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Escuchar quejas y propuestas de ciudadanos : la exitosa jugada política de Macron

El presidente francés gana protagonismo al acercarse a las dudas y propuestas
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31 de marzo de 2019 a las 05:00

Desde principio de año, el  presidente de Francia, Emmanuel Macron, está liderando una serie de iniciativas que tienen dos temas de fondo que están muy relacionados: los desafíos de la política ante los grandes problemas y la fatiga de una parte no despreciable de los electores europeos que, desencantados de la política, apoyan a  movimientos populistas, un fenómeno que también se refleja en el país galo.  

El pasado 13 de enero, difundió una carta dirigida a los franceses en la que no pretendía solo frenar la caída de su popularidad, sino atajar por elevación el movimiento social de protesta protagonizado por las manifestaciones de los sábados –no exentas de violencia– de los “chalecos amarillos”, y ponerse al frente de un cambio indispensable en el Occidente democrático.

A comienzo de este mes, Macron sintetizó sus propuestas de liderazgo europeo en un mensaje a los ciudadanos del viejo continente, publicado en más de 20 lenguas, en los principales diarios del viejo continente. Planteaba el renacimiento europeo en torno a tres grandes temas: libertad, protección y progreso. 

Y en la última semana sumó una histórica iniciativa: convocó a un gran diálogo a más de 60 intelectuales, para abordar los temas de preocupación del momento.  Es decir, que escuchó a la élite universitaria para revitalizar la política tradicional  que no atraviesa sus mejores horas. 

Se trata de acciones de debate y participación ciudadana. En estos meses, el gobierno convocó a a 10.405 reuniones locales,  recibió 16 mil cuadernos de quejas y 1,8 millones de propuestas on line por parte de casi 580 mil internautas.

Los analistas creen que ese conjunto de iniciativas van a contribuir a que siga la mejora de la popularidad de Macron como ya se reflejó el mes pasado.  

El director de Libération, Laurent Joffrin, reconoció la jugada inteligente del presidente. Macron “era un alpinista que iba hacia el abismo, clavó su piolet en la pendiente y ha logrado subir metro a metro hasta encontrar un saliente más seguro”. 

Pensamiento y acción

En la reunión con el grupo de intelectuales, independientemente del contenido del diálogo, el presidente ha querido mostrar la importancia de la reflexión académica para reorientar los problemas de nuestro tiempo, más allá del pragmatismo. Macron ha querido enlazar, cara al futuro, con la vieja tradición que, desde Atenas, armoniza pensamiento y acción política. A pesar de cumbres como Jean Paul Sartre, Paul Ricoeur o Raymond Aron en el siglo XX, los intelectuales de Francia parecían como anestesiados en el XXI.

Al cabo, la eficacia del poder político no puede separarse de los principios que vertebran la convivencia, y especialmente de la participación ciudadana en las decisiones. Esta intervención se agudiza en momentos de incertidumbre como los actuales, y suscita a la vez tendencias populistas y nostalgias de la democracia directa: de ahí la continua referencia a la idea de más referéndums en la época reciente.

Entretanto, se supone que los pensadores están en condiciones de asumir cierta representación popular basada en la racionalidad de fondo.

La inusual reunión del presidente con representantes de la vida intelectual francesa, el pasado lunes 18, durante más de ocho horas, tuvo lugar en el palacio del Elíseo. Las intervenciones y las respuestas de Macron vinieron a ser como un balance sumario de algunos problemas de nuestro tiempo, con orientaciones prácticas hacia posibles soluciones. Era como un gran cierre tras los debates maratonianos mantenidos a lo largo de los últimos dos meses con representantes municipales y asociativos, de la juventud y de la vida no urbana.

En el Elíseo estaban filósofos, sociólogos, economistas, juristas, politólogos, historiadores, geógrafos, investigadores, responsables de think tanks conocidos. Macron no duda de las grandes líneas del programa que le llevó brillantemente a la presidencia de la República, pero es quizá más consciente hoy de la profundidad de la crisis que sufren Francia, Europa y, en conjunto, el mundo occidental.

Medio ambiente  y democracia

George Courtois, editorialista de Le Monde, intentó resumir los temas de un debate transmitido en directo por France Culture: urgencia climática y social, sentimiento de inseguridad derivado de las transformaciones del capitalismo, desigualdades laborales, procesos de concentración urbana con relativo olvido de las periferias, incertidumbres sobre el ser humano en las leyes bioéticas, presencia viva de una cuestión típicamente francesa como la laicidad... Y, en el plano estrictamente político, el malestar democrático, la crisis de la representación, el papel de los cuerpos intermedios, el horizonte de la soberanía europea…

No faltaron referencias al papel de las nuevas tecnologías, con el riesgo de aumentar la soledad del ciudadano y la difuminación del sentido de la convivencia, cuando sería necesario “reinventar un proyecto social común”: según un criterio conocido del presidente de la República, sería preciso armonizar el protagonismo individual con la participación sincera en lo común. Pero la reconstrucción de los procesos de legitimación de la decisión política, compartida por los ciudadanos, no debería llevar al referéndum permanente ni a la democracia directa: es preciso, a su juicio, conservar la autoridad ligada a la legitimación que confiere la elección.

Varios intelectuales plantearon sus inquietudes al jefe de Estado francés.  

El ensayista Pascal Bruckner, por ejemplo, hizo referencia al ambiente de crispación refiréndose a “esta anarquía creciente, que hace de Francia un país en un estado de casi guerra civil larvada, en el que el odio de todos contra cada uno parece triunfar”, según consignó  El País de Madrid. La politóloga Dominique Schnapper recordó que “la democracia es respetar las instituciones democráticas y respetar el Estado de derecho” y lamentó el regreso de “los mitos de la democracia total, directa, absoluta”, un fenómeno que se observa en Francia, pero también en otros países europeos. 

“En Francia se ha desarrollado una ideología antintelectualista, contra la ciencia, contra los principios universales, contra nuestras instituciones de enseñanza, de información, de investigación, de debate, incluidos los cafés”, dijo el filósofo Frédéric Worms.

Courtois saludó la iniciativa de Macron -que tomó apuntes de cada una de las intervenciones- y dijo que espera que de la “larga discusión inédita con el mundo intelectual” se inscriban  “las decisiones presidenciales”.

 

Aceprensa, Europa Press y agencias

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