Fútbol > SENTIMIENTO DE HINCHA

Gustaf: “Cuando nos salvamos del descenso con Fénix me puse a llorar”

Vibra cada vez que juega su club y comparte su pasión con su padre con el que, cuando puede, va a la cancha; dice que desde niño lo hechizaron los colores de esa camiseta a la que nunca más abandonó
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08 de abril de 2019 a las 05:00

"Estoy para jugar. ¡Poneme, Juan!”, bromeó Gustaf cuando se puso la camiseta de Fénix para la producción fotográfica de Referí.

Así empezó el diálogo con Gustavo Perini, este actor a quien no le gusta que lo llamen humorista, que para él no existe el stand up sino el “monólogo” y que ha estudiado con los mejores en Uruguay e incluso en España.

A los cinco años fue un día al Jardín de Infantes que queda frente al Parque Capurro y escuchó un bullicio porque justo había un partido entre semana. Su mamá Irma lo había llevado al Jardín, pero él le pidió para cruzar a ver qué pasaba en la cancha.

Debió pasar por el filtro de su padre Ricardo y una vez que él le dio el visto bueno, entró por primera vez a la cancha de Fénix. Desde esos cinco años a hoy, no se separó más de su equipo.

“No soy un hincha puro porque más allá de ese episodio, como tantos niños, pasé por el bombardeo que me regalaran camisetas de Nacional, Peñarol y hasta Wanderers”, explica a Referí. Y añade: “La única patria verdadera de un hombre es la infancia”.

Cuenta que lo hechizaron los colores de Fénix de entrada. “Es imposible no enamorarse de esos colores”, comentó.

Gustaf jugó en las divisiones inferiores de River Plate y también en las de Fénix. “Tenía carné de jugador y entraba gratis a las canchas para ver los partidos. A esa edad era algo espectacular para mí porque era un adolescente”.

Fue dirigido por Jesús Rodríguez quien en 1991 dirigió a la selección uruguaya sub 17 y llegó al vicecampeonato sudamericano en Paraguay, clasificando al Mundial de Italia de la especialidad y con Diego Pérez, aquel delantero de Defensor, como goleador.

En Fénix jugó dos años en la Quinta división y uno en la Cuarta. Tuvo como entrenadores a Julio Penino –otro que integró cuerpos técnicos de las juveniles celestes– y a Carlos Luthar.

“Jugaba de ‘9’ y lo hacía muy bien. Metía muchos goles. Pero después dejé el fútbol por el teatro”, recuerda.

Dice que al mismo tiempo que jugaba, hacía teatro. Era 1994 y sus compañeros en el vestuario no sabían nada y sus pares del teatro tampoco tenían idea de que jugaba al fútbol.

“Una tarde de sábado le ganamos 1-0 a Sportivo Italiano y de noche me premiaron como el mejor actor joven de teatro. Ninguno se enteró de nada”, dice con una sonrisa.

El futbolista que leía poesía

Gustaf era un futbolista diferente. “Leía poesía, me encantaba igual que ahora. Iba al Liceo 6, el Bauzá nocturno y me gustó el teatro. Empecé a ir y tanto me atrapó que hice un curso con Luis Cerminara y con Alberto Restuccia. Tenía esa pulsión y dejé el fútbol”.

A los 16 años empezó a trabajar con su padre haciendo platería criolla.

“Me gustaba mucho laburar con mi viejo. Enseguida gané una beca y me fui a España a estudiar. Me abrió la cabeza. Allí no solo estudié para ser actor, estudié de todo como dramaturgia y dirección teatral con profesores de un nivel espectacular como José Sanchis Sinisterra, por nombrar a uno. Tengo primero que nada una formación actoral”, sostiene.

Se define como “un actor que escribe, tirando a la comedia. No soy humorista”.

En materia de arte dice que su número uno es (el caricaturista) Arotxa.

“Muchas veces hemos ido a charlar o a comer o a tomar un café. Siempre tuve admiración por él”.

Dice que para ser más feliz aún en la vida le falta “ver campeón a Fénix en Primera división”.

Como vive de su voz como cualquier actor, no puede gritar los goles de su amado club.

“Una vez estaba en el interior y de noche tenía función. Estaban televisando un partido de Fénix y hubo un gol. Lo grité con todo y me quedé sin voz. Tuve que improvisar mucho por la noche a la hora de actuar. Lo que pasa es que a veces por más que uno no quiera y se cuide, le sale el grito de adentro. Para peor, ese partido después lo perdimos con Peñarol”, explica.

Tiene muy claro que si un sábado tiene función por la noche, “ese día, si juega mi equipo, no voy a la cancha”.

También se cuida mucho porque cuando va a ver a Fénix, lo hace con su padre que ya tiene sus años y entonces la accesibilidad de la cancha y la seguridad, también juegan su papel.

