El regreso del mejor Johnny Depp

Johnny Depp necesitaba una reinvención urgente. El actor de 52 años venía de una sucesión de fracasos con las películas Mortdecai, Trascendence y El Llanero solitario. A esto se sumó un período de papeles muy similares entre sí, con dos perfiles marcados: los clones del capitán Jack Sparrow y el personaje genérico de "Depp en una película de Tim Burton".

Por suerte, esa reinvención llegó con Pacto criminal, película basada en hechos reales que se exhibe hoy en Movie Punta Carretas a las 21.50 y 0.30 horas en el marco del Festival de Cine de Montevideo. El actor transformó su apariencia física para encarnar a James "Whitey" Bulger, un criminal estadounidense de ascendencia irlandesa que entre las décadas de 1970 y 1980 aterrorizó a la ciudad de Boston junto a su pandilla, la Winter Hill Gang.

Depp sorprende con su look, rubio y semicalvo, pálido, pecoso, con los dientes amarillos y manchados, además de unos ojos de un celeste gélido, el único rasgo que se ve falso. A este cambio físico se suma una personalidad seria, calculadora, violenta y sanguinaria que mete miedo, y que quizás desemboque en una nominación al Oscar.

Actualmente, Jimmy Bulger está en prisión, tras haber permanecido 16 años fugado y ser capturado en 2011. Por delante tiene "dos cadenas perpetuas más cinco años". A Depp le alegró en parte que el criminal hubiera estado prófugo durante tanto tiempo, declaraciones que le granjearon el repudio de los familiares de la víctimas de Bulger.

El actor también recalcó que, a pesar de su comportamiento criminal, el líder de la Winter Hill Gang también tiene un costado humano, que se trasluce en la película, pero que luego deja paso a la oscuridad que domina al personaje.

Si bien Depp encabeza (aunque no es estrictamente el protagoniza) un elenco con varios nombres destacados (Benedict Cumberbatch, Kevin Bacon) y cumple a la perfección con su trabajo, la película no llega al nivel de excelencia en todos los restantes aspectos.

Pacto criminal no es mala, sino que está en algún punto entre el "bueno" y el "muy bueno". La historia real en la que se basa tiene algún punto de contacto con Los infiltrados, de Martin Scorsese, quien incluso inspiró parcialmente al personaje de Frank Costello, interpretado por Jack Nicholson, en Bulger.

De hecho estos filmes comparten género, al ser ambas historias policiales en las que la relación entre criminales y agentes del orden es más cercana de lo necesario. En ese sentido es una historia atractiva, cargada de oscuridad y violencia, aunque por contrapartida es demasiado densa para hacerse entretenida.

La trama comienza en 1975, con Whitey liderando uno de los bandos en una batalla entre los pandilleros irlandeses y la Mafia italiana por el control de las actividades criminales del sur de Boston.

El retorno a la ciudad del agente del FBI John Connolly (Joel Edgerton), amigo de la infancia de Whitey, y de su hermano, el senador William Bulger (Cumberbatch), genera una relación entre agente federal y criminal, con este último actuando como informante. Él aporta datos sobre sus rivales y recibe protección de la ley, siempre y cuando no asesine a nadie.

Claro que el pandillero rompe rápidamente esa regla, creando serios problemas a Connolly, que intenta proteger a su fuente, y a la razón de que sea bien considerado dentro de la agencia. Este dilema ubica a Edgerton como el verdadero protagonista del filme, ya que es su evolución a nivel moral la que realmente importa. En cambio, Bulger es un hombre despiadado y así se mantiene a lo largo de toda la película, a pesar de que esta también narra su ascenso y caída en desgracia dentro del mundo criminal, al punto que el marco en el que se narra la cinta es el de sus viejos asociados confesando ante el FBI.

Al contrario que en la obra de Scorsese, aquí los criminales no son glorificados, lo que es un cambio con respecto a este tipo de historias. Pese a ello, todo se mantiene dentro de los estándares de los thrillers criminales.

Otro punto destacado de la película es la calidad de la adaptación temporal. El vestuario, los vehículos y las locaciones reflejan muy bien las dos décadas que cubre la película, lo que colabora con el resultado final, aunque tampoco logra evitar que la película sea tan densa.