A menudo las personas piensan en los centros de datos como "espacios blancos y limpios" pero, en realidad, no dejan de ser fábricas. Y la principal cuestión que debe llamar la atención es la cantidad de
energía que utilizan estos centros que manejan internet.
El consumo para cargar un teléfono o una laptop es insignificante, pero la cantidad de energía necesaria para transmitir un video o utilizar una aplicación, por ejemplo, Netflix, demanda el funcionamiento de los servicios de centros de datos distribuidos en todo el mundo; cada uno utiliza energía para realizar los diversos procesos que viajan a través de la red al dispositivo.
En general, las actividades en línea tienen impactos energéticos negativos; imagínese toda la energía que consume las centrales de datos de Netflix. Según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos, el consumo de electricidad mundial en 2014 fue 19,710 millones de kilovatios-hora. De ese total,
Google es culpable del 0,01%. Ese porcentaje, que parece insignificate, equivale a la misma cantidad de electricidad que consume un país como Turquía en un año.
Pero no todos están ajenos a estos problemas; en 2010 Greenpeace comenzó una campaña sobre este impacto ambiental. Y, gracias a ello,
Facebook, que cuenta con una de las centrales de datos más grandes, se convirtió en 2011 en la primera compañía tecnológica en comprometerse a utilizar energía totalmente renovable.