porque también llega un momento en el que estar contra todo avance social, o tratar de tergiversar o plantear como violencia una situación que en la vida real no es tal, es ridículo. Fue una marcha gigantesca, con medidas sanitarias, que, en un determinado espacio, que es el de los colectivos feministas no mixtos, prefieren movilizarse entre mujeres, no porque odien a los varones sino porque hay un miedo legítimo a esas masculinidades y por la violencia atravesada durante toda la vida. Y que haya un día al año en que la movilización de las mujeres plantea que, en ese pequeño espacio, y no en toda la marcha, quieren estar entre mujeres, es válido. Y es lo que también hay que comunicar. Creo que de ninguna manera se deterioró el trabajo del periodismo, por algo pasaron dos semanas y seguimos hablando de eso, por algo en febrero del año que viene y los primeros días de marzo del año que viene vamos a estar hablando de eso. Porque estuvo el periodismo. Y porque el periodismo no solo estuvo desde el lugar que podría haber estado históricamente, que es cubrir mal, sino que lo cubrió muy bien, lo sintetizó muy bien, y abrió el debate. Y ya el periodismo no es ese de varones hegemónicos que estuvieron muy vigentes en los 90. Es otra época, hay otras personas, y esas otras personas representamos múltiples sensibilidades: varones y mujeres, de todas las edades. 

¿Cómo ves la situación de los medios uruguayos, por ejemplo, con respecto a cubrir ciertos temas con perspectiva de género?

Los medios uruguayos están cada vez más capacitados y adecuados a esta época. Y eso no es poco. Estamos hablando de un cambio cultural, los cambios culturales llevan muchísimo tiempo, y es un cambio que se dio rápidamente en los últimos años, y que tiene que ver con que hay algunas formas de comunicar, formas de titular, que ya no son las que rinden, porque no es lo que la gente quiere ver, y ya no es lo que queremos que a futuro predomine. Y creo que cada uno de nosotros que hacemos periodismo o estamos comunicando, empezamos a incorporar esa sensibilidad, no solo porque la gente ya no quiere escuchar esa otra construcción, sino porque nosotros tenemos otra sensibilidad, porque a nosotros en nuestras familias no se nos ocurre estar comunicando de esa manera, porque con nuestras parejas y amigos, en nuestra cotidianeidad ya no nos movemos así. Y cuando desde el feminismo se plantea que lo personal es político, tiene mucho que ver: cómo comunicamos, cómo hacemos política, como planteamos distintas opiniones, tiene mucho que ver con quienes somos a nivel personal. Y a nivel personal estamos más sensibilizados. Todos los que comunicamos nos cuestionamos cosas. Y eso refleja algo que tiene que ver con los mensajes que emitimos, que son mucho más responsables, constructivos y respetuosos de la sociedad. 

Además de su trabajo en televisión, Legrand se desempeña en radio y prensa

¿Ves un cambio a nivel del periodismo, en el sentido de que la idea del periodista objetivo que está por fuera de lo que cubre ha cambiado, y ahora hay temas con los que se involucran de forma más directa?

Creo que los periodistas siempre estuvieron involucrados con los distintos temas. En los últimos tiempos lo que se está rompiendo es esa careta de superhombre que está por encima de todo. Los periodistas no están por fuera de las situaciones, están directamente involucrados, en el lobby, en los sistemas de adquirir información, y están jugando todo el tiempo con el poder. El periodismo juega con el poder. Juega, intercambia, negocia, y es lo que hace. Creo que lo que pasa en los últimos tiempos es que hay una generación que comprende la riqueza de toda esa forma de hacer periodismo, y comprende que marcó una época, pero entiende que el periodismo va mucho más allá. Que para construir un contenido no alcanza con tener la primicia, ni con que la fuente te tire por abajo algo para reventar todo, sino que atrás de eso tenés que construir contenido, ponerte a laburar sobre los temas. Creo que el periodismo que representan determinadas camadas tiene mucho más que ver con el ego de esas personas que con la construcción de la información. Y eso es lo que entiendo que vamos cambiando como generación. Como también entiendo que colaboramos mucho más entre nosotros. Hay una construcción mucho más sana entre nosotros, que también la sentí mucho con la incorporación a La Letra chica. Recibí mucho afecto de personas de muchos medios, incluso algunas con las que competimos en horario, desde el cariño, el apoyo y entender que somos todos trabajadores, que estamos en un lugar privilegiado, que es el de comunicar y construir información, y construir opinión, entonces creo que tiene que ver con eso, con sostener un proceso que es mucho más constructivo que el de los grandes egos dándose unos contra otros para ver quien primerea y quien tiene la primicia. 

