La primera pregunta fue “¿por qué?”. Era una pregunta válida: habiendo tantos y tan diversos libros sobre la vida, la obra, las ideas y los dichos de José Mujica, ¿por qué hacer otro? El periodista y escritor Matías Castro se la hizo al momento de empezar a idear lo que se terminaría convirtiendo en José Mujica y las flores de la guerrilla, una historieta que cuenta la vida del expresidente uruguayo, que se acaba de editar a nivel local tras publicarse en Francia y España.
La respuesta fue: porque este no va a ser igual a los otros libros sobre Mujica, porque es otro formato. La historieta tiene otro código y permite una libertad que no dan otros géneros o soportes. Por mencionar uno: recrea escenas históricas sin las limitaciones de presupuesto que impone el cine.
Castro –uruguayo, uno de los responsables de la convención Montevideo Cómics y autor tanto de narrativa como de historieta– junto al dibujante costarricense Leo Trinidad son los responsables de esta novela gráfica, editada por Salamandra, que si bien está pensada inicialmente para un público extranjero, sobre todo europeo, no ignora lo polarizante que es la figura del político a nivel local. Incluye sus contradicciones ideológicas y la separación que hay entre su imagen pública dentro del país y fuera de fronteras.
El proyecto empezó a caminar en 2016, apenas un año después del final del mandato presidencial de Mujica. En un principio, Castro trabajó junto a un dibujante uruguayo, con el que elaboraron una primera muestra de material que empezaron a ofrecer a editoriales. El cómic trastabilló cuando el dibujante no pudo seguir por razones personales, hasta que entró en escena el agente literario francés Nicolas Grivel, que fue quien lo reflotó y contactó al guionista con el dibujante costarricense.
“En total el proyecto tuvo tres versiones, con cambios totales de argumento y de encare. Con Leo hicimos las dos últimas, a lo largo de un proceso de escritura e investigación que luego llevó dos años de dibujo. Grivel llevó el material a la feria del libro de Fráncfort, donde fue adquirido por una editorial francesa, la primera que lo publica en 2022”, explicó Castro a El Observador.
Aunque no se conocían previamente con Trinidad, el autor explica que hubo desde un primer momento una buena sintonía.
“Lo primero que dibujó cuando se sumó al proyecto fue lo que terminó siendo la tapa del libro, o sea que visualizó muy bien de entrada lo que íbamos a hacer. Además, el trabajo fue creciendo mucho en escala, en el volumen de páginas necesarias para contar la historia. Y Leo nunca le hizo asco a eso, la postura fue ‘que dure lo que tenga que durar’, aunque fueron 60 páginas más de las que preveíamos en un primer momento”, afirmó el escritor.
La única complejidad añadida por la procedencia del dibujante, apuntó Castro, tuvo que ver con la necesidad de proporcionar más referencias para que sus imágenes se vieran y se sintieran como una recreación del último medio siglo de la historia uruguaya.
Para eso fue necesario generar un archivo de más 300 imágenes, que incluyó fotografías, recortes de diarios y demás materiales, con las que Trinidad se empapó de la identidad visual uruguaya, aunque hubo algunos procesos más complejos que otros. “Hubo una fachada de bar que la dibujó varias veces hasta que estuvimos de acuerdo en que se veía uruguaya”, recordó con humor el periodista.
Más allá de las idas y vueltas del dibujo, Castro también destaca el aporte del dibujante, cuyo trabajo llevó a que el guion se fuera alterando y deconstruyendo desde un punto de partida más estructurado y uniforme. “Leo viene del mundo de la animación y trabaja con mucha fluidez y dinámica, entonces alteró mi guion original, lo fuimos construyendo en conjunto”, explicó.
Partiendo de la base de que era una obra pensada primero para un público extranjero, pero también para el locatario, y con un protagonista que despierta amores y odios a partes iguales, Castro y Trinidad decidieron que el punto de vista desde el que se contara la historia fuera el propio: el hilo conductor de la novela gráfica son un escritor uruguayo y un dibujante tico que están embarcados en la misión de contar la vida del expresidente y exguerrillero.
Una mirada extranjera y una mirada uruguaya, entonces, discutiendo y debatiendo sobre el objeto del libro, y que se intercala con el relato histórico, donde se recrea y se dramatizan eventos ya contados en memorias o desde el periodismo. “Queríamos tomar la bibliografía que ya existe y llevarla a situaciones dramáticas, pero siempre apoyados en lo que se ha escrito”, dijo Castro. “Pero aparecer nosotros es también hacernos cargo de las distintas opiniones que hay sobre Mujica y la división que genera”.
“Eso nos permitía incluir la reflexión sobre él, sobre su figura, el mito que ha generado, y cómo ese mito se cruza con el ser humano”, agregó. “Además de que está esa cuestión de que se ha escrito mucho sobre él, pero de todo lo que ha salido, ninguno es un libro suyo; él dice que escribe con la palabra”.
Aunque la historia personal de Mujica sea más o menos conocida, y aunque su figura pública haya alcanzado unos sorprendentes ribetes de rockstar, Las flores de la guerrilla suma el componente de la dualidad del fenómeno Pepe. El libro no esconde que divide sensaciones entre los votantes uruguayos, así como el hecho de que sus acciones como miembro de los Tupamaros también son un parteaguas en su consideración.
“Nosotros, los uruguayos, tenemos una mayor carga de información, conocemos más episodios de su vida y tenemos el peso de la historia y las acciones de la guerrilla y todo lo que generó, que nos ponen ante Mujica de una forma diferente que la que tienen los extranjeros, y queríamos que eso estuviera”, reafirmó Castro.
Lo mismo pasó con las contradicciones que Mujica tiene y reconoce a nivel ideológico. “Es una figura inasible y escurridiza, que tiene que ver también con cómo es él como animal político. Que se sienta anarquista y sin embargo juegue con el capitalismo, y lo reconozca, eso también construye su imagen pública y era interesante incorporarlo”, comentó el escritor.
Sobre el final del proceso, con el libro terminado, Mujica concedió una reunión a Castro para conversar sobre el proyecto, reunión que, con algunas libertades creativas, está incluida en la ficción del libro.
“Fue una charla muy sencilla, nos dio la aprobación para el proyecto y libertad total para hacer, libertad artística”, resumió el autor de la novela gráfica, que aclaró que Mujica tuvo, de todas formas, algunos reparos, vinculados a ciertos aspectos de su historia familiar y personal que los responsables del libro defienden con el argumento de que fueron tomados de otros libros donde el político dio su testimonio.
Salvo ese aspecto, no tuvo problemas con el retrato de su vida política, de su etapa en la cárcel, o de los postulados ideológicos que se plasman. “Que haya tenido esa aprobación y también esos reparos, y no se haya involucrado de una forma más directa hace que este sea un libro independiente, sin una bendición explícita de Mujica”, concluyó Castro.
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