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El día en que Walt Disney caminó por 18 de Julio

En setiembre de 1941 -plena Segunda Guerra Mundial- el creador del ratón Mickey hizo una visita fugaz a Uruguay con fines artísticos pero también políticos
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27 de febrero de 2016 a las 05:00

La escena quedó inmortalizada en una fotografía que publicaron los diarios: desde la borda del barco, un hombre saludaba levantando su sombrero a la gente que se había acercado hasta el puerto de Montevideo para darle la bienvenida.

Como la expectativa era grande, los admiradores habían realizado el "sacrificio de un madrugón" para "testimoniarle su admiración y simpatía" a la estrella que arribaba al país, según publicó la revista Mundo Uruguayo. No era para menos. Ese hombre de sonrisa dibujada y bigote tupido era Walt Disney, el artista que deslumbraba al mundo con su ratón Mickey y que, a sus 40 años, tenía una fortuna calculada en diez millones de dólares.

La fugaz visita de Disney ocurrió en setiembre de 1941 y fue parte de una gira latinoamericana que lo llevó a Chile, Argentina, Brasil y Uruguay. En esos tiempos, el cine era el entretenimiento por excelencia para la gente, y por eso a los uruguayos les parecía increíble tener cerca de sus casas a aquella figura de primer nivel.

¿Qué motivaciones tuvo Disney para viajar al sur en medio del apogeo de la Segunda Guerra Mundial, en momentos en que el poder de Hitler amenazaba al mundo? ¿Había intereses políticos en juego? Efectivamente los había.

Esa gira latinoamericana fue financiada por el gobierno de Franklin D. Roosevelt debido a que el mandatario norteamericano miraba con recelo la influencia que las potencias del Eje tenían sobre algunos países. ¿Qué mejor que enviar a su principal embajador cultural a esas naciones para ganar el corazón de los latinoamericanos y alejarlos de los nazis?

Gracias a lo que vio con sus propios ojos, Disney comenzó a incluir en sus largometrajes costumbres de los países de América del Sur, lo que hizo que el público se sintiera más familiarizado con las escenas. Los gauchos que Disney observó en Argentina, por ejemplo, inspiraron nuevos dibujos y entonces comenzaron a aparecer personajes montando caballos con las típicas bombachas. Para registrar esas danzas y figuras a la perfección, Disney montó un estudio en el Alvear Palace Hotel de Buenos Aires. Por allí desfilaron personajes de todo tipo ante la comitiva de dibujantes que acompañó al genio de Hollywood quienes, papel y lápiz en mano, registraron los detalles gracias a su talento.

Un documental llamado Walt & El Grupo estrenado en 2008 reconstruye aquel viaje a América del Sur y exhibe escenas de los días en los que Disney vivió enriquecedoras experiencias en Santiago, Río de Janeiro, Buenos Aires y Montevideo. En un principio, la capital uruguaya no estaba en los planes, pero finalmente Walt cruzó fugazmente el Río de la Plata y concurrió personalmente al estreno de su film Fantasía en el cine Trocadero, rodeado de niños.

Además de la información que aparece reseñada en el documental, El Observador rastreó los diarios locales de la época en busca de las repercusiones que tuvo la llegada de aquel ídolo de multitudes.

Como la visita de Disney a Montevideo estaba en duda, Mundo Uruguayo envió a una periodista a Buenos Aires y logró obtener algunas declaraciones. "Creador de un mundo fantástico es entrevistado por nuestra revista a su llegada a Buenos Aires", tituló esa publicación el 18 de setiembre de 1941. La nota, escrita por Mimosa Zamora, comenzaba indagando los inicios de Disney. "Me cuenta algo de su vida, a grandes rasgos. Volvió de la guerra del 14 con un capital de 500 dólares y un equipaje de amargura y de realidades irreconciliables con sus sueños", decía.

Comprometido políticamente desde pequeño, Walt Disney intentó alistarse en el Ejército durante la Primera Guerra Mundial, pero no lo aceptaron por ser muy joven. De todos modos, una vez terminado el conflicto viajó a Europa y manejó ambulancias en Francia para la Cruz Roja.