¿Te consideras como una voz incómoda dentro de los medios?

Está bien que se incomoden o se cuestionen. Porque es sano. Y prefiero que se cuestionen conmigo, que tengo todo un entorno de privilegio, o una plataforma en la que argumentar y seguir entera a pesar de esas incomodidades, a que se incomoden con personas que terminen siendo perseguidas y que terminen en una situación más compleja. De la incomodidad uno también construye. Se incomoda, aprende y acomoda el cuerpo de nuevo. Cada vez más hay personas que estamos en los medios de comunicación y que tenemos una empatía y una construcción común generacional que es re importante. En la medida que fortalezcamos a las personas que tienen el espacio de comunicación y las interpelemos siempre, pero desde los argumentos, vamos a crecer. El problema es cuando a vos lo que no te gusta o lo que me querés decir es que tengo el pelo de colores. Y si, pero ¿sabés cuál es la diferencia? que tengo el pelo de colores porque elijo. Y para mí no es peyorativo. Hay un montón de cuestiones para argumentar y pegarme, pero no me pegues por el pelo, estamos en 2021 y ya fue. Es probable que mientras vos pegas así, tus hijos, u otras generaciones, se están cuestionando que lo que está mal es la violencia, y no el pelo de colores. 

¿Te ves en algún momento involucrada en política partidaria?

A mí la política partidaria nunca me sedujo. Me han ofrecido espacios y cargos, pero no me interesa. Hay mucho también de fantasía, de que la gente cree que se hace algo para tener un cargo. Y la realidad es que esos espacios son, muchas veces, más limitados de lo que uno cree. Se pierde libertad. Son muchos más limitados económicamente, el cargo público no es la panacea, hay que destrozar esa idea también. Durante toda mi trayectoria de militancia vi a la política partidaria como expulsiva. Y creo que es parte de lo que tiene para adaptarse a esta época y a la época que viene, si lo que quiere no solamente es seducir liderazgos, sino también seducir a la gente. La pandemia nos hace cuestionar esto, cuando se habla de "la nueva normalidad", creo que lo que tenemos que cuestionar es que el problema era la normalidad. Que algunos pudieran ser y otros no, que algunos pudieran existir y otros no, que algunos llegaran y otros no. Creo que la política partidaria, en vez de estar dando una discusión procesal mucho más fuerte, está muy enfocada en 2024, creo que nunca terminó la campaña, para unos y otros. Y la realidad es que las campañas desgastan, cansan, agotan. No solo a los protagonistas, sino también a la gente. Estoy donde quiero estar, coordinando un proyecto en cárceles desde hace ocho años y en espacios de comunicación que son una plataforma muy respetada y que me permiten amplificar un discurso que tiene en gran medida que ver con lo político. ¿Cambiaría eso por un lugar institucional o en un partido político? Tengo más para perder que para ganar en este momento, y probablemente en los próximos años también. Entonces creo que es más una fantasía de otros, que la fantasía que puedo tener yo con respecto al acceso a esos espacios. 

¿Qué cargos te ofrecieron?

Pila de cargos. Sin dudas que la política institucional y tener los recursos para hacer política es algo que puede ser muy rico e interesante y le puede cambiar la vida a la gente. Ahora, creo que por cómo está dada la lógica, se genera mucho más que esos espacios sean para que te pongan una pata arriba, que lo que podés hacer desde otros lugares. Y creo que además no podemos dejar de lado que parte de la construcción política, y no digo partidaria, tiene que ver con la comunicación. De los peores comentarios que se le hacen al gobierno actual es plantear como algo peyorativo que "nos gobierna una agencia de publicidad". Me parece sumamente desatinado. Porque lo que me parece que hizo el gobierno fue comprender que la comunicación política es una estrategia fundamental de acercamiento entre el gobierno y la sociedad, y que una estrategia de comunicación y la profesionalización de la comunicación son claves, y no que militantes con sensibilidad estén a cargo de la comunicación, que son cosas absolutamente distintas. Quienes interpelan al gobierno desde ese lugar, deberían cuestionarse mucho más que lugar le dan ellos mismos a la comunicación, y qué fracasó de sus propuestas. Tenemos mucho más metida la lógica de "critico al otro por algo que resalta", porque uno puede criticar muchas de las acciones del gobierno, y en particular de las acciones sociales respecto a la mitigación de los efectos de la pandemia, pero si hay algo que no le puede criticar, porque es profesional y activa, es la comunicación.

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