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El concepto habitat

"Los desastres que nos muestra la televisión en queridos países cercanos son un recordatorio de lo que nos espera si ponemos recursos sin conseguir resultados”
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12 de diciembre de 2019 a las 22:13

Por Luis Romero Álvarez, especial para El Observador

En los lugares donde el urbanismo ha dado saltos al futuro, la gestión de los barrios de una ciudad ya no se hace como acá. En Montevideo, cada agente del sector público invierte y gasta por su lado: la comisaría por acá, la escuela por allá, el cuidado de calles y plazas por otra parte, la luz, el agua, las viviendas, el transporte, los deportes, la cultura…, todo desperdigado. Pero siempre gastando dineros públicos nacidos de impuestos actuales o de deuda externa que serán impuestos para nuestros hijos.

Ahora surgió una forma más racional de manejar los dineros públicos; se la ha dado en llamar hábitat porque en realidad el enfoque debe ser holístico: todo tiene relación con todo. De esta forma, se planifica el barrio desde las viviendas, pero también las calles, las plazas, las escuelas y comisarias, las zonas comerciales, los espacios deportivos, la iluminación, etcétera.

Por ejemplo, en vez de colocar la comisaría en una esquina del barrio y la plaza pública en otra esquina, con lo cual la comisaría queda lejos de todo y la plaza se vuelve una zona peligrosa, se instala una plaza en el centro del barrio con zona de juegos de bebés y niños, gimnasio de ejercicios de metal, canchita de fútbol cinco cerrada, áreas verdes y comisaría con policías con motos en la misma plaza, de paso muy bien iluminada. Así la plaza, el espacio de todos que crea convivencia y comunidad, es el lugar más seguro del barrio y no el más inseguro, gracias a la presencia policial permanente.

Bajo este enfoque hábitat se planifica el futuro de barrio en acuerdo con sus habitantes, favoreciendo el nacimiento de liderazgos y empoderando a la gente a mejorar y defender lo suyo, lo cual es lo contrario a que burócratas en algún escritorio decidan dónde se pone una plaza, dónde una escuela y dónde una comisaría mientras otros burócratas consiguen darle al barrio un sistema de transporte que le cuesta a cada trabajador dos horas para ir y otras dos para volver de los lugares de trabajo.

En el concepto hábitat se llega a calcular un balance comercial del barrio (lo que el barrio compra de afuera y lo que vende al exterior) porque un barrio que vende hacia afuera (salarios, por ejemplo) menos de lo que debe comprar se irá apagando.

En este enfoque también participan las políticas públicas a nivel nacional, por ejemplo a través de la promoción de inversiones, porque no puede ser que se den incentivos fiscales a inversiones que no se radiquen en zonas sumergidas.

Este enfoque sistémico que nació en ámbitos urbanos lo podemos extender al hábitat agropecuario.

Aquí también se ve cómo los esfuerzos de gobierno nacional y departamental están desperdigados y descoordinados. El resultado no puede ser otro que un país que se vacía, con mala calidad de acceso a servicios y problemas crecientes de educación, salud y seguridad en el medio rural.

Es tiempo pues de abandonar las chacritas y pensar lo que hay que hacer poniendo en el centro de la atención a la persona; ella debe ser sobre quien confluyan los esfuerzos y que las distintas agencias oficiales, más las ONG y otras instituciones que estén en condiciones de aportar, pero de una manera inteligente. Así se multiplican los resultados positivos aplicando los mismos recursos y se entra en un círculo virtuoso: la realidad mejora, la gente se entusiasma, defiende y cuida lo suyo, así se mejora aún más y así sucesivamente.

El gasto del gobierno nacional y también el de los gobiernos departamentales están muy altos ya, pero precisamos desesperadamente mejores resultados para que tengamos mañana un país vivible.

Los desastres que nos muestra la televisión en queridos países cercanos son un recordatorio de lo que nos espera si ponemos recursos sin conseguir resultados. 

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