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Tapaboca y guantes a la vista: una crónica de la ciudad en emergencia por coronavirus

Así transcurrió el primer día hábil en Montevideo desde que se confirmaron los primeros ocho casos de coronavirus en el Uruguay
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17 de marzo de 2020 a las 05:04

Gimena Morales

El primer día hábil de emergencia sanitaria desde que se confirmaron los primeros casos de coronavirus en el país, transcurrió en aparente calma. Ya no se vieron carros de supermercado desbordados y sólo se percibió la situación por la aparición de tapabocas y guantes, aunque son pocos los que circularon con estos elementos de prevención.

El número de personas en el centro no es menor al de cuatro días atrás, cuando aún no se sabía que el virus estaba en Uruguay, pero se toman las precauciones recomendadas, sobre todo las personas mayores.

“Limpio mucho mi casa y me lavo las manos. Usamos alcohol en gel y no compartimos vasos ni cubiertos, pero tengo que salir a hacer los mandados”, dijo a El Observador una señora que se dirigía a su casa luego de hacer unas “compras rápidas".

Otro hombre mayor que camina por 18 de Julio, al ser consultado señaló con su mano el tapabocas como si le impidiera hablar y siguió su paso explicando que era mejor evitar el contacto innecesario.

Sin embargo, son la minoría los que eligen tomar estas medidas. “Hay que cuidarse pero sin exagerar”, es lo que responde una de las tantas personas que caminan a paso rápido por el centro de Montevideo en la tarde de este lunes.

No se percibe un clima tenso o inseguro, más bien de serenidad. Muchos jóvenes llevan alcohol en gel colgando de sus mochilas, y otros cubren su boca con el pliegue del codo al estornudar.

Los comercios permanecen abiertos y atendiendo al público. En la mayoría de los supermercados hay colas de cuatro o cinco personas en las cajas, pero nadie lleva el carro lleno. Parece que ya no corre la psicosis del viernes cuando se anunció la confirmación de los primeros cuatro casos y se vieron largas filas con carros repletos en los supermercados.

“El fin de semana las ventas subieron muchísimo”, contó a El Observador una de las encargadas de El Clon y agregó que hoy “está todo más tranquilo”.  Al igual que en el resto de los comercios, hay personas haciendo compras y filas en las cajas, pero “no hay consumo excesivo”, dijo una vendedora.

En la puerta de varios almacenes y supermercados hay carteles que exhortan a los consumidores a comprar con responsabilidad. “La empresa garantiza el normal reabastecimiento de los productos”, se puede leer en la entrada de el Ta-Ta ubicado en 18 de Julio y Yaguarón.

En el Aeropuerto de Carrasco el panorama es distinto. Allí, el número de personas sin tapabocas es mucho menor, y los empleados del lugar también usan guantes. “Desde acá brindamos todo lo necesario para la seguridad del personal”, informó una fuente del aeropuerto, quien también aseguró que las medidas de prevención cambian minuto a minuto dependiendo de lo que decreta el gobierno y el Ministerio de Salud Pública. 

Los policías y guardias de seguridad, muchos empleados del Ministerio del Interior, también utilizan medidas de precaución. “Son los que están en constante contacto con la gente que llega y se va”, se informó desde el aeropuerto. También, la misma fuente recalcó que las rutinas de limpieza se duplicaron y que la idea es que “pueda ser un espacio seguro”. 

Puertas afuera, un empleado de una compañía de traslados no cuenta con los mismos beneficios. “Estoy enojado, tuve que comprar mi tapabocas porque no quisieron darme uno. Acá circula mucha gente y yo me quiero cuidar”, relató y explicó que, por su trabajo, tiene que llevar turistas a distintos puntos de Montevideo, lo que lo hace una labor “más insegura que el resto”. 

Algunos turistas afirmaron que obtuvieron el tapabocas en su país de residencia y que lo usaban, principalmente, por prevención. “En mi país hay más de doscientos casos, acá hay pocos, pero mejor prevenir”, dijo una turista brasileña que acababa de arribar.

Los vuelos por ahora no se cancelan, las personas salen de sus casas, hacen los mandados, algunos trabajan en la calle, otros pueden hacerlo desde el hogar, los niños juegan en la rambla y se suman dos nuevos infectados, autóctonos esta vez. Así transcurre un día más en la capital del país, cuya reacción ante este nuevo fenómeno, es totalmente impredecible.

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