El segundo turno del juzgado de Toledo funciona en un container, pegado al local donde funciona el primer turno

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Justicia precaria: víctimas esperan a la intemperie y tienen audiencias en un container en Toledo

En el juzgado de Toledo, uno de los turnos funciona en un container y el otro en una pequeña sala; no tiene vestíbulo para que esperen implicados en denuncias
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02 de septiembre de 2022 a las 05:00

Las mujeres que van a la Justicia de Toledo, que la mayoría lo hace debido a casos de violencia doméstica, tienen que soportar el calor agobiante del verano y el viento y la lluvia en el invierno. No importa si van solas, con niños o recién nacidos: deben esperar afuera. No hay dónde esperar para ser atendido, sean víctimas o justiciables.

En ese contexto, los funcionarios hacen malabares para poder usufructuar de la forma más eficiente posible el reducido espacio con el que cuentan. Hay dos turnos y como uno de ellos no entra en el edificio principal, funciona en un container que está pegado al fondo. Allí, una de las juezas tiene su despacho, que también es sala de audiencias. La misma situación tiene su colega, dentro del edificio principal. 

La falta de espacio y las malas condiciones tienen impacto directo en el servicio. Muchas veces, las víctimas de violencia tienen que ir al juzgado cuando también van sus victimarios (aunque no comparten audiencia, la ley de género no lo permite). Para que ambos no esperen juntos en la vereda, algunos esperan a la intemperie en el patio que hay al fondo; y la contraparte, en la calle. Los dos turnos son multimateria, es decir, reciben todo tipo de casos. 

Una mujer, entre lágrimas, espera en la vereda a ser atendida en el juzgado de Toledo

Si uno se detiene por la calle Ciro Sapriza Vera, se ven los escritorios de los funcionarios judiciales pegados a la ventana. Otros están afuera tomándoles datos a quienes concurren.  El local tiene seis ambientes y consta de una sala de audiencias, una oficina actuaria, una oficina administrativa donde hay ocho funcionarios y una sala pequeña dispuesta para el uso del Instituto Técnico Forense. Por la falta de recursos, ese salón también se utiliza para tomar declaraciones en formato de Cámara Gessell y para realizar instancias de reconocimiento. 

La posición entre ellos es prácticamente unánime. Comprenden las limitantes presupuestales del Poder Judicial, pero lo que más les duele es que la precariedad haga mella en los usuarios. "Lo que más preocupa es ver a las madres amamantando a sus hijos al frío y en invierno porque no hay un techo para ofrecerles", dijo uno de ellos a El Observador. El nuevo presidente de la Asociación de Magistrados, Leonardo Méndez, agregó: "En verano hay que poner a una embarazada en la cocina para que no esté al rayo del sol y no se desmaye y en invierno hay que ver cómo se salvaguarda del frío a los niños que esperan con las madres. Hay cosas básicas que están faltando".

Por eso, en 2021 enviaron un oficio a la Suprema Corte de Justicia para ponerlos en conocimiento de la situación y pedirles si podían poner un techo para resguardar a quienes esperan o instalar un cerramiento provisorio. Según dijeron, no recibieron respuesta de la corporación, que en ese momento la presidía el ministro Tabaré Sosa. 

Desde la Suprema Corte de Justicia señalaron a El Observador que hasta 2021 ese edificio era alquilado, lo que imposibilitaba realizar "inversiones decisivas" para ampliarlo. Por eso, se adquirió en diciembre por $ 4.625.325 y estudian "realizar ampliaciones". "Se trabaja para dar respuesta a dicha necesidad", agregaron. 

"Lo edilicio es una muestra de cómo funciona todo"

Leonardo Méndez, flamante presidente del gremio de jueces, dijo al ser consultado por El Observador que las condiciones edilicias de juzgados como el de Toledo es sintomático de cómo está funcionando el sistema. "Hace 10 años que no ajusta el presupuesto del Poder Judicial ¿si la gente tuviera que vivir con su sueldo de hace 10 años, cómo haría? Nosotros a nivel de Parlamento venimos pidiendo la actualización", advirtió. 

"Hay un abandono de 10 años y acá se refleja la cara que ve la sociedad, el ciudadano de a pie y aquel más vulnerado que es el que más necesita de la Justicia", complementó. El juez de Concurso expuso que hay colegas suyos en el interior que dictan cerca de 300 sentencias al año y que a ese ritmo es imposible mantener la calidad. 

"Cada vez tenemos que trabajar más, con las mismas condiciones y entonces es indudable que el trabajo se vea resentido y que a veces la calidad pueda ser objetada, porque no le dan recursos. Entonces siempre es todo a pulmón de los jueces", cerró. 

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