Cuando se habla de sus ídolos con la camiseta albivioleta, recuerda a Fernando Vilar, El Brujo, aquel delantero que supo jugar también en Racing, Huracán Buceo y campeón uruguayo en 1984 con Central Español y en 1990 con Bella Vista.

“Me encantaba cuando gritaba los goles y se prendía al tejido. Eso siempre me quedó grabado”, cuenta.

También dice que no puede dejar de lado “al Rifle Puglia. Lo tengo que nombrar porque es el goleador histórico de la B. Otro más es Martín Ligüera, el goleador histórico de Fénix y cuando jugaba con Germán Hornos era una dupla espectacular. (Gonzalo) Pappa fue el que jugó más y Rosario Martínez el que más lo dirigió”, comenta con todos los datos en la cabeza.

Entonces empieza a hablar de otros. No quiere dejar a ninguno afuera. “El Negro (Nelson) Acosta –quien falleció hace poco y estuvo años como utilero luego de haber jugado– y le sumo ahora al Tito Ferro, uno de los guerreros”.

Gustaf sostiene que le gusta “ganar, no importa el estilo. Lo que importan son los puntos en juego”.

Recuerda cuando el año pasado Fénix estuvo “20 minutos en la B contra Atenas. No quise ir porque me quedaba seco en la cancha. Se jugó de mañana y si no ganábamos, bajábamos. Perdíamos 1-0, empatamos faltando 7 minutos y Leo Fernández hizo el gol en la hora para ganar 2-1 de atrás. Yo estaba en el interior trabajando y no quise saber nada del partido. Me desperté y cuando vi que hasta allí no habíamos descendido, casi me pongo a llorar. Después empatamos con Danubio y nos salvamos en el último partido contra Torque. Allí me di un abrazo con mi viejo al final y me puse a llorar”.

Tiene claro que cuando no esté su padre –quien tiene 83 años– “va a ser difícil ir a la cancha, porque es como un ritual ir con él. El día que no esté, voy a demorar en volver porque él es mi ídolo. Heredé toda la parte de mi actuación como comediante de él”. Y agrega: “Es el padre de la película ‘El gran pez’ de Tim Burton, ese que siempre está feliz”.

Esta temporada cumple 25 años como actor. “Me pone muy feliz. Nunca me olvido de mis primeros pasos actuando en boliches, lugares no convencionales. Es un momento de mucha alegría, emoción y de ser agradecido al público. El hecho de haber trabajado en el Teatro de Verano, en el Estadio Centenario, en el Hipódromo, en el Sodre, son cosas inolvidables”.

El mejor partido que vio

Un partido que tiene en el mejor lugar del corazón es el que Fénix goleó 6-1 a Cruz Azul en el Franzini por Copa Libertadores.

“Fui con mi viejo a la tribuna visitante donde había muchos hinchas nuestros porque no vino casi nadie desde México. Me acuerdo que antes del partido pasó un hincha y dijo: ‘Si sacamos un puntito, me voy loco de la vida’. El Loco Abreu abrió la cuenta y mi padre me comentó: ‘Si le empatamos, le hacemos cinco más’. ¡Parecía un brujo! Le empatamos y le hicimos cinco más. Nunca vi en vivo a un equipo de fútbol jugar así y en 45 minutos. Fue un espectáculo”, comentó. Y añadió: “Juan (Carrasco) de ahí se fue para la selección”.

Cuando habla de los técnicos que dirigieron a Fénix, dice que tiene “un cariño enorme por Rosario (Martínez) que nos llevó a dos Copas Libertadores”.

A su vez, recuerda que Juan Tejera estuvo primero con los albivioletas en un Uruguayo, que Antonio Alzamendi ganó una Liguilla, pero sostiene que “de los que más recuerdo, está Miguel Puppo. Nos trajo a Primera después de 15 años y habíamos estado en la C. Quico Salomón fue el que nos subió antes a la B”.

El ascenso con Puppo a la A fue en dos partidos contra Frontera Rivera en el que jugaba Ruben Paz. “En el partido de ida fuimos locales en el Viera y terminó 0-0 y allá les ganamos 1-0 con gol de Puglia”. Y agrega: “Hace unos años, actué en la Expo Fútbol y tuve la suerte de entregarle un reconocimiento”.

Sobre Carrasco sostiene que logró una Liguilla con el club y fue a una Libertadores.

Acerca de los nuevos tiempos que corren en los que para algunos el partido entre Fénix y Racing es un clásico, Gustaf discrepa: “No es un clásico. Es un caldo de cultivo para que se agarren bronca entre ellos. Si me apurás, Bella Vista era un clásico para nosotros. Me acuerdo que (Andrés) Larre nos tenía de hijos”.

