Opinión > Editorial

El camino correcto

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16 de marzo de 2020 a las 05:01

El gobierno de Luis Lacalle Pou tomó dos decisiones correctas al abandonar la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el canal multiestatal de noticias Telesur, dos proyectos regionales quizás interesantes en los papeles, pero que en los hechos se convirtieron en dos instrumentos de carácter ideológico de los partidos de izquierda durante su predominio en el poder.

La Unasur, creada en 2008 y en vigor desde 2011, fue un modelo de integración sudamericana nacido en la cresta de la ola de los gobiernos progresistas, especialmente por el liderazgo del expresidente Luis Inácio Lula da Silva (Brasil), acompañado por el influyente extinto mandatario Hugo Chávez (Venezuela). Fue notorio el papel de ambos en el rumbo ideológico de la Unasur. 

Una Unasur proyectada con el propósito de  “eliminar la desigualdad” y fortalecer los canales democráticos, se convirtió en un foro regional contra Washington, las políticas “neoliberales” y de promoción ideológica, hiriendo desde el inicio los cimientos institucionales que legitiman los procesos de integración.

Con ínfulas de convertirse en el largo plazo en un espacio consolidado de los países de Sudamérica, y construir una identidad propia para estar mejor posicionado ante los grandes bloques del mundo, la Unasur terminó siendo una caricatura, llena de clichés del izquierdismo clásico, propia de partidos políticos más no de un proyecto institucional de integración.

Por otra parte, como quedó en evidencia en los últimos años, la Unasur promovió un modelo equivocado: el Estado como palanca de desarrollo y distribución de recursos, y  la integración regional antes que tratados de libre comercio con Estados Unidos –una estrategia de inserción que es perjudicial para países con las características de Uruguay porque quedan presos de los grandes países socios-.

El desfleco de la Unasur –de las 12 naciones de Sudamérica hoy quedan Venezuela, Surinam y Guyana- fue conforme al declive de los partidos de izquierda en el poder, la mejor prueba de que era una alianza política ideológica, como dijo el canciller Ernesto Talvi.

Paralelamente, el gobierno suspendió su retiro del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) como era la intención de la administración de Tabaré Vázquez. 

Compartimos que la salida del TIAR significaba que Uruguay dejaba de participar en un ámbito estratégico de seguridad hemisférica, aunque ello no supone que sea utilizado para legitimar una intervención militar en Venezuela, que no es el camino más  adecuado hoy para terminar con la dictadura de Nicolás Maduro.    

Mucho más grosero que la Unasur es el contenido tendencioso de Telesur, la cadena de televisión pergeñada por Chávez, con sede en Caracas, al servicio del chavismo y de ideologías afines desde su creación en 2005. La falta de ecuanimidad en su contenido no es acorde a lo que se espera de una propuesta de comunicación de un canal multiestatal que, además, se profundizó a medida que sus propietarios quedaron reducidos a Cuba, Nicaragua y Venezuela, luego del abandono de la señal por parte de Argentina, Bolivia Ecuador y ahora Uruguay.

El gobierno hace bien en recuperar el camino histórico de su política exterior que había dado un giro equivocado, cegado por la ideología.

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