Shonatan Olivera le escribió a su novia a las 9.50 de este viernes que, con 25 años, todavía seguía vivo. Un hombre le había apuntado con una escopeta mientras le gritaba: "¡Al suelo!", y Olivera había quedado paralizado: al lado del delincuente había otros tres hombres que también portaban armas largas.
Olivera, menudo y de ojos claros, es el encargado del estacionamiento para las motos del supermercado de Tienda Inglesa de avenida Batlle y Ordóñez y Jacobo Varela. Estaba en la garita, debajo de una lona verde a la entrada de la explanada del estacionamiento, cuando escuchó un ruido seco. "Pensé que era alguien que no había puesto el freno de mano y había dejado ir el auto contra la pared", relató a El Observador.
Pero no. Era un Suzuki gris que se había incrustado en la pared frontal del supermercado, detrás de la cual hay un Red Pagos y un cajero automático. El golpe apagado se escuchó de nuevo, y Olivera empezó a correr hacia donde identificaba el origen.
"Me pareció ver que eran dos, y yo soy medio loco", dijo. Pero cuando llegó fue cuando vio que eran el doble, y que ya estaban todos abajo del auto. Ante el grito de que se acostara, Olivera se quedó levemente agachado, y ya había abandonado la idea de enfrentarse a golpes de puño. "Ta, tranquilos", imploró, abriendo sus manos.
El auto quedó atascado contra la pared, con la rueda trasera derecha destruida, y ante ese panorama los asaltantes desistieron del robo y salieron corriendo. Otro auto que daba vueltas por la zona los recogió, y escaparon todos.
Dos empleadas del comercio relataron que el episodio duró pocos segundos, y que todos estaban encapuchados.
A pocos metros del auto abandonado, quedaron tres carritos de compras desparramados en el suelo, a los que la
Policía Científica fotografiaba esta mañana, al igual que a otros daños que provocaron los delincuentes.
Desde el Ministerio del Interior se informó que las
cámaras de seguridad de la zona registraron el asalto.