Por Andrea Salle
Especial para El Observador
Ella sabía que si no aceleraba, él se moría. Decía que le dolía el pecho y que tenía el brazo izquierdo acalambrado. En un semáforo se topó con un patrullero y puso en práctica su experiencia trabajando en el departamento de Relaciones Internacionales del Senado. Le pidió que armara una cápsula alrededor de su auto, es decir, una caravana de motos y patrullas que le permitieran ir a toda velocidad sin parar por nada. Hizo en 17 minutos un recorrido que suele llevar más de 40 entre su casona del Prado y el hospital. El médico le dijo que si demoraba cinco minutos más, Hernán Casciari llegaba muerto.
Este episodio de 2015 marcó un antes y un después en la vida de Alejandra Oddone, quien conducía el automóvil mientras el célebre escritor argentino tenía un infarto. Él se estaba hospedando en su casa a través de Airbnb y dejó una reseña tan pintoresca que llamó la atención de uno de sus dueños, Joe Gebbia.
Tras varios años de trabajar en proyectos junto con su esposo, Javier Artigas, Oddone decidió hacer una pausa y dedicarse a lo que le gusta. Creó el emprendimiento Casa Oddone Celebrating Style, que brinda servicios de organización y decoración de casas, además de workshops temáticos que ofrece en su propio hogar en la calle Carlos María de Pena, en el corazón del Prado. La convocatoria es a través de las redes sociales: Facebook e Instagram, en Casa Oddone Celebrating Style.
Los talleres son variados y van desde caligrafía hasta huertas orgánicas, pasando por charlas de coaching ontológico, macramé chic y tardes de té entre runas y tarot. La excusa es pasar un momento distendido con desconocidos que se convierten en amigos y la casa es el entorno ideal para que la energía fluya. En general, se dictan los fines de semana, duran aproximadamente tres horas y los cupos dependen de la temática del taller.
¿Cómo surgió la idea?
Siempre me encantó arreglar casas. Empecé a darles vuelta la casa a mis amigas que estaban medio tristes o que se sentían mal y veía que el cambio les daba un confort distinto. Hay un dicho que es muy lindo que dice que “la casa protege al soñador” y siempre pensé que eso era lo que realmente pasaba cuando uno se ponía a arreglar, que uno empezaba a curarle el alma a la casa y el alma a la persona que vive allí. En Casa Oddone me dedico a organizar y decorar casas, y además brindamos talleres de cosas muy disímiles. Decidí utilizar mi propio hogar como espacio para hacer reuniones de esas cosas que siempre quise hacer y que no me animaba.
¿Cuál es la historia de su casa?
Tiene más de cien años. Vivió gente súper interesante en ella, desde pintores hasta políticos. Luego la adquirió mi abuelo, que vino de Italia siendo sumamente pobre y que acá creó una empresa de demoliciones que todavía existe. La casa tiene 850 metros cuadrados construidos y 2500 en total. Cuando se fueron mis hijos, con mi esposo no sabíamos si poner oficinas o un cowork. Nos plantearon alquilarla o venderla pero la transformamos en un lugar que recibe gente y que sirve de inspiración a otros para que se animen a recibir en las suyas propias.
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