"El capital me sirvió para transformar un viejo garage en un taller de dibujo y para vivir algunos meses. La amargura, en que habían naufragado mis sueños, me hizo pensar en la necesidad de soñar para destruir el dolor de esas realidades que traía en mis ojos desde Europa", le contó Disney a la periodista uruguaya.

La cronista se interesó por conocer cómo fue el nacimiento del famosísimo ratón Mickey, creado a fines de la década del 20. Disney dijo que había nacido "simplemente de una mancha de tinta". "Era en aquellos días en que se habían terminado los 500 dólares y no acudía nadie al viejo garage. Jugaba yo con la pluma y una mancha de tinta me invitó al dibujo. Primero las orejas, el hocico y ya estaba. Mickey había surgido a la vida. Mi señora fue la que le dio nombre. Y Mickey fue desde entonces mi mascota de la buena fortuna", narró el artista.

Durante la entrevista, Disney envió un "saludo afectuoso" a los uruguayos. La periodista se comprometió a hacerlo llegar, aunque aclaró que no tenía "autoridad oficial" para representar al país en tiempos en los que la guerra generaba incomodidades en la vida diaria de la gente de a pie. "(Disney) sabe que el hombre de la platea o del pullman que conoce el precio actual de la carne, de la verdura y el pan, no desmentirá la autoridad que me da mi modestia condición de cronista para estar presente, en su nombre, frente al creador de un mundo fantástico y maravilloso en el que ahogamos toda realidad dolorosa", escribió Mimosa Zamora, quien se declaró orgullosa de estrechar la mano de Disney y darle la bienvenida.

Pocos días después, Walt Disney se sacó las ganas de tener un contacto oficial con las autoridades del gobierno uruguayo y mantuvo una reunión con el presidente Alfredo Baldomir. La afinidad entre ambos fue grande, dado que el mandatario colorado era por esos tiempos un decidido defensor de los Aliados. Los intereses políticos del viaje no eran ningún secreto y, de hecho, los diarios uruguayos definían a Disney como el "embajador de Roosevelt" quien presentó "sus saludos y los del gobierno norteamericano" a Baldomir. Charlaron "largamente", según los recortes de diarios de la época. La llegada de Disney fue un ejemplo clarísimo de la llamada política del buen vecino impulsada por Roosevelt, que reformulaba la estrategia de Washington hacia América del Sur.


En la década del 40, la causa de los Aliados tenía tierra fértil en Uruguay. La mayoría de la población apoyaba a las potencias occidentales al tiempo que rechazaba la idea de la superioridad de la raza aria y la necesidad de exterminar a los judíos que predicaba Hitler.

Formalmente Uruguay era un país neutral, aunque esa condición era "de la boca para afuera", al decir del periodista Antonio Mercader. A su juicio, la influencia de Inglaterra, el viejo imperio que había acunado a los uruguayos, hacía que la población tuviera un bando favorito en el conflicto. Mientras tanto, Estados Unidos hacía pesar su influencia cultural gracias al cine, aunque los lazos históricos también eran profundos. De hecho, José Artigas fue un gran admirador de la nación del norte.

A pesar del apoyo mayoritario a los Aliados, había un grupo de uruguayos que simpatizaban con las ideas del Tercer Reich y hay ejemplos históricos claros al respecto. En diciembre de 1939, cuando enterraron en el cementerio del Norte a los marinos nazis muertos en el Graf Spee, un grupo de uruguayos levantó su brazo derecho como un gesto de fidelidad al Führer. Pero eran una minoría.

Por más neutralidad a rajatabla que reclamara el caudillo nacionalista Luis Alberto de Herrera, a medida que avanzaba conflicto el gobierno colorado se acercaba con más fuerza a los Aliados. Luego del ataque japonés a Pearl Harbor ocurrido en diciembre de 1941, Uruguay rompió relaciones diplomáticas con las potencias del Eje e intentó influir para que otras naciones hicieran lo mismo. Más tarde, en 1945 y ya con Juan José de Amézaga como presidente, el país le declaró la guerra a Alemania y Japón en busca de salir en la foto de los vencedores de la mayor contienda bélica de la historia.

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