El 12% De los jardines privados cerraron en los últimos dos años, y según el colectivo que los nuclea “el riesgo de nuevos cierres es mayor ahora que en años anteriores”.

Nacional > La crisis

La agonía de los colegios y jardines privados en un país sin niños: ¿a qué se debe?

En las instituciones privadas están vacíos entre el 12% y 20% de los bancos escolares
Tiempo de lectura: -'
04 de diciembre de 2022 a las 05:00

En el límite de los barrios La Aguada y Arroyo Seco, entre galpones y fábricas desarmadas, yace un sobreviviente. El colegio Inmaculada Concepción abrió sus puertas hace más de un siglo y cuarto, el mismo año en que Uruguay instituyó el matrimonio civil obligatorio, cuando la iglesia todavía estaba inmersa en el Estado y cuando la palabra “liceo” era solo una referencia al recinto donde Aristóteles daba cátedra. Sus bancos estudiantiles fueron ocupados por escolares que llegaban desde los barrios más remotos y en la época del Maracanazo los pasillos se atiborraban de niños jugando a la rayuela o la payana. Pero este diciembre, tras las fiestas de fin de cursos de rigor, la histórica institución cerrará para siempre. No soportó el vacío.

Dicen que las crisis en la enseñanza privada ocurren en cámara lenta: primero hay una crisis económica en el país, después los padres piden refinanciar las cuotas, más tarde se solicitan bonificaciones, se pasa a otro colegio de menor costo y, al final, hay una fuga de alumnado hacia el sector público. Pasó en La Tablita de 1982, en la banca rota de 2002, y covid-19 no fue la excepción. Aunque esta vez “es diferente”.

En los dos últimos años cerró la octava parte de los jardines privados —cuyo nombre oficial es centros de primera infancia privados—, y “el riesgo de cierre (para 2023) es mayor a otros años”, reconoció a El Observador Bettina Taibo, presidenta del colectivo de jardines que surgió para palear la crisis.

Porque si bien el caso de estos jardines —que son los que no tienen un gran colegio detrás y que compiten con la expansión de los CAIF— es un ejemplo extremo de la agonía, el contador Aníbal González, quien desde hace una década trabaja en las finanzas de colegios y ahora ofrece consultorías en Aula Group, reconoce que la enseñanza privada uruguaya está en un punto bisagra: se han quedado sin reservas, flexibilizaron al límite las bonificaciones para retener el alumnado, hubo migración interna, crisis económica y ahora surfean la mayor caída de nacimientos de niños desde que en Uruguay existen registros.

El resultado son sillas vacías. González estima que entre el 12% y 20% del espacio disponible en los salones de clase están sin ocupar. Y, salvo los extraordinarios ejemplos de algunos colegios de Punta del Este o la costa de Canelones, ya no existen las listas de espera.

El Observador informó esta semana el cierre del colegio Lester House, el fin del ciclo liceal en Nuestra Señora del Rosario y la baja transitoria de los grupos de primer año de secundaria del Queen´s School. Pero el contador González insiste en que “si no hay  mejoras administrativas y cambios en la política de financiamiento de la enseñanza privada (en la subvención) todo indica que asistiremos a más cierres o fusiones de instituciones”.

El vacío

Uruguay se está vaciando de niños. Cada mujer en edad de ser madre tiene, en promedio, solo 1,37 hijos. En los últimos seis años la cantidad de nacidos vivos cayó a una velocidad que los demógrafos ni siquiera proyectaban para después del 2050. Y en los barrios más residenciales los niños menores de 5 años representan menos del 4% de la población (cuando hace menos de una década eran entre 6% y 10%).

Esta tendencia —compartida por buena parte de las sociedades modernas, pero que en Uruguay está siendo más acelerada que sus pares de la región— impacta en uno de los fundamentos básicos de la economía de mercado: la demanda.

De hecho, el Programa de Población de la Udelar y la ANEP proyectaron que, para la época en que se celebre el Mundial de Fútbol de 2030, la educación obligatoria habrá perdido más de la cuarta parte de su matrícula.

Detrás de este escenario hay, de todas formas, algunas buenas noticias. La primera que aclaran los demógrafos es que más de la mitad de la caída de nacimientos del último lustro es el resultado de una notable baja del embarazo de las adolescentes. Ellas deciden ahora cuándo y cuántos hijos quieren tener. Y eso trae aparejada otra buena noticia: si las adolescentes no se embarazan, tienen más chances de permanecer en el sistema educativo y finalizar los estudios obligatorios.

Para González, “no solo la caída de nacimientos se está sintiendo, las mayores consecuencias de la crisis socioeconómica se está viviendo en los colegios de Pocitos", por lo cual la baja de la fecundidad es una causa que se va dando en cuentagotas y que no explica toda la crisis.

La negociación

Cuando el expresidente Tabaré Vázquez llevaba dos años de su primer mandato, resurgieron los consejos de salarios. Aquella política retomada a partir de 2007 —la cual es celebrada por los trabajadores como un derecho— condujo a una presión mayor sobre los costos de los colegios. Sucede que entre el 80% y 85% de los costos de las instituciones son por retribuciones al personal, esta particularidad en la estructura de costos hace que los colegios deban trasladar a los precios la totalidad de este concepto y sumar otros como inversiones, mantenimiento y un largo etcétera.

