El costo de pegar el estirón: jóvenes uruguayos se van cada vez más tarde de sus casas

Hace solo una década atrás, el 16,2% de los jóvenes uruguayos de entre 16 y 19 años ya se había emancipado, había abandonado su hogar de origen para formar uno propio. Ahora, en cambio, solo el 10,5% lo ha hecho. Así lo confirma un informe que lideró el Instituto Nacional de Juventudes, el Instituto Nacional de Estadísticas y el Fondo de Población de Naciones Unidas.

No solo eso: quienes ahora dejan sus hogares de origen, lo hacen a una edad más avanzada.

El estudio deja en claro que “las etapas de la vida se están alargando y que hay una postergación en la transición de todos los eventos clave de pasaje de la adolescencia a la juventud y adultez”, explicó a El Observador Nicolás Alberti, investigador del INJU y uno de los responsables del trabajo.

En promedio, los jóvenes uruguayos dejan de asistir a la educación formal cuando tienen casi 17 años. Una década atrás esa media era de 16 años. Una diferencia similar se da entre quienes ingresan al primer empleo hoy y quienes lo hacían diez años atrás.  

“Los pasos que da la juventud suelen estar motivados, por un lado, por factores culturales, y, por otro, por aspectos económicos. Existe una decisión cultural de seguir estudiando, eso lleva a postergar la entrada al mercado laboral, demora la edad en la que se tiene el primer hijo y toda la cadena de hitos. Pero, a la vez, para irse a vivir solo o para mantener un hijo hay condiciones de empleo y de salario que son clave en la toma de decisión”, dice el sociólogo Leonel Rivero, especialista en estudios sobre juventud.

Como ejemplo, cita el investigador, “en Argentina se está discutiendo ahora la dificultad de los jóvenes para costear un alquiler, un dilema que suele resurgir en tiempos de desaceleración económica”.

En España la pérdida de poder adquisitivo y la suba sostenida de los precios de las viviendas son citadas por los especialistas como variables que dificultan la independencia de los más jóvenes. En ese país solo el 16% de los jóvenes accede a su vivienda propia, la mitad que la media europea, y es una de las razones por la cual, en promedio, los españoles se emancipan luego de los 30 años.

En Uruguay no está tan clara la edad promedio de emancipación. La última encuesta de juventud decía que ocho de cada diez jóvenes de 30 a 35 años ya había abandonado su hogar de origen.

Y esa emancipación está muy influenciada, por lo general, por el nivel económico del hogar: los más pudientes se van de casa después.

¿Es contradictorio que la economía sea un problema para emanciparse y, a la vez, los más pudientes se emancipan luego? El sociólogo Rivero considera que no. Sucede que “la decisión de seguir estudiando es la que más termina influyendo en los otros hitos de pasaje a la adultez, y esa decisión de seguir estudiando en la universidad está más consolidada en las clases más altas”.

El informe de panel presentado este miércoles señala que entre los jóvenes del nivel socioeconómico más alto, hasta los 16 años nadie o casi nadie interrumpen su educación formal. A esa misma edad, ya abandonó el sistema más del 40% de los más pobres.

Para dar continuidad a los estudios, la entrada al mercado laboral se aplaza y también la edad de tener el primer hijo. “Eso no es bueno ni malo… solo es”, insiste Rivero. El único “tema”, dice, es que haya una tensión entre el deseo de tener más hijos y la edad hasta que lo pueden hacer sin asumir riesgo… eso está llevando a un aumento de conservación de gametos o de búsquedas de otras estrategias”.

En el año 2013, casi el 6% de los adolescentes ya había tenido al menos un hijo. Ahora eso cae al 3%. En 2013 los jóvenes iniciaban su vida reproductiva a los 16,5 años. Ahora lo hacen un año después. En 2013 siete de cada diez jóvenes había tenido su debut sexual antes de los 20 años. Ahora, seis de cada diez.

Estos resultados, insistió el director del INJU, Felipe Pauillier, son esenciales para la confección de políticas públicas basadas en evidencia. En ese sentido, el jefe de la oficina del Fondo de Población en Uruguay, Fernando Filgueira, insistió con que “los jóvenes son cada vez más un bien escaso en Uruguay” y que “se deben cuidar”. Refiere a que desde 1999 hay más adultos que jóvenes en el país, y que en la próxima década serán más lo que están en edad de retirarse de la actividad laboral que en edad en entrar en ella.

En la misma línea, el sociólogo Rivero ve con preocupación que “cada vez más se quiere castigar de manera más severa al adolescente, pero no se le da espacio de participación… la construcción de ciudadanía y la autonomía progresiva implica un aprendizaje que el Estado tiene la obligación de garantizar y no de limitar”. Refiere no solo al castigo de los adolescentes que delinquen, sino que cita el ejemplo de cómo los adultos están abordando las ocupaciones estudiantiles en los bachilleratos: “por un lado, se les prohíbe el derecho a la huelga aduciendo que es un derecho de los trabajadores y no de los alumnos, y, al mismo tiempo, no se les da un espacio para ser escuchados, para participar, para ser parte de la toma de decisión…. Se dice que están desmotivados y no se les escucha”.

Quino, como firmaba el creador de Mafalda, lo había resumido en una de sus historietas: “Tal vez algún día dejen a los jóvenes inventar su juventud”.