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En pedazos, una película que muestra que los fantasmas del nazismo nunca se fueron

Esta producción, que está en salas uruguayas, es una dura historia sobre los coletazos del neonazismo en la Alemania contemporánea
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07 de mayo de 2018 a las 05:00
Solo se necesitó tener un país en ruinas, un demagogo que exaltara a las masas con violencia y un proyecto que industrializaba la muerte para que el mal se instalara en la naturaleza humana definitivamente. Si bien la humanidad ha estado salpicada de tinieblas desde que el mundo es mundo, es con el nazismo que se asentó, cómodo, en el corazón de una civilización que quería destruir y mutilar. Fue tan duro el golpe que incluso la palabra –nazi– es hoy un sinónimo del mal.

Costó, pero al final fue aplacado. Sin embargo, está clarísimo que nunca se murió. Proscrito en el continente que lo vio nacer, el fenómeno extendió sus brazos podridos al resto del mundo y siguió perenne como un fantasma que reaparecía en pequeños actos de violencia alrededor del globo. Para consternación de muchos –y satisfacción de una minoría– la ideología encontró pronto un camino de vuelta al suelo europeo a través de pequeños grupos de fanáticos que anhelaban la supremacía racial y el exterminio de las ideologías disidentes. Hoy, este tipo de movimientos tiene un aliado que está ganando terreno europeo y cuyo avance preocupa: la ultraderecha formal, organizada, parlamentaria.

En Grecia, en Francia, en Alemania, en Austria, estos grupos comienzan a sentirse cómodos y eso, al menos, enciende algunas alarmas, porque es una situación que puede terminar incentivando o derivando en una de las realidades que plantea la película En pedazos (In the fade). Esta producción alemana tuvo un pasaje exitoso por los festivales de su continente, ganó un Globo de Oro, cerró el último Festival de Cine de Punta del Este y ahora se estrenó oficialmente el jueves pasado en Uruguay.

Hecha pedazos

Las fronteras entre Alemania y Turquía son difusas. En el país europeo la influencia turca es importante –para una muestra rápida, mire los apellidos de los jugadores de la selección de fútbol– y en cada ciudad hay turcos que decidieron adoptar al país como su hogar. Esto sucede con Nuri Sekerci, un ex criminal turco que se reformó y que tiene un trabajo como cualquier otro en un barrio de inmigrantes de Hamburgo. Nuri está casado con la alemana Katja (Diane Kruger) y juntos tienen a Rocco, un niño de no más de seis años.

Un día, Katja deja a su hijo con su padre y sale a disfrutar de un baño turco junto a su hermana. Cuando regresa para encontrarse con su familia, se encuentra con que ya no existen más. Que ni siquiera hay cuerpos para reconocer, porque la bomba casera de clavos que explotó en la oficina donde trabajaba su esposo destrozó tanto los cuerpos que son irreconocibles.

El atentado, como se descubre casi inmediatamente en el filme, fue obra de una pareja de neonazis que, por mero desprecio a la raza del marido y a su descendencia, decidió ponerle fin a su vida de la manera más violenta y casera que se les ocurrió.

Katja debe enfrentar esta realidad, encabezar un juicio contra los asesinos y tratar de que la justicia de su país resuelva y les de paz a su esposo y a su hijo, dos víctimas del odio en su estado más puro.


La película, que está dirigida por Fatih Akin –un director alemán, pero de origen turco–, está inspirada en una serie de asesinatos a inmigrantes turcos o kurdos que asoló la ciudad de Hamburgo desde el 2000 hasta 2007. "Los asesinatos del Kebab", los llamaron, y por mucho tiempo el público pensó que detrás de las muertes –que fueron diez– estaba la mafia turca. Sin embargo, en 2011 se descubrió que un grupo de neonazis era el verdadero culpable.

Recordando aquellos hechos, Akin –que descubrió más tarde que su propio nombre formaba parte de una lista de objetivos turcos de terroristas de ultraderecha– elabora una historia durísima sobre una mujer puramente alemana que debe sufrir las consecuencias del racismo más duro de sus compatriotas. Para ello, Akin tiene a su favor el protagónico de Kruger, una actriz que deja sangre y sudor para ponerse en la piel de Katja con una crudeza destacable. Lo mismo debe de haber pensado el jurado de Cannes, que le otorgó el premio a Mejor actriz del festival en 2017.

"El racismo es el enemigo. No me refiero al de (Marine) Le Pen, o de Alternativa por Alemania (partido que entró en el Parlamento en las últimas elecciones). Hay que mirar hacia Polonia, Hungría, incluso a Turquía. El racismo se ha vuelto mainstream, ya no está en los márgenes", explicó el director a El País de Madrid sobre el trasfondo de su película.

La película ganó el Globo de Oro a Mejor película de habla no inglesa en enero de este año

En ese sentido, En pedazos aborda la mayoría de los márgenes del racismo y las nuevas corrientes nazis con acierto y sin anestesia, proporcionando una contundente película que en tres capítulos bien diferenciados logra, también, hacer pedazos al espectador. Actual y precisa, En pedazos es un buen recordatorio de que algunos fantasmas nunca se irán. Y que están allí esperando a dar otro golpe de odio y dolor.

Las múltiples Diane Kruger

La carrera de Diane Kruger, una de las actrices alemanas más internacionales del cine contemporáneo, es extraña. Por un lado, la mujer de 41 años nacida en el pueblito alemán de Algermissen, baja Sajonia, ha tenido una carrera muy respetable en el cine de su continente natal. Sin embargo, es curioso repasar su filmografía y darse cuenta de que, a pesar de ser alemana, la mayoría de las producciones que protagonizó son francesas. Incluso En pedazos, película en esencia alemana, está coproducida minoritariamente por el país galo.

Algunas de sus películas europeas más destacadas son Adiós a la reina, una realización francesa de 2012 en la que se puso en la piel de María Antonieta, Noche de paz (2005), por la que recibió varias nominaciones en festivales europeos y que retrataba el ya legendario episodio de la primera guerra mundial en que los alemanes y los ingleses pactaron para jugar al fútbol en tierra de nadie durante la Navidad, y Yo, mi mamá y yo (2013), una comedia francesa.

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Orlando Bloom y Diane Kruger como Paris y Helena en Troya (2004)
Orlando Bloom y Diane Kruger como Paris y Helena en Troya (2004)

En Hollywood, por su parte, su trayectoria ha virado entre taquillazos épicos, como Troya (2004) –en la que fue Helena de Troya y donde compartió elenco con Brad Pitt y Orlando Bloom–, películas de aventuras para toda la familia como La leyenda del tesoro perdido, donde también estuvo Nicholas Cage – y que fue el único papel que esta actriz repitió en una secuela– y un papel secundario bajo las órdenes de Quentin Tarantino en su fábula bélica Bastardos sin gloria (2009).

Además, Kruger ha sabido alternar con la producción televisiva, ya que fue protagonista de la serie The Bridge, producción de FX que duró dos temporadas, y tuvo una pequeña aparición en Fringe, de Fox.

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