El portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, ya lo había asegurado más de una vez y ayer fue el mismo Benedcito XVI el que lo ha dejado claro: no seguirá al frente de la Iglesia y, lo que es más, permanecerá “oculto para el mundo”.
Después de la sorpresa que causó el anuncio de su renuncia, algunas voces indicaron que el papa había decidido dar un paso al costado para asegurarse la sucesión o que había sido lo suficientemente precavido como para dar espacio a la configuración de alianzas de cara al cónclave donde se elegiría al futuro guía de la Iglesia Católica.
El primero en dar explicaciones al respecto, el vocero Lombardi, aclaró que Joseph Ratzinger “no tendrá ningún papel en el cónclave del próximo mes de marzo ni en la gestión de la Iglesia durante la sede vacante” porque la Constitución Apostólica no lo prevé así.
Tal vez ante la insistencia, el papa reiteró ayer esa idea en un encuentro con los sacerdotes de Roma: “Aunque ahora me retire, estaré siempre cerca de todos vosotros con la plegaria y estoy también seguro de que todos vosotros estaréis cerca de mí, aunque permanezca oculto para el mundo”.
Ese es el deseo de quien el lunes sorprendió al mundo al declararse con “edad avanzada” y “sin fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”. Ese es el deseo, también, de quien tiene 85 años y reconoce que perdió “el vigor tanto del cuerpo como del espíritu” para gobernar la Iglesia.
Benedicto XVI pronunció esas palabras ante los cientos de sacerdotes de la diócesis de Roma, que tradicionalmente se reúnen con él el jueves después del Miércoles de Ceniza y que, en esta oportunidad, vivían un momento histórico.
Lo recibieron cantando el himno “Tu es Petrus” y, cuando el papa entró al aula Paulo VI apoyándose en un bastón, se disparó el aplauso. El pontífice miró con una sonrisa amplia y agradeció. “Gracias a todos por vuestro afecto, por vuestro amor por la Iglesia y por el papa: ¡gracias!”
Benedicto XVI comentó que no tenía fuerzas para hacer “un gran discurso”. Y pese a que por momentos eso se confirmaba con una voz que se le ponía ronca, durante cerca de una hora habló en medio del silencio de los sacerdotes. “Para mí es un don particular de la Providencia que, antes de dejar el ministerio petrino, pueda ver otra vez a mi clero, al clero de Roma”, les confesó.
En nombre de los presbíteros habló el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, que se emocionó y por momentos se le caían las lágrimas. “Tenemos una mezcla de sentimientos: tristeza y respeto, admiración y añoranza, afecto y orgullo”. El purpurado destacó la personalidad de Benedicto XVI y resaltó la humildad de quien nunca “se ha echado para atrás”.
Recuerdos del Concilio
Con anterioridad, los sacerdotes le habían pedido al papa que en este encuentro les contara recuerdos del Concilio Vaticano II, al que él asistió como consultor de Joseph Frings, arzobispo de Colonia, y del que se cumplen ahora 50 años.
Comenzó con una anécdota y después se centró en el legado del Concilio, que por una mala interpretación dio lugar a “calamidades”: “Seminarios cerrados, conventos cerrados… El Concilio virtual fue más fuerte que el Concilio real, pero 50 años después, el Concilio verdadero se muestra con fuerza”, comentó.
Este error de interpretación, según él, se debió en gran medida a que “el mundo ha percibido el Concilio de los medios, no el de los padres, el de la fe”. Marcó que ahora “el desafío es encontrar en la palabra de Dios una palabra para hoy y para mañana”.
El encuentro concluyó con un larguísimo aplauso que, según señaló el portavoz vaticano, no habría acabado nunca si el propio papa no hubiera dicho, satisfecho por la acogida, “vamos a rezar el Padrenuestro”.
Don Georg seguirá siendo su secretario
En una nueva conferencia de prensa el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, hizo más precisiones sobre los días que se vienen.
En primer lugar, informó que el obispo Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia y secretario de Benedicto XVI, seguirá desempeñando ambas funciones y acompañará al papa en su estancia en Castelgandolfo. Luego, tanto don Gänswein como la familia pontificia o “memores domini” –encargadas de los servicios domésticos- que han estado junto al papa en estos años se trasladarán con él al monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano.
El vocero también indicó que los cardenales que lleguen a Roma antes del 1º de marzo, inicio oficial de la Sede Vacante, no residirán en la Casa de Santa Marta hasta esa fecha.
Finalmente, descartó que el informe realizado por tres cardenales sobre la fuga de documentos de sus apartamentos privados –conocido como Vatileaks- hubiera sido determinante en la decisión de renunciar al cargo.