Imagino a Óscar Washington Tabárez en el sillón de su casa mirando el partido de la selección uruguaya frente a Chile por televisión y brindando por lo que fueron capaces de hacer estos futbolistas que formó durante una década en el Complejo de la AUF y que se estrenaron en las Eliminatorias para el Mundial 2026 con un gran espectáculo de fútbol.
También imagino la forma en que cambió la ansiedad que tenía en las horas previas al partido de Diego Godín, como me contó este viernes en el campo de juego del Estadio Centenario, después de ver que sus herederos desembarcaron con esta propuesta futbolística que llena de ilusión a todos los uruguayos.
E imagino a Luis Suárez, con la bronca lógica de esa fiera interminable e indomable (que nunca se dio por vencido y que quería estar en esta selección), celebrar (como lo hizo en Instagram) que esta nueva generación llegó dispuesta a todo.
Empezó la fiesta y esta es la mejor noticia que puede recibir el futbolero uruguayo en este cambio tan brusco que promovió el argentino Marcelo Bielsa en la composición de la nueva selección, en la que limpió de un plumazo a los históricos y comienza a construir con un estilo de juego moderno y ajustado a la calidad y talento que tiene en su plantel, para destrabar nuevos niveles de la celeste.
Empezó la fiesta con un equipo de jóvenes futbolistas que están listos para establecerse en el fútbol mundial con la autoridad que mostraron este viernes de noche en el Estadio Centenario.
Uruguay logró frente a Chile la confianza que brinda el éxito, que era necesaria para el estreno, pero lo más importante fue que comprobó que eligieron al mejor maestro para dirigir a esta orquesta de desfachatados jóvenes futbolistas que están dispuestos a todo (¡a todo!) y listos para reemplazar a una generación que hizo historia y que colocó a Uruguay en un lugar especial en el corazón del hincha.
Lo que logró la selección en el estreno de las Eliminatorias es la confirmación de lo que prometía. Ni más ni menos.
Necesitó casi 30 minutos Uruguay para encontrar el punto en su juego.
Tres entrenamientos en el Complejo de la AUF y charlas por Zoom de Bielsa con los futbolistas fueron suficientes para transmitir su idea, pero necesitaba el rodaje de un juego oficial para poder plasmar en el campo toda la teoría.
Después de media hora de fútbol y con un Nicolás de la Cruz que se transformó en una pieza clave en el funcionamiento, se soltó Uruguay, abrió la canilla de fútbol y comenzó a fluir todo eso que prometía el combo del argentino, con su filosofía de juego, y estos jóvenes valores que se formaron con Tabárez y crecieron al lado de sus ídolos (Suárez, Cavani, Godín).
Era cuestión de tiempo para empezar a descubrir el verdadero valor de la selección, y no fue necesario esperar demasiado.
Ya está allí la recompensa para estos jugadores que empezaron a llenar los melancólicos ánimos de los hinchas que llegaron al Estadio Centenario sufriendo el vacío que les dejaban sus ídolos que ya no están, con la nostalgia de lo que eran, y que se fueron renovados y aplaudiendo a la nueva generación de futbolistas que tomó la bandera.
Uruguay remató 18 veces al arco y tuvo 51% de posesión de balón. Esos números representan todo lo que es el nuevo Uruguay de Bielsa.
Es en ese contexto en que la selección comienza a andar de la forma que prometía y rápidamente pone el listón alto.
De la Cruz lideró el proyecto futbolístico en una sociedad que construyó con Ugarte y Valverde en el mediocampo y que potenció Darwin Nüñez a quien solo le faltó el gol, porque el resto lo hizo todo bien.
Ahora bien, superado el primer nivel, empieza el proceso de superación de esta selección cuyos objetivos van más allá de clasificar al Mundial. Aunque las Eliminatorias Sudamericanas son las más difíciles del mundo, el gran desafío que tiene este plantel es ser protagonista jugando al fútbol y con su fútbol, pelear por el título de la Copa América, jugar de igual a igual y ganarle a Argentina y Brasil, y estar otra vez, como con ocurrió a lo largo de todo el proceso de Tabárez, en la elite del fútbol mundial.
Bielsa mostró que tiene el plan perfecto, y los jugadores que el traje le calza a medida. Disfrutan el juego, fluye el fútbol y se impone una ilusión. Como sostengo desde que fueron a buscar a Bielsa, ¡bienvenidos al futuro! (Eso sí: sin confiarse y a seguir construyendo una historia ganadora, que solo se alimenta de nuevos éxitos y, sobre todo, de superación en los objetivos, que deben ser sostenidos por la regularidad)
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