"Analizando entre 2007 y 2021, el costo de la educación privada ocupa cada vez una porción más grande de los gastos que hacen las familias, y los colegios ya no tienen mucho margen para bajar sus cuotas". En algunos casos las familias analizadas y por diversos factores triplicaron sus ingresos en el período, pero las cuotas de los colegios se quintuplicaron relativamente. La relación de una familia con la institución educativa puede llegar a durar unos 15 años o más, siendo normal que en dicho período fluctúe o disminuya su capacidad de pago por ejemplo por cambios laborales de los padres, explicó el contador González.

Para los jardines de infantes que no pertenecen a grandes colegios —esos que típicamente tienen nombres de dibujitos animados— los costos “se hacen sentir también en otras exigencias: como pagar un médico prevencioncita u otras políticas que, están muy bien, pero que las pagan las instituciones sin fines de lucro”, señaló Taibo del colectivo de jardines.

En ese sentido, agregó la directora, “se hace imposible competir con los jardines irregulares o aquellos cuidadores informales a quienes los padres les confían el resguardo de sus hijos”. Refiere a que el INAU, de quien dependen los centros de primera infancia, recibió más de 20 denuncias en lo que va del año por instituciones no habilitadas o por guarderías informales.

En pandemia, por ejemplo, se dio que algunos padres le pedían a una señora que cuidase a cinco o diez niños bien pequeños a cambio de una módica suma de dinero. “Ese es un problema para el sistema formal: porque no hay un proyecto educativo, porque no hay controles del Estado y porque nadie puede asegurar que esos niños estén protegidos contra abusos o malos tratos”, se quejó Taibo.

Estos jardines tienen además la competencia de los CAIF que se fueron ampliando y de los colegios privados que captan población desde edades tempranas y les aseguran a los padres la continuidad de su hijo en una misma institución.

Según la consultora Opción, en base a distintos estudios realizados en Montevideo, “las motivaciones vinculadas a la elección de colegios privados se distribuyen en en partes iguales entre tres atributos: la cercanía, los valores y la confianza por las instituciones y la propuesta educativa”, explicó el sociólogo Agustín Bonino. “El precio queda en un segundo nivel por detrás de los atributos mencionados”.

El efecto covid

Cuando la caída de nacimientos y los problemas financieros ya estaban haciendo efecto, un día apareció un virus que cabe 400 veces en el grosor de un pelo humano: el coronavirus. La emergencia sanitaria cerró las escuelas por varios meses, paralizó la actividad económica, cambió el bolsillo de las familias y modificó el comportamiento social. Todo eso influyó en la enseñanza privada.

Hubo pérdida de puestos de trabajo que se traduce en padres que perdieron ingresos para pagar el colegio de sus hijos. Hubo inversiones en educación a distancia, solicitudes de más becas y mudanza. E incluso hubo un efecto inesperado: la flexibilización del trabajo.

Imagine un padre que vive en la costa (de Montevideo o Canelones) y cuya oficina queda en el Centro de la capital. Antes —antes de la flexibilidad laboral— enviaba a su hijo a un colegio céntrico en las inmediaciones de su lugar de trabajo. Ahora, en que puede teletrabajar o que tiene chances de algunos días quedarse en su domicilio,  tal vez inscribe a su niño en el colegio de la costa cercano al domicilio particular.

“Esta migración es un fenómeno bien reciente que recién en 2022 se hace notar, porque las familias dejaron pasar los dos primeros años de incertidumbre de la emergencia sanitaria y ahora que saben que el teletrabajo llegó para quedarse, rotan de colegio”, explicó González.

El Centro de Montevideo “es la zona que más está sufriendo este fenómeno, seguido de Pocitos y la costa sureste”, dijo el contador. Como contrapartida, hubo un leve crecimiento de la matrícula en algunos colegios de Canelones (desde la salida de la capital hasta Atlántida), y cierto auge en el este de Maldonado (asociado a la llegada de ciudadanos argentinos).

¿Y ahora qué?

La matrícula de la educación privada sigue su tendencia a la baja. Según la actualización de datos que Primaria realizó a solicitud de El Observador, en los últimos seis años hubo una caída de la cuarta parte del alumnado de inicial. Y nada hace pensar que haya un revés en el corto plazo.

Los demógrafos sí estiman que “habrá un efecto rebote antes de que acabe esta década” y muchas mujeres que atrasaron la edad en la que tienen su primer hijo sí lo tendrán en algún momento. Eso podría dar un respiro.

Pero para el contador González habrá que pensar en “políticas de más largo plazo”. Refiere a que Uruguay “es uno de los países donde más divorcio hay entre lo público y lo privado”, cuando en otros países “la solución está pasando porque el Estado subvencione parte de la enseñanza privada que elijen los padres”.

González admite que su postura puede ser polémica y que encuentra resistencias ideológicas, pero, a su entender, “es necesaria una buena enseñanza privada que le compita al sector público y le exija una mejora constante de su calidad”. 

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...