40 años después de su fundación, Kiss es sinónimo de show, exceso en forma de caras pintadas y plataformas, y de rock como modo de vida. Todo eso, más unos cuantos hits y un arsenal completísimo de pirotecnia y efectos especiales fue lo que la banda puso anoche sobre el escenario del Gran Parque Central.
Ante un escaso público para la magnitud del evento, Kiss recorrió desde su primer disco, Kiss (1974) hasta su más reciente, Monster (2012), sin saltearse sus más importantes hits, como Detroit Rock City y Psycho Circus y terminando con una tríada inmejorable de Shout It Out Loud, I Was Made For Loving You y Rock and Roll All Nite.
No hubo un tiempo muerto para Kiss, y a lo largo de las dos horas desplegaron todos los efectos que hacen a su show una leyenda: lluvia de papelitos, llamaradas de fuego, humo y chispas de colores sobre el escenario, lásers y luces. Muchas veces todo eso al mismo tiempo. Y todo se completa con los momentos literalmente altos: Gene Simmons ascendiendo con arneses hacia lo alto del escenario cubierto de sangre falsa para interpretar God of Thunder y el vuelo de Paul Stanley atravesando el público para acercarse a los asistentes más lejanos mientras canta Black Diamond.
En un show de Kiss todo lo que se espera de una banda que hizo carrera subiendo contínuamente la apuesta en materia de producción, se cumple. Y como conclusión para un show que ya agotó todos sus recursos, no hay mejor final que fuegos artificiales al ritmo de la melosa God Gave Rock n' Roll to You II.
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