Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > SHOW

Gutenberg, la enorme producción de artes escénicas, se estrena el sábado

Juan Campodónico, Pedro Dalton, María Riccetto, una marionesta gigante de la Kompania Romanelli y un grupo de artistas internacionales son algunos de los grandes atractivos del nuevo espectáculo de Sebastián Bednarik y Andrés Varela
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23 de noviembre de 2018 a las 16:08

El Antel Arena está en ebullición. En el frente están colocando el cartel con el nombre del estadio. A los costados y en el fondo, los obreros siguen trabajando en los detalles de la construcción, y en los espacios de los estacionamientos. También trabajan dentro del recinto, donde se cruzan con bailarines, técnicos y productores de Gutenberg, el espectáculo multidisciplinario que este sábado 24 se realizará allí, y para el que quedan las últimas entradas en Tickantel (precios entre $2800 y $3950) del total de 9.200 disponibles. 

Adentro del estadio, donde se ubica la cancha, hay una plataforma rectangular. Sobre ella, un grupo de bailarines ensaya sus pasos. Sobre ellos, abajo de la pantalla cuádruple central, cuelga un gobelino que será desplegado durante el show, y la cabeza de la marioneta gigante de la Kompania Romanelli, cuyo cuerpo y miembros esperan, desarmados, en el acceso al escenario. 

En un palco se arma el espacio donde Juan Campodónico hará sus dos "sets" como musicalizador (uno de ellos mientras María Noel Riccetto baila sobre el escenario) mientras que en el otro, opuesto a este, el trío Komuzi, encargado de dar la banda sonora del resto del show, prueba sonido. En la tribuna, Pedro Dalton espera su turno para ensayar sobre el escenario. Avisan que la soprano japonesa Eiko Senda, que será la compañera del cantante de Buenos Muchachos en su cuadro, acaba de llegar, aunque ella solo aparecerá para el ensayo general. 

El francés Matthieu Bony –responsable de los objetos y máquinas que aparecen en el escenario– corre de un lado a otro. Tira cuerdas, dirige a los técnicos y se toma un mate que le ceba el actor que interpreta a Johannes Gutenberg, su compatriota Stéphane Chivot. Los franceses cambian a su idioma nativo con el mate en la mano, y después siguen su camino: uno a organizar el espacio, el otro a seguir ensayando sus pasos. 

En el medio de todo el despliegue y el armado, los creadores de la obra, Andrés Varela (director) y Sebastián Bednarik (productor ejecutivo), supervisan los horarios de los ensayos y que todo esté en el camino correcto. Hacen una pausa y se ubican a un costado del escenario para responder algunas consultas sobre el desarrollo y la ejecución de este espectáculo, heredero de El Delirio

¿Coral cine se está convirtiendo en Coral espectáculos?

Andrés Varela: Va de Coral cine a Coral. Los dos venimos de las artes escénicas. Sebastián tiene un Florencio revelación, tiene una experiencia enorme en teatro, yo vengo de la EMAD, me formé en Francia en teatro y después en cine. Él es el que se embarca primero en cine, y después –más yo que él– caemos en paracaídas dentro del audiovisual. Con estos años se fue dando la convergencia, que este espectáculo, El delirio, y la inauguración que hicimos para el estadio de Peñarol, van juntando todas las herramientas que teníamos, y de ahí surge esta construcción multidisciplinaria, en la que construimos a partir de lo que se nos va ocurriendo. Y tenemos esa primera experiencia con el estreno del documental Maracaná en el Centenario, donde vemos lo que es la experiencia colectiva increíble, de ver gente gritando goles de 1950 adelante de una pantalla. Entonces cuando tenés esa sensación te vienen las ganas de llegar a esto. Pero no fue algo que nos propusimos; y seguimos pensando en proyectos de películas.

Sebastián Bednarik: Nuestras ganas e inquietudes artísticas nos llevaron a esto. Y es cursi decirlo, pero también te va cayendo el destino, se nos fueron presentando oportunidades y sentíamos que estábamos preparados. Una fue llevando a la otra. Gutenberg es hijo de El Delirio

¿Y por que elijen a Gutenberg como figura central?

