Puede comprenderse que hoy en Europa los líderes de partidos e ideologías enfrentadas en las elecciones parlamentarias de la semana pasada tengan algo que festejar. Todos pueden sonreír por cierto triunfo electoral. Los partidarios del proyecto unionista siguen dominando la política del viejo continente y los euroescépticos conquistaron más bancas en relación a los comicios anteriores.
Pero si corremos el velo que puede nublar la primera impresión de los hechos, advertimos que el resultado electoral esconde una interesante novedad: los partidos más tradicionales, el Partido Popular Europeo (centroderecha) y la socialdemocracia (centroizquierda) principalísimos responsables de la arquitectura europea, están en declive. Y, en cambio, los partidos inquietos por problemas nuevos, desde populistas de extrema derecha hasta liberales y verdes, están en ascenso.
Si esa tendencia se consolida, estaremos entonces en un siglo XXI en el que la puja por el poder estará dominada por partidos nacionalistas antiglobalización y partidos que defienden la alianza de naciones, diametralmente opuestos, pero con una voz fuerte sobre los temas que más preocupan a los ciudadanos.
El Partido Popular Europeo ganó la elección con 182 escaños en 751, aunque 35 menos, en comparación a los comicios de 2014. Los socialdemócratas quedaron en segundo lugar, con 147 diputados (40 menos).
A los liberales les fue muy bien, sumando 109 escaños; también los verdes obtuvieron una mejor votación, que les permitió aumentar a 69 legisladores europeos.
Los líderes populistas de extrema derecha y euroescéptico no provocaron un tsunami electoral, pero sí olas suficientemente potentes como para hacerse sentir en tierra firme al saltar a 171 diputados de 154 de los comicios anteriores. Se fortalecieron en Francia e Italia, países fundadores de la Unión Europea, y en Hungría y en Polonia. No menos importante, aunque más simbólico, es el apoyo que logró en Gran Bretaña el novísimo Partido del Brexit, que lidera Nigel Farage, con 29 asientos parlamentarios, frente a los tradicionales conservadores y laboristas, que perdieron posiciones y en pleno proceso para terminar el matrimonio del país con el bloque europeo.
El grupo Europa de las Naciones y la Libertad, que reúne a fuerzas populistas con banderas similares a las que levanta el presidente estadounidense Donald Trump, mostró liderazgos en ascenso con el empuje del italiano Matteo Salvini, estrella del gobierno y principal figura de la Liga, y la combativa francesa Marine Le Pen.
El próximo parlamento estará más fragmentado, incluso por las diferencias que existen entre los partidos que están a favor de la UE y los que están en contra. En ese sentido, es de esperar que existan más diferencias en relación a las épocas de claro predominio de populares o socialdemócratas.
Las elecciones europeas muestran que los partidos con fuertes identidades de clase y estructuras económicas tienen cada vez menos incidencia. La explicación, como dice un analista del diario Financial Times, es que hoy los electores europeos están mucho más preocupados por los problemas de este tiempo como el cambio climático, la identidad y la migración, muy presentes en la agenda de populistas, liberales y verdes.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá