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Franco, el niño que visitó el estadio de Peñarol y cumplió su sueño gracias al perdón

El presidente del club dijo lo llevó al Campeón del Siglo como un modo de premiar su gesto.
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27 de marzo de 2018 a las 21:22

El mediodía del 12 de marzo, dos niños jugaban en la plaza de Casavalle, cuando se produjo un nuevo enfrentamiento entre las bandas criminales que se disputan el control del barrio. Dos hombres que viajaban en moto dispararon contra una mujer vinculada con el grupo criminal de Los Chingas, pero la bala la recibió un niño de 12 años.

Franco se desplomó al instante. Una maestra de la escuela 178 -que se ubica frente a la plaza- lo vio caer y lo trasladó a la policlínica de Capitán Tula, donde resolvieron derivarlo de urgencia al Hospital Pereira Rossell. Al hospital llegó en coma, con su vida pendiendo de un hilo, debido a que la bala que le había impactado el pecho había llegado a herir su corazón.

"Tenés que prepararte para lo peor", le dijeron los médicos a la madre del niño, Rossana Alarcón.

La mujer se había mantenido reticente a dar entrevistas, pero el niño le hizo cambiar de parecer. Cuando el 21 de marzo Franco se despertó le dijo a su madre que perdonaba a quien le disparó, porque el tiro no era para él, y le pidió que transmitiera ese mensaje a los medios.

Rossana no se explicó esa situación –ella misma sentía que no podía perdonar a quien casi le mata a su hijo-, pero decidió hacerle caso al niño. Se paró ante los medios que montaban guardia en el Pereira Rossel, y transmitió el mensaje.
"Cuando lo escuché decir que perdonaba, me pareció un gesto de grandeza de alguien que con 12 años nos enseña a todos la actitud de magnanidad que hay que tener en la vida", dijo Barrera.

Apenas 15 días después de haber recibido el disparo que casi lo mata, Franco ya se reía y apoyaba su mejilla en el hombro de su madre frente a las cámaras de televisión. "Nadie podía creer lo rápido que se recuperó", contó la mujer con una sonrisa y con la mirada fija en el niño que tenía a su lado.

Fue en una de esas entrevistas que Franco contó que uno de sus sueños era visitar el Campeón del Siglo y ver jugar a Peñarol en su estadio. El presidente del club, Jorge Barrera, vio esa nota en televisión, e inmediatamente se contactó con la familia del niño para invitarlo no solo a ver el partido desde el palco, sino también para conocer a los jugadores del club.

El sueño

franco peñarol
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Sobre las 18:30 horas un remise pasó a buscar a Franco a su pequeña casa de Tres Ombúes. El destino era el Campeón del Siglo, un estadio en el que nunca había estado, pero que conocería desde el palco oficial.

En la puerta del estadio lo esperaba Jorge Barrera y toda la dirigencia de Peñarol. También las cámaras de televisión, y la mirada de los hinchas que querían saber quién era esa ilustre figura que acaparaba la atención de todos. Barrera explicó a los medios que decidió invitarlo por "la actitud que mostró ante el dolor" y por la "grandeza del perdón".

Del auto oscuro bajó Franco con su mamá, ambos sonrientes.

"¿Sueño cumplido?", le preguntó un periodista. "¿Qué sentís de estar acá?, lanzó otro. "¡Vas a conocer a los jugadores!", exclamó el tercero. Franco les respondió con una sonrisa y su madre lo miraba encantada.

Barrera fue el primero en recibirlo. En su mano llevaba una bolsa de merchandising de Peñarol, que en su interior tenía una camiseta. Retiró la casaca y se la mostró. Franco se llevó las manos a la boca, sorprendido.

En la espalda de la camiseta se leía su nombre. De frente, las firmas de todos los jugadores del plantel. Al ver los autógrafos, Franco abrió más los ojos y mostró otra sonrisa.

"¿Dónde la vas a poner?", le preguntó un periodista y le llevó el micrófono a la boca. "¿Cómo dónde la va a poner?", respondió Barrera, y entre risas, ayudó a que el niño se pusiera la camiseta. Enseguida, los dirigentes se acercaron y saludaron a Franco, quien luego, junto con Barrera, ingresó en el Estadio.

A paso adelantado, de la mano de Barrera y con su madre que camina a un lado, ingresó a toda prisa. Este martes, Franco cumplió su sueño de entrar en la cancha, ante los ojos de la hinchada, los jugadores y de la mano de Ramón Arias. En la inmensidad del estadio, Franco se llevó las manos a la cabeza y sonrió.

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En el palco oficial, Franco y su madre, fueron los invitados de lujo. Las miradas del niño y de su madre absortos ante el amplio vidrio, la vista total del campo y el reflejo verde del pasto brillante en el rostro.

En el entretiempo, recibieron el saludo del expresidente del club Juan Pedro Damiani y del histórico ídolo, Fernando Morena, para luego recibir una visita guiada por el presidente del club.

"Cuando lo escuché decir que perdonaba, que lo único que pedía es que no se volviera a repetir, me pareció un gesto de grandeza de alguien que con 12 años nos enseña a todos la actitud de magnanidad que hay que tener en la vida", dijo Barrera.

Franco terminó el día como un niño más, comiendo un pancho junto con su mamá, haciéndose amigo de otro niño, y disfrutando de ver a su equipo desde un lugar privilegiado, adonde llegó gracias al perdón.

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