Roberto Fonte al mando de uno de sus tesoros.

Agro > AGRICULTURA

El señor de los tractores

En Carmelo hay un restaurador que rescata del olvido y pone en funcionamiento máquinas que durante el siglo XX forjaron la agricultura nacional
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07 de marzo de 2020 a las 05:00

Por Juan Samuelle, enviado a Carmelo

Carmelo, ciudad ubicada a ambos márgenes del arroyo De las Vacas –próximo a su desembocadura en el Río de la Plata–, le brinda a sus 20 mil habitantes varios motivos de orgullo. El mayor es que el 12 de febrero de 1816, hace ya más de 200 años, la fundó el prócer de la patria, José Gervasio Artigas. Es la ciudad natal del periodista Juan Carlos “Pinocho” Mareco y del ciclista Atilio “León de Carmelo” François. También la de uno de los mejores pedalistas de la actualidad, Pablo “Pumita” Anchieri. Dicen los lugareños que quienes cruzan por primera vez el puente de ingreso a la ciudad (un curioso puente giratorio a tracción humana) “siempre vuelven”. Otros valores son sus playas y la docena de bodegas de alto valor que hay en su entorno. Y hasta cuenta una anécdota que figuran como nacidos en la vecina Calera de las Huérfanas los hermanos San Martín, todos menos uno: José de San Martín, el libertador argentino; las actas de nacimiento de sus hermanos están, la suya curiosamente nunca apareció.

Ya en este siglo XXI, concretamente desde hace apenas cinco años, surgió otro motivo para que los carmelitanos estén orgullosos. Esta ciudad es la sede del Museo de la Agricultura Carmelo, el único en su estilo en Uruguay y de los pocos que hay en la región y el mundo. Un museo que tiene una particularidad: sus tesoros funcionan, fueron restaurados. Son ya más de medio centenar entre máquinas y herramientas y hay varias piezas esperando ser recuperadas para exhibirlas del mejor modo: marchando.

Roberto Fonte, director del museo, recibió a El Observador en un enorme galpón ubicado en el centro de la ciudad, donde guarda las piezas (prestado por la familia Salvagno), pero también en un predio en las afueras de Carmelo, en Colonia Estrella, donde hace “el trabajo de campo”, por ejemplo probar los tractores arreglados.

Fonte contó que es oriundo de Martín Chico, un paraje entre Juan González y Conchillas, en Colonia y que siempre vivió en el campo, que terminó la escuela en el medio rural y siendo muy joven se puso a trabajar como peón en establecimientos agropecuarios, como tractorista. Fue entonces que le comenzó a apasionar el tema de los “fierros”. Con el tiempo se radicó en Carmelo, donde primero trabajó en un astillero y posteriormente, hasta la actualidad, como chapista y pintor en un taller propio, pero “siempre sin dejar de hacer alguna changa en el campo, en la zafra de siembra o de trilla”.

El primero lo tuvo que vender, pero pudo comprar tres

Su pasión por los tractores lo considera un hobby que potenció casi de casualidad, cuando hace unos 10 años compró un viejo tractor abandonado, un John Deere A de 1948, que lo restauró. Lo compró en US$ 700 y lo vendió al empresario Eduardo “Pacha” Cantón, dueño del club de campo El Faro ubicado en Carmelo, quien lo exhibe allí.

Con lo que ganó en esa venta compró otros tres tractores, pero ya no para arreglarlos y venderlos, para retenerlos y armar lo que hoy es el Museo de la Agricultura Carmelo.

Un espaldarazo fue el vínculo que tuvo con la entonces comisión de festejos de los 200 años de Carmelo, dado que le pidieron que junte algunas herramientas y máquinas para exponer. En ese marco, fue a radio Carmelo, habló del proyecto “y ahí explotó el tema del museo, enseguida me empezó a llamar mucha gente ofreciéndome donaciones para que recupere esos tesoros, los ponga a funcionar y los cuide”.

Lo de la fiesta del bicentenario derivó en dos nuevas experiencias, la Fiesta de la Agricultura, que organiza Fonte, y el museo. Y cada uno de esos emprendimientos ya tiene cinco años.

En el museo hay unos 30 tractores y casi todos con sus herramientas, considerando arados, sembradoras y rastras de discos, entre otros implementos de aquellas épocas. También hay muchas herramientas que eran tiradas no por tractores, sino por caballos, como arados de mano. Hay limpiadoras de semillas que en algún caso tienen 100 años, desgranadoras de maíz, motores estacionarios y también desnatadoras que se usaban en tambos. Uno de los últimos tesoros que se logró comprar, con mucho sacrificio dado que todo es fruto del esfuerzo privado, es una trilladora estacionaria que funciona a vapor, de hace más de 100 años. Estaba en una chatarrería y será restaurada y exhibida trabajando.

Roberto junto con su hijo y su señora, en el Museo de la Agricultura Carmelo.