Sebastián Bednarik y Andrés Varela durante los ensayos de Gutenberg

AV: Por la particularidad del personaje. Es un tipo que cambió la historia radicalmente, pero no deja de ser un orfebre, un personaje más del pueblo, que con un invento –que ya venía de antes porque se usaba en China, pero si inventa la imprenta de tipos móviles–, modifica todas las circunstancias a nivel filosófico y religioso de la época; primero se hicieron biblias, pero luego generó todo un desarrollo de la literatura. ¿Y eso qué quiere decir? Que el imaginario colectivo explota: vos podías estar en un espacio y tiempo diferente gracias a la literatura, y hubo una globalización de la cultura gracias a eso, que es un poco lo que nos pasa hoy. El arco lo vimos perfecto: un personaje que se desarrolla dentro de esa oscuridad, que termina muy mal aparte, es un tipo que no es favorecido por la historia más allá de ser el nombre de un museo en Mainz. Entonces vimos la posibilidad de realizar un cuento fantástico, no estar atados a tierra, que de repente El Delirio lo tenía con Matos Rodríguez. Acá eso nos permite usar un montón de lenguajes escénicos, una dramaturgia diferente, quebrar con un montón de cosas y arriesgar muchísimo más en un espectáculo más orgánico. Y todo a partir de una figura muy humana.

SB: El espectáculo en realidad no narra la historia de Gutenberg. Es una excusa. Vamos a su invento. Y después, sinceramente, es como ir encontrando sustento a ideas que ya teníamos. Queríamos trabajar con la marioneta gigante, el humanoide de la Kompanía Romanelli, sabíamos que queríamos un espectáculo 360, queríamos repetir el tema del mapping, que hubiera un componente audiovisual fuerte, entonces vas viendo con qué cuadros podés sacarte esas ideas que tenes, y generar en el público de forma constante reacciones y sorpresas. Entonces, la investigación, más allá de Gutenberg y la imprenta fue algo mucho más vasto, y así fue que fueron cayendo estos cuadros de la guerra, el mundo digital, la ciencia, y el arte.

¿El espectáculo fue pensado para el Antel Arena?

SB: Si, antes que Gutenberg estaba la intención de hacer algo en el Antel Arena. Sabíamos que se iba a inaugurar, no sabíamos cuándo exactamente. Las primeras visitas las hicimos hace meses, cuando esto no tenía ni siquiera butacas, y ya estábamos tomando medidas y craneando el máximo aprovechamiento del espacio. 

¿Cuáles fueron los elementos más complicados de llevar desde la idea hasta el escenario?

AV: Lo que cuenta son los riesgos. Las combinaciones extrañas de los espectáculos, como la de Eiko Senda y Pedro Dalton. Es instintivo. Te tirás a la piscina y sentís que el cuadro de la guerra tiene que tener esa textura de lo mínimo, esa mujer cantando desgarradoramente una pieza que habla de un soldado muerto, a capella, en un lugar enorme, y jugar con la dimensión del gigantismo y lo pequeño. Eso lo integrás a lo que hace Pedro, que es un general de ejército, medio director de orquesta, que pasa también de diferentes sensibilidades. Más que la dificultad de la composición de cada uno de ellos, hay un riesgo que se asume naturalmente. Es un ida y vuelta, se van encastrando los elementos y ves cómo se combinan para evaluar el potencial. En este me pasó de tener una primera estructura de guion en el que había cosas que no iban a ningún lado, no se cerraba y al no estar atado a una biografía te ibas para cualquier lado, y no sabías si estabas contando algo o era un viaje tuyo. 

SB:  Hay un desafío o una limitación que es resolverlo con un presupuesto, porque llega un momento que las ideas tienen un número y hay que administrarlo. En ese sentido, la gente que queríamos invitar desde el punto de vista musical hasta la actuación y de escenografía y efectos, inmediatamente se colgó con la idea y te diría que hay un entusiasmo superior al que imaginábamos. 

El Delirio partía de una historia uruguaya, como la de Gerardo Matos Rodríguez y La Cumparsita. Esta es una historia internacional. ¿Lo pensaron de forma consciente?

SB: Fue algo que se dio naturalmente. Lo que sí pensamos en este formato fue que después fuera más exportable, que no fuera el "elefante blanco" que era El Delirio. Para nosotros igual tiene un componente universal, por aquello de "describe tu aldea y describirás el mundo", es la historia de un personaje, La Cumparsita es universal. De hecho tuvimos varias invitaciones para hacerlo en el exterior, pero el gran problema y la limitación era lo grande y aparatoso de todo. Era hecho para el Estadio. Acá fuimos más precavidos, que si nos vuelven a invitar podamos meter todo en un container y que el elenco sea contenible y pueda viajar. 

¿Ya hay lugares confirmados a donde lo van a llevar?

SB: Hay alguna conversación con Francia, los franceses de la obra quedaron muy entusiasmados y ya han hecho contactos, hay algo de Colombia, de Chile y de Buenos Aires, donde más avanzamos con El Delirio y quedaron las puertas abiertas. 

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