El sindicato de profesores iraníes denuncia la muerte de 23 estudiantes por la represión estatal

Según el balance de la ONG Iran Human Rights (IHR), con sede en Oslo, la violenta represión de los manifestaciones ha dejado hasta el momento al menos 215 muertos; entre ellos 23 menores a manos de las fuerzas de seguridad iraníes y centenares más habrían resultado heridos, detenidos o torturados, indicó el Comité de los Derechos del Niño de la ONU.

La situación, según denunció en Telegram la organización que agrupa a los docentes de los secundarios, quedó ejemplificada en el caso de Asra Panahi, una estudiante de 16 años que murió el 14 de octubre pasado tras negarse a cantar un himno oficial después que las fuerzas de seguridad sacaran del colegio por la fuerza a las estudiantes para que participaran, también contra su voluntad, en una manifestación a favor del Gobierno iraní en la ciudad de Ardebil, en el noroeste del país.

El gremio asegura que los efectivos de seguridad propinaron palizas a las estudiantes que se negaron a cantar el himno, represión que dejó diez estudiantes detenidas y otras siete heridas, entre ellas Panahi, que sucumbió en un hospital de la zona por las heridas recibidas.

Según anticipó el sindicato en Telegram, la protesta se traducirá por "dos jornadas de sentadas y huelga”. "Los profesores estaremos presentes en los colegios, pero no daremos clases", según el mensaje recogido por la emisora Radio Farda, financiada por Estados Unidos.

La medida convocada por los docentes sucede a las protestas concretadas días atrás por centenares de estudiantes universitarios en Teherán, la capital del país, en coincidencia de una visita de un portavoz del gobierno a la facultad de derecho de la Universidad Allameh Tabatabai para pronunciar un discurso en una sala de conferencia.

Desde el inicio del movimiento de protesta contra el gobierno teocrático hace más de un mes, decenas de menores murieron en la represión y cientos fueron encarcelados, algunos de los cuales están detenidos en centros de "reeducación", según la Sociedad Iraní para la Protección de los Derechos del Niño, "la mayoría en la provincia de Sistán Baluchistán", en la región sudoriental, la más desfavorecida del país.

La organización, con sede en Irán, indicó que las familias "ignoraban" la suerte que corrían sus hijos detenidos que, por otra parte, “están privados de representación” jurídica. Según Hasan Raisi, abogado de la oenegé, “unos 300 jóvenes menores de 19 años están encarcelados”, algunos de ellos “en centros para delincuentes adultos”.

Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) señaló "estar muy preocupado" por los informes de "niños, niñas y adolescentes muertos, heridos y detenidos", detenciones que admitió el ministro de Educación iraní, Yusef Nuri, quien se limitó a decir que “no son muchos” y que no podía “dar un número exacto" en declaraciones al diario reformista Shargh, ocasión en la que sugirió que están alojados en "centros médico-psicológicos" para una "reeducación".

A pesar de las severas restricciones de acceso a internet impuestas por las autoridades para hacer frente a lo que denominan "disturbios" alentados por “enemigos externos”, los jóvenes han logrado difundir imágenes de las manifestaciones y aprendido a adaptarse, participando en las manifestaciones enmascarados o encapuchados, dejando sus teléfonos en sus casas para no ser localizados y llevando ropa de repuesto en caso de que las fuerzas de seguridad les disparen cartuchos de pintura para identificarlos.

Ali Fadavi, comandante adjunto de los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico del gobierno, había declarado a principios de octubre a la prensa local que "la edad media de las personas detenidas en muchas de las manifestaciones” era “de 15 años". El religioso Abulfazl Ahmadi, jefe de una organización provincial vinculada con la policía de la moral, estimó recientemente que los "enemigos" de Irán habían "apostado" por los adolescentes y que se habían creado videojuegos para "atraer a la juventud a la calle".