Vigilia en el colegio donde se sucedió el tiroteo

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La Asociación del rifle se reúne en Texas mientras lloran a los niños de Uvalde

Con diferencia de diez días, en los estados de Nueva York y Texas, dos jóvenes con armas de guerra asesinaron a 31 personas. La venta legal de armas en Estados Unidos está amparada por la Segunda Enmienda de la Constitución. El presidente Biden visitará hoy a los familiares de las víctimas.
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29 de mayo de 2022 a las 05:00

El 24 de mayo, en la pequeña ciudad de Uvalde del Estado de Texas, donde viven una mayoría de mexicanos o descendientes de inmigrantes de ese país, otro chico, Salvador Ramos, de 18 años, emprendió otro crimen masivo.

La cifra fue más escalofriante: Ramos terminó con las vidas de diecinueve niños y dos profesoras. Los testimonios de los padres de chicos entre 8 y 14 años dejan sin aliento a cualquiera. El duelo en la pequeña escuela primaria Robb no va a terminar nunca. El perpetrador, 15 minutos antes, dejó indicios claros en las redes sociales de lo que iba a hacer. Incluso, antes de salir de su casa hirió a su abuela. Ramos murió en el lugar abatido por la policía. ​

De modo inexplicable, el contingente policial que llegó a la escuela, esperó 48 minutos para ingresar. El argumento fue que debían esperar la llegada de un “comando táctico”. Ramos ya había matado muchos chicos. Luego, según la policía, “siguieron los disparos”. 

El presidente Joe Biden visitará hoy Uvalde y hablará con los familiares de las víctimas.

Mientras tanto, la Asociación Nacional del Rifle inició su convención anual tal como tenía previsto tres días después de los crímenes. No cambiaron la fecha ni el lugar. La cita es en Houston, Texas. A solo 450 kilómetros de la escena del peor tiroteo en una escuela del país en años

Diez días antes de este horror, el pasado 14 de mayo, un apacible día primaveral, el supremacista blanco Payton Grendon, de 18 años, viajó 320 kilómetros para perpetrar una masacre. Quiso elegir un lugar donde pudiera asesinar solo a afrodescendientes. Decidió que Búfalo, una tranquila ciudad del oeste del Estado de Nueva York, era el lugar para matar.

Lo logró. Asesinó diez personas afro, mientras grababa con una cámara pro y se entregó a la policía cuando terminó la carnicería. Los familiares de los muertos quedaron en shock. Grendon llevaba armamento sofisticado de guerra comprado en un comercio como si hubiera adquirido dentífrico.

Parece impúdico tratar de poner palabras al horror. Sin embargo, hay que buscar explicaciones y, sobre todo, intentar cortar estos asesinatos en masa. Hace ya dos décadas, Michael Moore hizo una película documental –Bowling for Columbine- que dejaba en claro las distorsiones que crea en la sociedad estadounidense el hecho de que cualquier persona pueda adquirir armas de guerra.

Las estadísticas indican que las masacres en escuelas –y otros lugares públicos- suceden en los Estados Unidos. Es imposible pensar en una frecuencia y resulta difícil establecer patrones de conducta. Sin embargo, si se hicieran estudios psicológicos, se estudiaran ciertos mensajes en las redes sociales y se limitara el comercio legal de armas, quizá serían pasos en la dirección correcta. 

Un dato, quizá aleatorio pero significativo es que estas masacres las cometen personas del sexo masculino. Sin embargo, las mujeres también compran armas, practican tiro, se enrolan en fuerzas armadas y, al menos hasta ahora, no hubo asesinas mujeres.

Otro dato es que tener un fusil de precisión empodera de un modo distinto que un revólver de bajo calibre. No sólo es más letal. Los chicos crecen con juegos de guerra virtual programados, en muchos casos, por personas que conocieron la guerra real y en esos juegos las armas de juguete son copias de fusiles sofisticados.

Hay unos tramos impactantes en Bowling for Columbine, cuando Moore va a la casa de Charlton Heston, el actor de westerns de Hollywood que por entonces presidía la Asociación Nacional del Rifle. Heston, cuando finalmente atiende a Moore hace gestos como si Moore le hablara de un asunto menor.

La larguísima lista de crímenes de este tipo se remonta al primero, cometido el 18 de mayo de 1927. En esa oportunidad fallecieron 45 personas en una escuela de la ciudad de Bath, del estado de Michigan. Fue por medio de explosivos y la mayoría de las víctimas eran niños de primero a sexto grado. 

Quien perpetró el ataque fue Andrew Kehoe, miembro del comité escolar, quien se inmoló ese mismo día. Tras el atentado, hizo volar el camión que manejaba, con lo cual sumó más víctimas mortales.

Lo que pudieron reconstruir para intentar explicar por qué realizó el atentado –en el que también murió su esposa- eran sus quejas por el aumento de los impuestos para beneficiar a la escuela lo hubiera llevado a la ruina. 

Los “lobos solitarios” como asesinos en masa, tal como lo muestra este caso, también son devotos de la dinamita y otros explosivos.

El origen de la Asociación del Rifle data de 1871. En la actualidad tiene alrededor de cinco millones de socios. Sí, cinco millones. Eso no quiere decir que haya esa cantidad de potenciales asesinos de niños en escuelas o de afros en un súper.

Pero es una muestra clara de la identificación que genera.

La fecha fundacional del permiso de comprar armas de todo calibre está asociada a la Segunda Enmienda de la Constitución Nacional de los Estados Unidos, que fue aprobada en 1791. A partir de entonces se legaliza una práctica ya existente:

comprar armas. Esta enmienda es parte de la Carta de Derechos de esa nación.

El intento fallido de Clinton y el después

El ataque en la Escuela Secundaria de Columbine, en Colorado, sucedió el 20 de abril de 1999. Quedó grabada a fuego en la memoria del país y generó estupor en todo el mundo. Podían verse por televisión las imágenes en vivo y en directo de la actuación policial y los testimonios de quienes salían aturdidos con vida de la escuela. 

Dos alumnos de los últimos años, Eric Harris y Dylan Klebold, asesinaron, en casi una hora del 20 de abril de 1999, a 12 escolares de entre 14 y 18 años de edad, a un profesor, y luego se suicidaron.

Bill Clinton, fue el primer presidente estadounidense en fracasar en el intento por reformar las leyes para portar armas en ese país. Clinton quería controlar el mercado de armas y a sus compradores. Su propuesta era que, al menos, no se compraran los fines de semana, los días de mayor facturación. 

El Senado aprobó de un modo aún más laxo el proyecto Clinton. Sin embargo, la Cámara de Representantes rechazó la reforma.

En 2012, tras otra masacre, esta vez ocurrida en Newton (Connecticut), en la que murieron 20 escolares de primaria, los líderes del Partido Demócrata propusieron regular la compra de armas a través de mayores controles y requisitos, como exámenes psicológicos o el repaso detallado del historial delictivo del comprador. 

En esta oportunidad, directamente la Cámara de Representantes, con mayoría republicana –pero también con votos demócratas- rechazó el proyecto sin perjuicio de que las estadísticas acerca de la cantidad de personas muertas por armas de fuego, no solo en atentados sino por crímenes de todo tipo, por suicidios y por abuso policial siguen en alza.

El clima bélico creado por la invasión de Rusia a Ucrania más el aumento de compra de armas de diferentes países por motivos geopolíticos no ayuda para nada a desarmar los espíritus belicistas de quienes podrían ejercer el control de la venta legal de armas en Estados Unidos. 

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