La frase metáfora del barrio

Sobre la frase “El Fénix no baja” dice: “Esa frase funciona como una metáfora del barrio, de sus habitantes que luchan por subsistir y permanecer en la Primera división de la vida dentro de un barrio trabajador y obrero”.

Está orgulloso de haber sido parte de la comisión de los festejos de los 100 años.

“El hincha de cuadro chico quiere que nombren al club. Una vez que estaba en Buenos Aires, Fénix jugaba con Universidad de Chile que la dirigía (Jorge) Sampaoli por la Copa Sudamericana. Que una cadena internacional como FOX Sports mostrara nuestro escudo, para mí fue algo increíble. Se me caían las lágrimas”, recuerda.

Sobre el momento de Fénix en este Apertura en el que está bien arriba opina: “Yo miro la tabla del descenso. No quiero que baje. Ser campeón es casi imposible.  Los grandes tendrían que ganar todos los partidos 5-0. El campeonato está robado. Después hay gente que le reclama a los chicos que no aguantan a los grandes. Si el Apertura lo gana un chico, le entregaría la copa del Uruguayo, no la del Apertura, por todo el sacrificio que hacen”.

“Los colores que nos unen”, dice el brazalete de capitán con el que se tomó la foto. Eso y mucho más es Fénix para él.

 

 

SU HISTORIA CON FALTA Y RESTO

La murga Falta y Resto también lo marcó en su niñez y de alguna manera, lo fue acercando al carnaval cuando era muy niño y entendía poco de la vida.

“Tenía cuatro años y los vi ensayando en Fénix. Fui corriendo a contarle a mi viejo todo entusiasmado y me dijo: ‘Con ese nombre, no va a andar’. Me saqué una foto con toda la murga y cuando la fui a revelar, se veló el rollo y no lo podía creer. Siempre que me cruzo con el Flaco Castro le digo: ‘No te olvides que me deben una foto’”, explicó El Gran Gustaf a Referí recordando aquel momento.

Sostiene que la murga lo “conmueve” porque “es algo especial dentro del carnaval. Es una maravilla”.

Pero no solo tiene espacio para la murga dentro del carnaval. Se acuerda de La Escuelita del Crimen, un emblemático grupo de humoristas de los años de 1970 y 1980. “Jaime Urrutia ‘El Niño Calatrava’, era hincha de Fénix. Ruben, quien era pariente suyo, era el que hacía de la maestra y la gastaba. Vos veías a una maestra en el tablado. ¡Eran notables! Él había jugado en su juventud en Fénix”.

 

EL PUMA GOITY EN EL CAPURRO

Trabajó con Florencia Peña y el Puma Goity en Argentina, dos actores muy reconocidos y populares en la vecina orilla.

“El Puma es un fenómeno. Vino a Montevideo y lo llevé al Capurro. Le ganamos 4-1 a River. El loco piró con la cancha chica y me dijo: ‘Nunca vi a tan pocos gritar tanto’. Me hice amigo de él”, explicó Gustaf a Referí recordando aquel momento en el que “mucha gente lo tocaba, lo saludaba y él se mostraba loco de la vida, sorprendido de lo que le demostraban todos”.

Y volvió a recordar su pasión por el teatro. “Debuté en la Casa del Teatro. Lo que me interesa es llevarle el teatro a la gente, que no sea para unos iluminados, que se den cuenta de que es del pueblo y para el pueblo. Tiene que ir el albañil, el abogado, el ingeniero, el que vende garrapiñada. Todos tienen que ir”.

También habló de la portada del disco “Mediocampo” de Jaime Roos, la cual salió con el cantante con la camiseta número 5 de Fénix. “Es la síntesis de que quiso resurgir de las cenizas, porque volvía de Holanda a vivir acá. Miguel Bossio, aquel jugador de Peñarol, le prestó los zapatos de fútbol para la foto”.

 

GUSTAF JUGADOR
El Gran Gustaf no solamente es hincha de Fénix sino que se dio el gusto de poder jugar en el equipo del que es hincha. Allí jugó dos años en la Quinta división y uno en la Cuarta en los comienzos de la década de 1990. Jugaba como delantero y dice que lo hacía “muy bien”.

 

EL ABRAZO DEL PADRE
Una foto que guarda como un tesoro es la que le tomaron en el último partido del año pasado ante Torque. Fénix luchó mucho sobre el final del campeonato para no descender a la Segunda división. Esa tarde, le ganó 2-1 a su rival y se salvó. De allí surgió el abrazo con su padre Ricardo.

 

LAS FRASES

"El barrio Capurro me demostró que de alguna forma me adoptó; cuando viví allí me hice socio de Fénix”

"Muchas veces actué de forma honoraria para Fénix y eso es uno de los orgullos que tengo”

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