El más viejo, un John Deere de 1936

El tractor más viejo, ya restaurado, es otro John Deere, del año 1936, 100% original, de aquellos con ruedas de hierro. Hay veces que una restauración demanda mucha investigación, encontrar manuales, mucha paciencia, hasta un año de trabajo.

Hay, además, autos clásicos y entre ellos dos joyas: una Ford A de 1929 y un Chevrolet de 1951. La cachila es suya y el Chevrolet de uno de los integrantes de una comisión que está al frente del museo.

“Cuando surgió esto del museo algo que nos pareció fundamental, con la familia y los amigos, es que las cosas no estén amontonadas, desprolijas, sino bien presentadas, bien cuidadas y funcionando”, remarcó Fonte. “Me da mucha alegría cuando llega un turista que sabe de esto, de Argentina, Brasil, España o de otros lugares, porque han venido turistas noruegos, y me pide para manejar uno de los tractores”, complementó.

El nuevo sueño de Fonte es montar el museo en forma definitiva, en un predio propio, que lo posee y para lo cual tiene un proyecto de obra que considera incorporar, por ejemplo, una herrería tradicional, con fragua a fuelle, “para que la gente de ahora, la gurisada que viene de las escuelas y de los liceos, vean cómo hacían una herradura hace 100 años”.

La alcancía en la entrada del museo

Un detalle no menor es que la visita al museo es gratuita. Hay, al costado del portón de acceso, una alcancía para que quienes van puedan donar algo. Pero no se exige nada. Igual lo que se pueda dejar es muy importante para un museo que, más allá de colaboraciones del municipio local y de la intendencia departamental, no tiene ingresos estables. Existe, al respecto, el anhelo de que los ministerios de Educación y Cultura, de Turismo, de Transporte y de Ganadería, Agricultura y Pesca –todos de algún modo vinculados a la temática del museo– puedan colaborar.

El museo abre sus puertas con base a pedidos de turistas que pueden llegar en forma individual o en grupos, muchos de ellos vinculados al turismo enológico, de alto impacto en esa zona del litoral. Solo hay que agendar la ida llamando al 091 20 42 43, dijo Fonte, quien no tiene problemas, si se lo piden, en propiciar algún paseo de los turistas en un auto clásico o en un tractor. Y ese número es el válido para quien quiera hacer alguna donación. “A fin de año nos donaron un tractor Caterpillar a banda, del año 1948, lo hizo la familia Bianchi, de la cabaña La Margarita”, mencionó como ejemplo.

"Todo merece que lo recuperemos"

“Por más fea que está la pieza, vamos igual a buscarla, porque todo sirve y todo merece que lo recuperemos”, expresó Fonte, quien asegura que el diferencial de su museo es que las piezas evolucionan desde estar abandonadas y oxidadas a funcionar, a diferencia de otros museos que hay en la región, que solo rescatan piezas y las muestran, como el que visitó en Santa Anita (Entre Ríos), en Argentina, durante la Fiesta de la Trilla.

“Esto, más allá de la satisfacción personal que me da, lo hago para que la gente valore a las herramientas que forjaron la agricultura en el país, en una época muy sacrificada, cuando los tractores no tenían cabina con aire acondicionado ni radio, ni computadoras, ni dirección hidráulica”, concluyó Fonte, quien dijo que pese a que no le sobra nada, se resiste a aceptar las ofertas que sobre todos los brasileños le hacen para comprarle alguno de sus tractores. “Son como hijos que tenemos, no los vamos a largar”, enfatizó.

Fiesta de la Agricultura

Roberto Fonte, con respaldo de su familia y amigos, organiza cada año la Fiesta de la Agricultura. La quinta edición se hará el 2, 3 y 4 de octubre de 2020, como siempre en Colonia Estrella, muy próximo al casco urbano de Carmelo. Habrá demostraciones de maquinaria agrícola con desfile y exposición (también de vehículos clásicos), juegos criollos, pruebas de riendas y gastronomía campera. La gente suele llegar desde muchos lugares con sus coches antiguos para desfilar y hasta es posible manejar uno de los viejos tractores del museo que en esos días se exhiben en el predio de la fiesta. La entrada es gratuita, solo se puede donar algo, a voluntad, en alcancías que se colocan para obtener fondos que ayuden a cubrir los costos organizativos. Los expositores, por ejemplo los artesanos, también donan lo que pueden, no se les cobra nada.

Tesoros en la Expoactiva Nacional

El Museo de la Agricultura Carmelo expondrá algunas de sus piezas en el predio de la Expoactiva Nacional, la tradicional muestra de tecnología en funcionamiento que organiza la Asociación Rural de Soriano. La muestra, que se realizará del 18 al 21 de marzo en la zona de paraje Bizcocho, cerca de Mercedes, cumplirá 25 ediciones. Allí se podrá ver, a pocos metros de tractores que valen en algunos casos más de US$ 100 mil, algún tractor con casi 100 años y funcionando, “tractores que no tienen valor, que no se le puede poner un precio”.

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