El juez letrado Héctor Iriarte Espino condenó al expolicía Alejandro Ferreira a nueve años de penitenciaría como coautor de varios delitos de tortura en el centro clandestino de "Los Vagones", que funcionó en Canelones desde fines de la década de 1960 hasta 1975, informó La Diaria y confirmó El Observador.
Para el juez, quedó probado que en ese sitio "se realizaron actos crueles, inhumanos y degradantes respecto de personas que fueron perseguidos por motivos políticos; en el marco de un plan general y sistemático a nivel nacional".
La causa comenzó en 2019, ya con el nuevo Código de Proceso Penal. Se trató del primer juicio oral y público por crímenes cometidos en la dictadura. En 2019 fueron imputados, además de Ferreira, los policías retirados Hugo Guillén y Winston Vitale, con prisión preventiva por 120 días a pedidos del fiscal especializado en crímenes de lesa humanidad, Ricardo Perciballe.
Hasta marzo de 2020, los exfuncionarios cumplieron la prisión preventiva en la cárcel de Domingo Arena, pero en ese mes el juez de Canelones Luis Alberto Sobot les concedió la prisión domiciliaria. La defensa de los acusados la habían solicitado por razones de salud. En octubre de ese año, Guillén se suicidó.
"Si bien puede argumentarse que los tratos ocurridos en Canelones no tienen la gravedad que pueden haber tenido los tratos ocurridos en otros lugares del país, o incluso de los ocurridos en ámbitos internacionales; dichos tratos crueles, inhumanos y degradantes comprenden un abanico de posibilidades o gradiente, que va desde los más leves a los más atroces", argumentó el juez en la sentencia a la que accedió El Observador.
Iriarte analizó la acusación del fisal Ricardo Perciballe para determinar si Ferreira "participó directa o indirectamente en conductas vedadas por el derecho internacional".
Peciballe acusaba al expolicía por delitos de privación de libertad, abuso de autoridad contra los detenidos y lesiones graves.
Finalmente, el juez señaló al expolicía como responsable de las conductas que le fueron acusadas y lo condenó "como coautor penalmente responsable de varios delitos de tortura en reiteración real a la pena de nueve años de penitenciaría".
El centro clandestino Los Vagones funcionó en dos locaciones en la zona del Parque Artigas de Canelones, entre finales de los sesenta y 1975.
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